Mitos y creencias contra verdaderos valores sociales

Eduardo Maschwitz
Presidente del Consejo de Administración de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Premio
a la Libertad 2007, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Analizar los resultados
de una encuesta realizada en 145 países (The Economist, 11 de julio 2020) con
datos de 15 años (entre 2005 y 2019), que muestran la relación entre el
bienestar general que manifiestan sus ciudadanos y el nivel de PBI per cápita, así
como otras percepciones vinculadas a si acceden a la comida que necesitan, si
tienen amigos y parientes dispuestos a ayudarlos, si hay corrupción en el
gobierno, si se sienten seguros caminando solos por la noche en los barrios
donde viven, si hacen donaciones, si se sienten descansados, si han ayudado a
un extraño recientemente, y si viviendas dignas son accesibles en general, me
llevó a pensar en cómo pueden haber tantas contradicciones entre las propuestas
políticas y ciertas enseñanzas religiosas muy arraigadas en nuestra sociedad, y
el pensamiento general de la gente. ¿Cómo explicar esta divergencia de
objetivos y medios para encontrar la felicidad y la paz?
En todas las mediciones
mencionadas en el párrafo anterior hay una relación directa entre el nivel de
PBI per cápita y las respuestas favorables, mostrando un mayor nivel de
satisfacción o de buenos resultados cuanto mayor es la riqueza material de las
personas encuestadas. En cuanto al nivel general de bienestar la curva es
bastante inclinada, siendo inclinadísima al preguntar sobre corrupción en el
gobierno, seguridad, donaciones y comida, y bastante chatas -y con poca
inclinación- en descanso, ayuda a extraños y vivienda. Los resultados son
promedios de las mediciones sobre los 145 países y hay casos individuales donde
a mayor PBI per cápita no hay mejores resultados comparados contra otros países
con menores ingresos.
No es raro escuchar en
nuestro país manifestaciones acerca que la felicidad no está vinculada a la
posesión de bienes materiales, que hay otros “bienes” que son más importantes,
que la familia, que nuestros valores sociales y culturales o que los pobres son
los verdaderos elegidos por Dios y son los que más chance tienen de ser felices
y alcanzar la plenitud eterna. ¿Cómo explicar que nuestros líderes políticos y
religiosos no vean esta realidad y sus acciones y enseñanzas no favorezcan y
promuevan la creación de riqueza y el aumento de los bienes materiales de la
población?
Sin hacer ninguna
encuesta salta a la vista que la gente en cuanto puede se muda a mejor vivienda
y ubicada en un barrio mejor, que si puede manda a sus hijos a un colegio
privado, que en cuanto puede se inscribe en una obra social no sindical no
publica, que quiere tener un auto, comida, seguridad, esparcimiento y cultura. Que
está dispuesta a redistribuir sus ingresos en forma voluntaria y hacia donde lo
considera más apropiado, sin hacer falta el estado de intermediario para
hacerlo. Es decir, aumentar los “ricos”, y no aumentando los “pobres” es lo que
lleva a una sociedad a un mayor nivel de felicidad y paz.
Y entonces, ¿por qué se
reza en las iglesias sólo por los pobres, los humildes, y los enfermos y no se
lo hace en igual medida por los que trabajan, están sanos, dan trabajo,
realizan inventos y mejoran la calidad de vida y las posibilidades de la gente?
Porque nuestros
políticos no buscan el aumento de la inversión, del crecimiento económico, de
la estabilidad económica y dejar en libertad de acción para que los ciudadanos
elijan el mejor colegio (que sigan existiendo en competencia los públicos), o
lo mejor para atender su salud ( y que sigan existiendo en competencia los
servicios de salud públicos y sindicales), dejar mayor riqueza en manos de los
ciudadanos (con menores impuestos) para que ellos resuelvan de la manera que
prefieran sus necesidades de vivienda , la redistribución de la riqueza y el
destino de sus ahorros ( por ejemplo la jubilación).
Pero capaz, lo más
llamativo aún, (y ¿por qué cargar la responsabilidad de todo esto sólo a los
líderes políticos y religiosos?) es por qué la misma gente no exige de las
autoridades sentirse liberados para conseguir todos estos fines, que quieren
seguridad y justicia y que en el resto quieren poder elegir y ser libres de
buscar las mejores opciones para cada uno, que no es mejor ni hace falta un
gran repartidor de felicidad y recursos desde el poder, y por qué no exigen a
sus líderes religiosos rezar por tantos otros valores tan necesarios para
lograr la felicidad y tan buscados y deseados por una inmensa mayoría.
No tengo una respuesta
a este dilema, pero con seguridad esto explica por qué los lideres quieren
tener el monopolio o gran influencia en la educación, en los medios de
comunicación, en los grupos de intelectuales, el arte y los artistas, los
investigadores, en la redistribución de la riqueza, las dadivas y los aportes
económicos a comunidades religiosas. Está muy claro que a través de estos
sistemas logran influir en el pensamiento popular, restringiendo la
comunicación a sólo aquellas cuestiones que sirven a sus propios fines.
Vivimos en un ambiente
donde una élite administra el país para sus propios fines, buscando el poder a
todo costo y teniendo completamente marginados los objetivos y deseos de los
habitantes.
Esta disociación entre
la búsqueda y logro de los verdaderos valores que hacen a la felicidad de los
individuos y los objetivos de unos pocos, es que nos han llevado a una pobreza,
decadencia, inseguridades y carencias de todo tipo –crecientes- durante las
últimas décadas.
¡¡¡Cuánto necesitamos
la aparición de líderes jóvenes, nuevos y por fuera de todos los partidos
políticos actuales, como han aparecido en pocos meses en otros países y ganado
elecciones!!!!
Yo veo cada vez más un
involucramiento creciente en nuestros jóvenes, muy esperanzador, en querer
entender, hacer un diagnóstico y provocar un cambio. También se ven movimientos
muy alentadores en gente que -desde fuera de la política- quiere salir a
competir y ofrecer alternativas nuevas. Necesitamos de líderes carismáticos,
que sepan comunicar en forma clara las ventajas, o sino como mínimo el bajo
riesgo relativo, de probar alternativas radicalmente distintas a las vigentes.
Necesitamos proponer e
instalar un nuevo sistema de vida en comunidad, donde los individuos sean
respetados, sus derechos defendidos, con propiedad privada, seguridad jurídica,
con libertad de comerciar, de elegir y participar, de ser dueños del fruto de su trabajo y
usarlo como mejor les plazca, y un estado chico , eficiente y transparente que
asegure la libertad, la justicia y la seguridad, y acompañado de un plan de
largo plazo que asegure la financiación de esta profunda reconversión ayudando
a aquellos que necesiten apoyo transitorio o se vean perjudicados en el corto
plazo.
Todo esto puede hacerse
y lograrse. ¡¡¡Tengo gran confianza en nuestros jóvenes y nuevos líderes que
seguro muy pronto aparecerán ante las nuevas y próximas elecciones!!!
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