¡Disparen contra los corredores!
Héctor Huici
Autor en libro “Soluciones
de políticas públicas para un país en crisis”, Fundación Atlas para una
Sociedad Libre, 2003.
Como si nuestro país no arrastrara antinomias desde sus orígenes, ahora estamos en proceso de sumar un nuevo actor al club de los “antihéroes”: los corredores. No está claro, al menos aún, quién será su contraparte (¿los caminantes? ¿los sedentarios?). De golpe hasta si nos identificamos como “runners” o “corredores” es motivo de profundas reflexiones. El corredor es un sujeto –para los cultores esta nueva corriente de opinión- antisocial, egoísta, e irresponsable. En fin, hemos pasado a simbolizar todo o casi todo lo que puede haber de negativo en un ser humano. Para algunos, incluso, es un abominable ser votante de la derecha neoliberal. No tiene sentido detenerse a debatir semejante imbecilidad, a la que se trata de dotar de cierto tufillo intelectual. Les sugiero a estos autores hacer una pequeña investigación de campo, asistir a algún parque tan pronto permitan correr y conversar un poco con ellos. Mientras tanto –y a riesgo de que no me crean- les digo hay corredores K, M, radicales, socialistas, progresistas, conservadores, abortistas, pro vida, de derecha, de centro y de izquierda. En definitiva, es un mundo tan rico en sus preferencias e ideas como la sociedad a la que pertenecemos. Los hay competitivos y relajados, fanáticos y despreocupados, dotados y esforzados, sociables y ermitaños, generosos y egoístas, gordos y flacos, metódicos y desorganizados, como en cualquier otra actividad deportiva. Es además un deporte de los más democráticos: no requiere grandes gastos en indumentaria ni pagar un club. Un par de zapatillas, algo de ropa deportiva y un sendero alcanza. También hay aplicaciones con rutinas de entrenamiento gratuitas. Es verdad que han surgido en torno al “running” emprendimientos de diversa magnitud. Bienvenidos sean los que generan empleo y trabajo con actividades libremente elegidas por la gente.
Sin evidencia científica que lo justifique, a partir del 1 de julio la ciudad prohíbe esta práctica. Raro en un gobierno que le gusta medir y fundar sus decisiones en hechos. Antes bien parece haber sido una concesión política –según ha trascendido- a los caprichos de quien gobierna la provincia de Buenos Aires avalado por el Presidente. Seguramente nos ha de faltar información sobre los reales motivos que condujeron a esta decisión. No se conoce por ahora que el aumento de la curva de contagios en territorio bonaerense o de la ciudad obedezca a quienes corren en horario nocturno en esta última. Si esos estudios estuvieran disponibles, sería bueno conocerlos. Los corredores también sabemos de límites y cuidados.
No tendrían sentido estas reflexiones si no fuera porque la decisión tomada es expresión de una forma de obrar muy extendida en nuestro querido país: aquella que disocia causas de consecuencias y se basa más en el prejuicio y el capricho que en la evidencia y la razón. Así nos va.
Publicado en INFOBAE.
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