La función del FMI es operar contra el mercado
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.





Mostrando que son los mismos keynesianos, con diferentes matices, Gobierno y macrismo lograron media sanción para la “Restauración de la sostenibilidad de la deuda pública externa”, que autoriza a negociar y pagar comisiones, entre otros puntos. Romina Del Plá -Frente de Izquierda- aunque probablemente proponga soluciones desacertadas, acierta al decir que es “el sometimiento… al FMI, a los banqueros… hundiendo y sometiendo a los trabajadores y al conjunto de la población…”.
El FMI financia, con bajos intereses, estatismos fracasados para que continúen. Mientras que la caída de los bonos del Gobierno implica que su renta está por el suelo, el “riesgo-país” -hoy supera los 2000 pb- significa que el Estado tendría que pagar -hoy 20%- más sobre la tasa de EE.UU. para financiarse, con lo que el “modelo” macrista no habría podido continuar y debería haber virado hacia uno de crecimiento del PBI.
El organismo internacional merece una quita -no sólo una reprogramación de pagos como busca el Gobierno- por ser co-responsable al financiar esta aventura cuya debacle anticipamos, y eso alivianaría la situación. Pero, en cambio, avala una quita a los tenedores privados para asegurarse el pago de los u$s44.500 M que desembolsó durante la administración Macri.
Como buen banco (multi) estatal, el FMI -keynesiano por definición- es contrario a la actividad privada -al mercado, a los 50 millones de argentinos que son los que trabajan y producen- salvedad hecha del “establishment” financiero que es socio, junto al Gobierno, desde que recibe deuda por la que el Estado le paga tasas altísimas y que compra con dinero que recibe de sus clientes por mucho menos.
El calendario de pagos pone presión y cuanto más se demore la reestructuración, más desconcierto y volatilidad se da en el mercado en general, pero particularmente en el de los bonos, acciones y cambiario. Aunque Alberto Fernández puso como fecha clave el 31 de marzo -coincidiendo con sus primeros 100 días de Gobierno- no será fácil llegar a un acuerdo para entonces. De momento, la deuda en pesos ha podido ser renovada, pero la que está en moneda extranjera es más compleja.
Según LCG, la ratio deuda/PBI, en el tercer trimestre de 2019, alcanzó el 91,6%. De acuerdo con Criteria, el stock de deuda pública asciende a u$s310.132 M, de los cuales 62% (191.006 M) corresponde a bonos con privados, 14% (43.508 M) al FMI, 9% (27.622 M) a Letras del Tesoro y 4% (12.756 M) al BID, entre los más importantes. Del total de la deuda, unos u$s53.000 M (17%) vencen en 2020, de los que u$s23.000 M (43,8%) corresponden a obligaciones en dólares y u$s30.000 M (56,2%), a compromisos en pesos.
Los vencimientos en dólares se acumulan a partir del tercer mes del año, mientras que los nominados en pesos tienen un pico en abril y, según la consultora 1816, desde febrero ascienden a más de $160.000 M por mes, acumulando así más de $700.000 M en el primer semestre.
Tras el derrocamiento de Perón -que se oponía a la participación en el organismo- Argentina tuvo más de treinta acuerdos con el FMI que así, desde entonces, financia planes económicos inviables cuyas deudas las paga el pueblo -el mercado- ya que se financian, básicamente, por vía impositiva. Y los impuestos -aun los teóricamente dirigidos hacia los ricos- terminan cayendo sobre los de menores recursos ya que son, inevitablemente, derivados hacia abajo subiendo precios, bajando salarios, etc.
La reestructuración de la deuda en 2005 fue muy agresiva, finalizando con un riesgo país en 400 pb, una extensión de plazos a 30 años y quitas del 66%. Y hoy se discute -gracias al FMI- cuál será la quita y los plazos reestructurados, sin llegar al meollo de la cuestión.
Según el “Cronograma de acciones para la gestión del Proceso de Restauración de la Sostenibilidad de la Deuda Pública Externa”, Economía presentará los lineamientos en el Congreso entre 12 y el 17 de febrero, y se espera conocer el programa económico -pronósticos de PBI, inflación, tipo de cambio y déficit fiscal- pero difícilmente se presente un cambio al sistema keynesiano macrista de fondo, es decir, una reconversión financiable del Estado. En la segunda semana de marzo se lanzaría la oferta formal y a finales de mes sería el cierre y liquidación final de la oferta.
Para cuando se logre la reestructuración final, quizás el riesgo-país vuelva a caer a los 400 pb, pero el Estado seguirá teniendo el mismo tamaño porque nadie propone la solución de fondo: una fuerte venta, reconversión y cierre de propiedades y funciones estatales, y la consecuente financiación -y caída- del gasto, de modo que sea viable, financiable. Vale aclarar que el daño no se produce cuando el Estado gasta -lo que es inerte- sino cuando, para financiarse, retira coactivamente fondos del mercado.
Con un Estado exagerado y el mercado -el pueblo que trabaja, el que produce el PBI- con menos recursos por mayores impuestos y quitas, en menos tiempo la deuda volverá a crecer hasta llegar otra vez al default, otra vez al círculo vicioso financiado por el FMI.

Publicado en Ámbito Financiero.
 

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