Guerra fría 2.0: La confrontación tecnológica (Primera Parte)

Julio Cirino
Director de GeoEconomicsGPS.
“…We are in
a competition that need not be
shooting war to be just as dangerous for us…”
Gen.
Stanley McChrystal
UN MARCO CONCEPTUAL
Lo que encaramos en estas páginas es el desafío de
integrar el pasado con el futuro, lo que sucedió, como forma de estimar lo que
sucederá. Posiblemente sorprenda al lector después de ver el título, que no
comencemos hablando de armamentos, tecnologías bélicas, confrontaciones
armadas, drones y satélites.
Sucede que, desde la perspectiva del historiador, siempre
de una forma u otra, el pasado se nos mete en el presente; y si no lo
comprendemos o lo ignoramos, no solo no nos enseña, sino que su “venganza” será
confundirnos y de la confusión nacen los errores que llevan a las catástrofes.
La llamada “guerra fría”, confrontación centralmente
política, pero con relevantes momentos de lucha armada es el choque entre la
concepción del mundo encabezada en ese entonces por Moscú y la liderada por los
Estados Unidos. Esta se produce en un contexto de países, --estados nación --
“unificados”, de mejor o peor manera (en democracia o totalitarismo) pero donde
prácticamente existe un mínimo espacio para las divisiones internas, en tanto
que amenaza de desintegración del Estado Nación y además con un mínimo espacio
para la acción de actores para o extraestatales.
Nos enfrentamos hoy con países internamente divididos,
viviendo además la reedición totalmente inesperada de las “plagas” o “pestes” cómo
se las solía llamar en siglos pasados, esta amenaza que abarca todo el planeta
hace imprescindibles gobiernos con la capacidad de ver el “hoy” tal como es,
pero simultáneamente estar pensando operativamente el “mañana” y más lejos aún.
¿Por qué? Porque vivimos en medio de un fenómeno en el que se mezclan las
nuevas tecnologías y la llamada “aceleración del tiempo histórico”.
Recordemos por un momento a Arnold Toynbee (1889-1975)
cuya obra más famosa “El estudio de la Historia” - 12 tomos – (cifra impensable
hoy en la época de las frases abreviadas que vemos en Twitter y similares) que
Toynbee escribe entre 1934 y 1961. ¿Pero qué puede aportarnos hoy Toynbee? Justamente,
una idea en apariencias muy simple, la relación “reto-respuesta”; noción que
puede explicarse en forma super abreviada diciendo que las sociedades a lo
largo de su historia van enfrentando múltiples “retos” desafíos a la
supervivencia de una sociedad determinada y que estos pueden ser de infinidad
de tipos distintos. Ahora bien, Toynbee señala que, de la capacidad de una
sociedad para “percibir” y responder adecuadamente a los retos que va
enfrentando a lo largo de su historia dependerá su suerte futura, en otras
palabras, podrá o no sobrevivir como tal. Y de nuevo, es la historia la que nos
muestra que en su transcurso civilizaciones consideradas extremadamente
poderosas simplemente se extinguieron, mutaron o fueron reemplazadas por otras.
Se me ocurre que este planteo está hoy más vigente que
nunca, multiplicado a escala casi “astronómica” por lo que mencionábamos
arriba, la “aceleración del tiempo histórico” cuyo ejemplo más actual es la
casi instantánea expansión de la pandemia que llamamos COVID 19 y que tratamos
de atravesar.
¿Por qué resulta relevante entender este concepto? Porque
durante siglos los tiempos de las sociedades estuvieron marcados por las
interacciones internas y externas que a su vez estaban condicionadas por dos
factores preponderantes: moverse y comunicarse.
Moverse por centurias refirió al barco a vela, al caballo
o la capacidad del hombre de simplemente caminar, y comunicarse era la función
de un mensaje “verbal”, más tarde pudo ser escrito, que seguía en su devenir
esclavo de la distancia.
Estos factores eran y son indispensables cuando se trata
de entender los requerimientos actuales; por qué. Porque la intercomunicación y
más aún la interacción generan respuestas que a su vez detonan nuevos
intercambios.
