No sobrestimemos el riesgo de abrir las escuelas
Edgardo Zablotsky

Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago, 1992. Rector de UCEMA. En Noviembre 2015 fue electo Miembro de la Academia Nacional de Educación. Miembro del Consejo Académico de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Consultor y conferencista en políticas públicas en el área educativa, centra su interés en dos campos de research: filantropía no asistencialista y los problemas asociados a la educación en nuestro país.





Hace pocos días, CTERA publicó un comunicado oponiéndose a la, mal llamada, apertura de escuelas en la Ciudad de Buenos Aires: “Ante los anuncios de Horacio Rodríguez Larreta, de iniciar el 7 de septiembre en la Ciudad las clases en forma presencial, la CTERA expresa su enérgico rechazo a esta medida que pondrá en riesgo la vida de docentes, estudiantes y Comunidad Educativa”.
¿Es realmente significativo dicho riesgo? Esta columna presenta evidencia de otras latitudes, la cual refleja que probablemente lo estemos sobrestimando considerablemente.
A modo de ejemplo, en una nota del 26 de agosto pasado, Bob Spires, Profesor de Educación de la Universidad de Richmond, señala el resultado de la estrategia llevada adelante por Suecia, donde los alumnos menores de 16 años no dejaron de concurrir a las escuelas.
En palabras de Bob Spires: “El plan de Sueciaparece haber sido lo suficientemente seguro.Su agencia de salud informó el 15de julio quelos brotes de COVID-19 entre el millón de escolares de Sueciano eran peores que los de la vecina Finlandia, donde se cerraron las escuelas.Y los pediatras han vistopocos casos graves de COVID-19entre niños en edad escolar en Estocolmo”.
Por su parte, una nota del periódico madrileño El País, del mismo día, reporta que según las autoridades inglesas la reapertura de los colegios durante el mes de junio, hasta el receso estival, provocó muy pocos nuevos casos decoronavirus. Dicha conclusión surge de datos de 23.400 escuelas y guarderías, y 1.646.000 niños y jóvenes. En un mes, sólo se confirmaron 198 nuevos casos, de ellos 70 eran niños y los 128 restantes personal educativo. Ninguno de ellos tuvo que ser hospitalizado.
Durante ese mes de clases se utilizaron diversas medidas de seguridad como el lavado frecuente de manos, la creación de burbujas de niños que no se relacionaron con los demás y la reducción del tamaño de las clases, pero no se requirió el uso de barbijos.
El informe denominado: “Infección y transmisión del SARS-CoV-2 en entornos educativos: análisis transversal de grupos y brotes en Inglaterra”, publicado por la Agencia Inglesa de Salud Pública, concluye que “la reapertura de las escuelas se asoció con muy pocos brotes después de la relajación de la cuarentena en Inglaterra. La infección por SARS-CoV-2 y los brotes eran más propensos a involucrar a los miembros del personal, lo que pone de relieve la necesidad de mejorar las medidas de educación y control de infecciones para este grupo”.
Frente a la tragedia educativa que estamos viviendo, una apertura controlada de escuelas, manteniendo estrictamente todas las medidas de seguridad recomendadas, no parece ser una opción descabellada. Es indudable que como toda decisión que se tome frente a la pandemia involucra un riesgo que debe ser cuidadosamente evaluado, pero probablemente un riesgo que está siendo sobrestimado, y que en virtud de ello muchos chicos están viendo afectadas sus posibilidades de acceder a una vida mejor en su adultez. Nada es gratis, mantener cerradas las escuelas tampoco, no debemos olvidarlo.

Publicado en Clarín.

 

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