La mentira del milenio
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.




                   La mayor mentira de milenio es la de los políticos: que el gobierno sirve para defender a los débiles. Por el contrario, los ha empobrecido y debilitado. El principio filosófico, lo he dicho infinidad de veces, es que al ser el Estado el monopolio de la violencia, con la que “ordena” coactivamente a la sociedad, el criterio de organización es la fuerza favoreciéndose los más fuertes. En lo países comunistas los gobernantes viven como príncipes y en los “capitalistas” el Estado privilegia a los empresarios amigos, por caso, con fondos para los bancos con la excusa de “salvar al sistema financiero” y, por cierto, crean costosísimos ejércitos y fuerzas para defender “la patria”, léase estos privilegios.
                     Para colmo el dinero estatal sale del mercado por vía impositiva, impuestos que los empresarios derivan hacia abajo subiendo precios, bajando salarios, etc. Y así se crea la pobreza que definitivamente no es algo natural sino creado. Por el contrario, lo natural es que el buen trabajo sobre, sino fuera por esta violencia estatal que, como toda violencia, destruye. Creada esta pobreza, los políticos demagógicamente aseguran que lucharán contra ella, claro que lo harán con el dinero recaudado por vía impositiva, es decir, retirado de los más pobres para devolverles lo que queda después de la corrupción y burocracia.   
                    Uno de estos planes demagógicos es el de los “Objetivos del milenio” de la ONU que propone que para el año que viene, 2015, todos los países del mundo deberían reducir los índices de subdesarrollo a la mitad respecto de 1990. La primera meta consiste en reducir la indigencia, la pobreza de los que no tienen ni para comer lo básico. Lo primero que no se entiende es por qué tiene que tardar tanto tiempo, ya que la pobreza disminuiría rápidamente en la medida en que los Estados dejaran de crearla. Según la CEPAL, los países que no alcanzarían el objetivo son Guatemala, Honduras, El Salvador, Paraguay, Venezuela, Panamá, México y Costa Rica. Falta información de República Dominicana. Los que ya lo lograron serían Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay, y Argentina sino fuera que nadie cree las estadísticas oficiales. El resto va camino del cumplimiento.
                    Ahora, definitivamente la disminución de la pobreza no es consecuencia de la acción violenta (coactiva) de los gobiernos, todo lo contrario, desaparece cuando se retiran y dejan de destruir. Desde que el presidente Johnson inició la “Guerra contra la Pobreza” en EE.UU. en enero de 1964, el gobierno gastó la friolera de US$ $20 billones, y actualmente gasta $1 billón anual –unos US$ 9000 por pobre- en “ayudas” sociales y la desgracia está ganando ya que hoy los pobres llegan al record del 15% de la población total. 
                     Según una encuesta de la NBC, para los ciudadanos el principal causante de la pobreza es “el exceso de asistencia pública que coarta la iniciativa” y fomentar el trabajo y restablecer el matrimonio “sería la mejor batalla contra la pobreza”. Y los datos les dan la razón. Las reformas impulsadas en China por Deng Xiaoping, en el sentido de “liberar el mercado”, es decir, disminuir la coacción estatal permitiendo que las personas se desarrollen, multiplicó el PIB por diez mientras que la indigencia bajó del 41% de la población a un 5% entre 1978 y 2001 China pasó de tener en 1981 el 43% de los pobres del mundo al 13% hoy.

 

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