Retrocedamos y comparemos; si nuestra comunicación -
interacción- está condicionada por la velocidad de un caballo, el requerimiento
de respuesta sufre el mismo condicionamiento. Saltemos ahora al siglo XXI, año
2020, la comunicación se da en tiempo real, o con un “delay” de minutos
en el peor de los casos.
Esta es la base de lo que se denomina “aceleración del
tiempo histórico” (obviamente no es lo único, la velocidad de transporte, sus
distancias, los vehículos, etc., todo trabaja en la misma dirección) y tiene
consecuencias imposibles de evitar, lo más significativo, tanto en el mundo de
la política, incluida la guerra, como en la economía, es que en todos esos campos, el “tempo” de
la interacción se acelera
exponencialmente.
Claro que Toynbee no podía siquiera imaginar esto, sin
embargo, ya señala la necesidad de responder al desafío planteado por la
relación “reto-respuesta”.
El otro factor que no puede obviarse es que todo aquello que se mueve, no importa
si a pie, a caballo, en barco, por
correo electrónico, tweet, video conferencia o link satelital, nos referimos a
la información, pieza clave para la decisión correcta, tanto en tiempo de paz y
más aún en medio de la confrontación, pero la “información” particularmente si
es de calidad, no abunda, lo que nos abruma es la “data” (los datos) que suelen
confundirse con información, o peor aún con “conocimiento”.
Hoy, en un mundo cada vez más digitalizado donde por
momentos parecería que la computadora reemplazará a la inteligencia humana, es
prudente entender que puede esperarse de ellas y en qué terreno, el ser humano
seguirá siendo irremplazable.
No pocas veces he visto las expresiones, “datos”,
“información” y aún conocimiento, utilizados en forma indistinta y sin embargo
son esferas de comunicación que operan en planos muy diversos. Las computadoras
hoy manejan billones de datos, el creciente uso de la inteligencia artificial
puede asociarles y relacionarlos a velocidades que ningún humano podrá igualar;
sin embargo, cuando llega el momento de hablar de “conocimiento” entendido en
su acepción cuasi filosófica, será la mente del ser humano la que tome el
timón, y esto, al menos por ahora no puede obviarse.
Es este, en forma muy abreviada un pequeño marco
conceptual que resulta el cimiento sobre el que se apoya la discusión sobre lo
que denominamos Guerra Fría 2.0 . La confrontación tecnológica tan relevante
hoy, es, sin embargo, lo que en filosofía se conoce como “subordinada” es decir
que, independientemente de su propio espacio técnico más que relevante, siempre
operará como una consecuencia de las decisiones políticas, hijas a su vez de
una visión filosófica de la actividad humana.
La coherencia de las naciones y su crecimiento se apoya
en la creencia que sus instituciones son capaces de prever las calamidades
inevitables, reducir su impacto y restaurar la estabilidad rápidamente. Sin
embargo, cuando la pandemia del COVID 19 concluya, y en algún momento lo hará,
las instituciones de muchos países, particularmente en nuestro hemisferio,
serán percibidas por el grueso de la población, como habiendo fallado. Podemos
discutir si esto es justo, pero la realidad es que el mundo después de la
pandemia ya no será igual.
LA GUERRA FRIA 2.0. “VIEJOS” Y NUEVOS “JUGADORES”
Si 20 años atrás alguien me hubiera señalado que hoy
estaríamos no solamente en medio de una moderna “plaga” (pandemia) sino que
además el mundo enfrentaría una nueva confrontación donde el sistema republicano
se ve enfrntado por una superpotencia heredera del marxismo-leninismo y no solo
ello, sino que ideas del progresismo “socialista” serían nuevamente “moda”
posiblemente me hubiera reído de su imaginación. A lo dicho se suman los
movimientos conocidos como “populismos” que en medio de la rivalidad político
comercial de las grandes potencias introducen el factor de lo impredecible en
el panorama internacional.
