De cómo los argentinos pobres financian a Boeing
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.





Dos meses atrás Boeing Co. (NYSE:BA) fue a Washington a pedir un rescate de u$s60.000 M para sí y sus proveedores. Había gastado mucho en recompras de acciones mientras se recuperaba del desastre del 737 Max y cuando recién empiezan los efectos de la represión del mercado aerocomercial por parte de los gobiernos.

Pero la decisión de la Fed de utilizar su balance casi ilimitado -en dos meses, creció hasta un récord equivalente al 30% de la economía del país- aumentó tanto la liquidez del mercado, aun cuando aún no ha gastado un dólar en su programa de deuda corporativa que, finalmente, Boeing, luego de publicar sus ganancias trimestrales el 29 de abril, recaudó u$s25.000 M de inversores privados y retiró su solicitud de rescate. Muchas compañías han hecho lo mismo, dijo el presidente de la Fed.

BA el jueves pasado esperaba recaudar hasta u$s15.000 M vendiendo bonos cuyos vencimientos se extienden hasta 40 años, incluyendo disposiciones que aumentarán la tasa pagada si las calificaciones crediticias se reducen a basura. BA tiene una calificación BBB- de S&P Global Ratings, el grado de inversión más bajo. La demanda superó los u$s70.000 M, y Boeing estableció el corte en u$s25.000 M, la mayor venta de bonos corporativos del año en EE.UU. y la sexta más grande registrada.
En rigor, Boeing nunca estuvo en peligro inminente, tenía u$s15.500 M en efectivo a fines de marzo, pero es grande la preocupación por el daño a largo plazo. Con todo, la compañía aún tendrá que reducir 16.000 empleos para adaptarse a un mercado achicado.
Ahora, cómo es que EE.UU. se da el lujo de regalar dinero a dos manos y la inflación no se desmadra. Para entenderlo, hay que llamar inflación a la inflación -valga la redundancia- y no al aumento del IPC que, aunque está muy relacionado, es independiente. La inflación es el exceso de emisión en tiempo real respecto de la demanda, entonces, la moneda se desvaloriza.
Pero el dólar tiene una gran demanda global y eso absorbe inflación. Y entre los demandantes están los argentinos cada vez más incentivados por el Gobierno. Los políticos no entienden un principio filosófico básico: que la violencia destruye, es decir, toda represión policial al mercado logrará el efecto contrario.
Los pesos en circulación se expanden al 70% anual. Si el IPC no se dispara se debe a que la recesión no da para aumentar precios. Pero esto no mide la inflación, un mucho mejor medidor es el blue -porque muestra la desvalorización del peso- que se replicará en los precios ya que siempre se termina en una devaluación oficial, con esta o la próxima administración. Entretanto el Gobierno restringe cada vez más la compra de dólares logrando que más gente se vuelque al blue, es decir, que disminuya la demanda de pesos acelerando la inflación.
Por caso, las escrituras cayeron 49,1% i.a. en marzo, el vigésimo segundo mes de retroceso en la CABA. Y va para peor. Pero antes, cerrar operaciones ya era difícil dadas las restricciones a la compraventa de dólares. Así se desincentivan inversiones tradicionales como es el ladrillo para volcarlas al blue.
Con el objetivo de reconstruir el mercado de deuda en pesos y quitarle presión al dólar, entre varias medidas, la CNV limitó las disponibilidades en dólares de los FCI en pesos al 25% de su patrimonio. Luego dispuso que los fondos en moneda local tienen que invertir el 75% de su cartera en títulos en pesos. Así unos u$s1000 M de inversores que pretendían dolarizarse, se desviarían al blue.
Por cierto, los bonos en pesos resultaron una de las mejores inversiones de marzo porque el Gobierno no dejó de pagarlos. De hecho, arrancaron con paridades de 30% y los que vencieron este año llegaron al 100%. En tanto que los que se canjearon al año que viene ya subieron al 70% y 80%. Este viernes vence el plazo dado a los acreedores en dólares y si hubiera algún acuerdo, se reduciría el miedo a quedarse en pesos, al evitarse el default, bajando la presión sobre el dólar.
Para incentivar, aún más, la migración al blue, ahora solo los bancos y casas de cambio podrán realizar operaciones de compra venta de dólares, así, por caso, se les quita la licencia a las agencias online y, que siga el baile, este fin de semana se estableció el “cepo ultrahard”.
Sea como sea, los compradores de dólares absorben la inflación que de otra manera ocurriría en EE.UU. por culpa de lo que la Fed regala o induce hacia las empresas. Pero más pagan los pobres porque, como no compran blue, pagan la inflación real del peso, que tarde o temprano se trasladará a los precios locales, y pagan la inflación del blue.
Por cierto, la UCA ya estima la pobreza en el 45% con lo que el umbral del 50% se sobrepasará pronto. En términos reales, los salarios cayeron un 15% durante la era Macri hasta hoy y ahora se suma una reducción del 25% por las suspensiones que comprenderían a más de un millón de trabajadores.
Un 50% de los trabajadores registrados privados –unos 3 M- gana neto menos de $45.000. Así, los suspendidos perforarán la línea de pobreza valuada a marzo -cuando la canasta básica subió 3%- en $41.994 para familia tipo, sin alquiler. También ingresarían en la pobreza, el Jefe de Hogar con un hijo ya que, según la edad del hijo, la canasta se ubica entre los $35.000 y 39.000, sin alquiler. Y quedan por sumar, los no registrados cuya reducción salarial es mayor y los cuentapropistas que, por la cuarentena, se quedaron sin nada.

Publicado en Ámbito Financiero.

 

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