La emergencia no es de los ciudadanos sino del Estado
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
“Los políticos se preocupan mucho más de la
seguridad de sus puestos que de la seguridad de su país”
Thomas Macaulay
El lenguaje se ha convertido en el arma con el que
se desvirtúan los conceptos y se esclaviza a las personas del modo más perverso
y efectivo. Por medio de la palabra, sus
adeptos nos aseguran que la realidad no
es un hecho objetivo, sino que es una construcción social que se corresponde con
lo que ellos relatan, y que los responsables de que las cosas no sean como “deben ser” es nuestra por rechazar el
relato. Esta es la retorcida pos-verdad,
y te afecta más de lo que imaginás, te afecta incluso en lo cotidiano.
Te pregunto, los argentinos ¿estamos
transitando grandes catástrofes naturales como inundaciones, terremotos o
sequias?, ¿acaso estamos en medio de una guerra, de violentos enfrentamientos
raciales o religiosos, o de ataques continuos del terrorismo?, ¿o quizás somos
un desierto sin riquezas naturales ni posibilidades de desarrollo?
En realidad, por suerte, no tenemos ninguno de
estos problemas. Entonces, ¿por qué
estamos tan mal? Simple, porque tenemos “una mochila” que nos pesa demasiado y
que no nos deja avanzar. Esa mochila son
el estado y los gusanos que lo manejan (los políticos).
El Estado y sobre todo los políticos que lo
colonizaron, son quienes verdaderamente están en crisis. Es a ellos a quienes “no les cierran los números”.
Nuestro problema es que los polititruchos nos han parasitado y viven
chupándonos la sangre (dinero); nuestro problema es que no los tratamos como hay
que tratar a los parásitos.
La emergencia no es sólo económica. Aunque esta sea la más urgente, no es la más
grave. Incluso me atrevo a decir que lo
económico es consecuencia de las otras emergencias que padece en Estado; las
que son causadas por estar infectado de inútiles, mentirosos, vagos, demagogos,
tiranos y delincuentes. Veamos algunos
casos recientes.
A)
La diputada Mirta Tundis (del Frente de Todos), al hablar sobre los jubilados, se
“quebró” y lloró emocionada mientras
confesaba: “yo no sé cómo ayudarlos”. La pregunta de rigor es: ¿para qué carajo se
postuló si no sabe qué hacer?
No
sean mal pensados, no es por el sueldo ni por la posibilidad de acomodar a la
familia en lugares como el PAMI. Esta
confesión demuestra que para ser funcionario público, no alcanza con “sentimientos” y “voluntarismo”, se trata de saber qué hacer, de tener la
capacidad técnica e intelectual necesaria y además, de tener el coraje para
hacer lo que hay que hacer sin importar el costo político.
B)
La VicepresidentE Cristina
Fernandez, corrigió al senador José Mayans como si se tratara de un chico de
primer grado, luego de que este le llamase presidente y no presidenta.
Insisto,
no sean mal pensados, no es que el senador sea sumiso (casi pongo lame-botas; eso
sí, botas muy caras), tampoco es que sea un cobarde (casi pongo cagón) incapaz
de sostener y defender su posición, aún en un tema que parecería no tener
importancia (aunque si la tiene).
Esta
anécdota, además de dejar en evidencia lo patético que son estos lacayos,
muestra lo déspota que resulta ser Cristina (vaya novedad). Su falta de respeto hacia la libertad de
expresión y su terrible agresividad al incluir al senador dentro del demoníaco
y misógino “discurso machista”.
Pero
lo verdaderamente grave, ¡es que no tiene razón! Su ninguneada demuestra o bien, una ignorancia
supina del idioma (algo improbable), o bien una posición despótica que busca
imponer, a través de la manipulación del lenguaje, una ideología extremista. El sufijo ente (significa: que ejecuta
la acción expresada por la base) es un participio activo, por ello presidente
es el que preside, sin importar sexo, raza, credo o de que cuadro de futbol es
hincha.
C)
El Senador Caserio (del Frente de Todos) nos explicó cuál es el problema de la
Argentina: “la macroeconomía es simple. O
usted imprime plata. O trata de solucionar entre las posibilidades que tiene”
y agregó: “usted tiene dos modos: o
genera recursos (impuestos), o tiene
importaciones o de lo contrario toma créditos”.
Ante
la pregunta de la periodista acerca de “cuándo
viene el esfuerzo de la clase política”, este “señor” contestó: “no me parece serio. Yo trabajo para venir
acá, no es que me regalan el sueldo. Me parece que hablar del esfuerzo de la
clase política es no entender al Estado. La clase política no es un elemento
fundacional o productivo del país, como la clase sindical, como la clase
empresarial” y SIN PONERSE COLORADO concluyó “la clase política no es la que hace esfuerzos, la clase política dicta
normas y gobierna del modo que le parece que es el más adecuado”.
¿Siguen
siendo mal pensados?, ¿acaso dudan de la sinceridad del senador cuando dijo que
hacer un esfuerzo puede ser “un
problema, pero es el único modo”?
Sólo diré dos cosas de estas definiciones que
brindan muchísimo material. Primero
reconoce el problema del déficit, pero ni se le cruza por la cabeza bajar el
gasto, ¿gastar menos?, ¿estás loco?; todas las opciones que nombra son cómo
sacarnos más plata. Luego mete en la
misma bolsa a polititruchos, empresaurios y sindicalistas, la trilogía que nos
tiene esclavizados (Espert, cobrale copyright), una verdadera asociación
ilícita.
D)
Como frutilla del postre, la ley “solidaria”
excluye del manotazo a las jubilaciones, a las de los ex presidentes y
vicepresidentes, a los miembros de la Suprema Corte, a jueces y funcionarios
judiciales, y a los legisladores. ¡¿Qué tal?!
Es insultante que la casta
político-judicial se auto-promulguen privilegios inadmisibles, tales como lo
son las excepciones en el congelamiento de las jubilaciones (si, por más que
Alberto de un par de sumas fijas, lo cierto es que le robaron a nuestros
mayores). En la Argentina de hoy NO
SOMOS IGUALES ANTE LA LEY, los políticos sepultaron los logros de la Asamblea
del año XIII y se definieron como la nueva aristocracia nacional, con títulos y
privilegios de nobleza y todo.
Pero lo verdaderamente nauseabundo, fueron
las chicanas con las que el Diputado Darío Martínez, “escondía” a sus pares el
texto del artículo en el que se evidenciaba la estafa de estos sátrapas (una
suerte de “fueros” económicos).
¿Qué sigue?
Quizás avanzar con la agenda del postmodernismo y seguir destruyendo los
logros de la Asamblea del Año XIII, tales como la libertad de imprenta y la
abolición de la inquisición.
Estemos atentos, el dios pagano de los
populistas no admite voces disidentes y como un inquisidor moderno, condenará a
la hoguera de la calumnia y la difamación en las redes, a todo hereje que se
atreva a reclamar el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada,
y vomitará sus pestilencias sobre los que exijan ser IGUALES ANTE LA LEY y no
IGUALES MEDIANTE LA LEY.
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