Vale la pena aclarar que no pocos especialistas consideran
que los fenómenos populistas deben analizarse en los marcos nacionales y la
lucha por la supremacía en el de las relaciones internacionales, no son pocos
los que suponen que el populismo es por definición aislacionista y hasta cierto
punto algo xenófobo. Sin embargo, la creciente relevancia de las llamadas
“operaciones en red” hacen pensar en la emergencia de movimientos populistas
mas o menos violentos dentro de comunidades consideradas democracias
A esto debemos necesariamente sumarle los llamados
actores extra o para estatales en su variable delincuencial, mafias, carteles
de la droga y organizaciones como Primeiro Comando, los múltiples carteles
colombianos, las maras que operan en Centroamérica, las viejas FARC recicladas,
Comando Vermelho y tantos otros grupos operarían por todo el hemisferio,
conformando lo que denominamos “la tormenta perfecta” una historia difícil de
aceptar como posible, sin embargo, está sucediendo. El otro factor que no
podemos dejar de lado es que a diferencia de 20 años atrás hoy las fuerzas
políticas y económicas operan en red, y no solamente en las obvias redes
sociales, sino en estructuras nodales (nodos) que permiten producir globalmente
operaciones político-económicas, que muchas veces nos recuerdan a los viejos
juegos de espejos, donde la porción de realidad es mínima y lo que importa es
generar las percepciones que se desean inducir en la población. La gran ventaja
de estas operaciones no solo es su bajo costo, sino que, bien desarrolladas son
capaces de generar una especie de realidad paralela, que no pocos perciben como
la auténtica son las conocidas “campañas de desinformación”.
Es en este contexto que tal y como sucedió en la guerra
fría se enfrentan dos superpotencias filosófica y políticamente divididas; Trump
planteando que “América nunca será un país socialista” y Xi Jinping afirmando
la relevancia del Marxismo como el fundamento de la ideología del Partido
Comunista Chino. A diferencia del pasado, la rivalidad chino estadounidense
tiene una dimensión “ciber” impensable 40 años atrás. Si la guerra fría 1.0 se
centraba en operaciones militares bajo la amenaza de las ojivas nucleares, la
guerra fría 2.0, al menos por ahora, se centra en la innovación tecnológica, la
confrontación económico-comercial y en las aplicaciones de software convertidas
en potenciales armas.
Internet emerge increíblemente como una potencial
“tecnología de control” y no solamente un medio de comunicación y difusión. La
llamada “internet de las cosas” conectando literalmente billones de
dispositivos tiene ya un valor geoeconómico enorme que además va en aumento.
China a pesar de la creciente oposición de Estados Unidos, continua haciendo
cada vez mas fuerte su postura,
particularmente imponiendo hoy a Huawei
y sus redes de 5G en diversos países de occidente, mediante una política
de precios super competitivos, sólo posible por el respaldo abierto del Partido
Comunista Chino.
No debemos perder de vista al entonces presidente Bill
Clinton, cuando en el año 2000 afirmó que “los intentos chinos de controlar
internet son como intentar clavar un bloque de gelatina en una pared…”
Hoy China emerge como la segunda economía mundial
mientras que el Partido Comunista Chino perfecciona su control del poder y Xi
Jinping reedita la versión de los antiguos “hijos del cielo” (nombre que se le
daba al Emperador de China). Y es importante tener presente que el “hijo del
cielo” gobierna sobre la “Tianxia” que puede traducirse por todo aquello bajo
la bóveda celeste.
Sucesor moderno de la Gran Muralla China, hoy china se
rodea por la Gran Muralla Electrónica (Great Firewall) que le permite bloquear
la internet global y a la vez la posibilita a Pekín interferir en el resto del
planeta.
El punto central para el análisis es lo que señalamos ya,
que Estados Unidos y China operan en base a dos sistemas políticos que se oponen
diametralmente al igual que sus valores. A partir de la crisis financiera de
2008-2009 los líderes de China son cada vez más abiertamente críticos de lo que
perciben como debilidad de las democracias al tiempo que reafirman que su
modelo autoritario que privilegia la estabilidad política (recordemos que ahora
Xi es casi un “emperador vitalicio”) y el orden social sobre los llamados
“derechos individuales” o la libertad de expresión.
La segunda parte de este trabajo va a centrarse en un
análisis de los actores extrarregionales (China, Rusia e Irán) en el marco de
la confrontación que también abarca a Nicaragua, Venezuela y Cuba en un marco
de enorme inestabilidad y en medio de una pandemia que nos recuerda a las
“plagas” del siglo XIV
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