Lo Institucional y lo Social en la Política y la Economía Latinoamericana
José Verón

Se ha dedicado a investigar en las ciencias sociales, especialmente en el derecho, la economía, la administración, la psicología social y  el periodismo.  Su actividad principal es la docencia, en la que ejerce desde 1997, y la mediación, desde 2002.



      En psicología social, se postula que lo institucional es una continuación de lo social. Esto es decir, lejos de ser ámbitos o aspectos de la realidad que se oponen, son una sucesión, una serie de continuidad. Son ejes fundamentales en psicología social. Esto se puede observar, con alguna sagacidad, también en la economía
      América latina, en general, ha trasplantado e implantado diseños institucionales. Lo hizo primero de la España colonial, y de su sistema rentístico, y luego presto atención a otros modelos, en especial, el norteamericano. Estos diseños eran vividos a veces como más o menos “auténticos” o “inauténticos”, con éxito diverso y las más de las veces tumultuoso, con paralelismos y simultaneidades en américa latina
      Mientras que su vida social-en América latina-- corría por un andén paralelo, las mas de las veces, bastante alejado de esta institucionalidad trasplantada. Las grandes capitales estaban a gusto con esta institucionalidad, pero el interior profundo, los desiertos y las pampas, las selvas y los hielos, no tanto
             Esto ha traído consecuencias para latinoamérica. Concretamente, las regiones más avanzadas recelan de los habitantes del interior profundo, no llegando a veces a advertir que, su socialidad, implica también una institucionalidad. Y a su vez los habitantes del interior profundo, recelan de la gente de las metrópolis, sin advertir las mas de las veces que, esta institucionalidad, que les es algo ajena, implica también una socialidad. Estos recelos son fuertes y atraviesan la historia política y cultural de la región. Y esto teniendo en cuenta que es también conocido que el crecimiento y el desarrollo económico no se dan en el vacío, van al mismo tiempo que el desenvolvimiento cultural, que lo refleje y no le sea un obstáculo actitudinal. Son conocidos y difundidos los estudios institucionalistas y culturalistas en socio-economía, en los cuales se rescata, además de la importancia cardinal de las normas, la importancia central de estos aspectos para el crecimiento y el desarrollo económico; tanto como un caldo de cultivo de este, como su reaseguro y sostén. Como prevención, por ejemplo, del derroche y despilfarro del gasto público y su subsecuente monetización inflacionaria, del así denominado déficit spending, tan frecuente y cíclicamente repetitivo en las gestiones irresponsables y populistas de Latinoamérica. O también, como prevención del irrespeto al derecho de propiedad, con sus devastadoras consecuencias sobre la salud de la economía y de la sociedad y sobre la libertad, tanto económica como política y jurídica
              Esto quizá implica la necesidad de una doble toma de conciencia. Por un lado, hacerse cargo epistemológicamente que una institucionalidad implica también una socialidad, que siempre esta, y una socialidad implica una institucionalidad, que también siempre esta. Advertirlo y apercibirnos –metapercepción o percepción de segundo grado--de esto, seamos de las metrópolis, seamos de los interiores, cualquiera nuestra postura político-económica
      Y por otro lado reconocer que, los otros, también cuentan con ambas cualidades, también están dotados, de socialidad, y de institucionalidad. En la medida que podamos generar dialogo e interacción entre estas socialidades y estas institucionalidades, favoreciendo la complementación entre las cuatro facetas o combinatorias, habrá mayores posibilidades de integración y de sinergización, quizá hasta de círculos virtuosos
      En Argentina, las más de las veces, la institucionalidad de las urbes despreciaba, probablemente sin mala fé, todo lo autóctono. Ciertamente, y de manera clara, las urbes proponían modelos más avanzados de integración, diferenciación y coordinación, mas basados en la solidaridad orgánica que en la solidaridad mecánica. O más en la noción de sociedad que en la de comunidad
          Pueden integrarse ambos modelos. Es posible, siempre y cuando haya un intento por acoger lo diferente, por ver que, en esos otros modelos o esquemas, laten posibilidades y virtualidades que nos pueden enriquecer a todos
                En este sentido, la tolerancia hacia lo diferente, la flexibilidad y ductilidad—en lo posible--, el estar dispuestos a realizar y aprovechar un aprendizaje, son, o eran, quizá, cualidades poco preeminentes en los países hispanoparlantes
       La posibilidad de saber que los encuentros culturales nos enriquecen, es clave para la cohesión social e inter-regional, inter-espacial, de manera de favorecer las sinergias y evitar las reticencias y las resistencias, los “trabajos a reglamento”, por así decirlo,  y las faltas de colaboración y entusiasmo y motivación en el empeño por el crecimiento y el desarrollo socio-económico. Nunca, en este sentido, es desdeñable el “factor humano”, si queremos que la gobernancia no adolezca de falta de gobernabilidad
      El “malestar en la cultura” es inevitable, pero quizá, solo quizá, si las naciones avanzan sucesiva y gradualmente hacia una mayor integración de las diferencias, respetando las particularidades propias e idiosincráticas, las sinergias tanto sociales como comunitarias serán más posibles, y de esta forma, mayor la posibilidad de que el crecimiento económico sea posible, desde lo social, y pueda revertir favorablemente a todos. Se hace central el respeto por los derechos del otro, como correlato al auto-respeto que también exigimos
      Lo institucional es un correlato de lo social, en psicología social, porque lo institucional, bien entendido, es una cristalización de lo social. Por ello es también importante superar la antinomia de latinoamérica, en la que las gestiones que atienden con relativo éxito cuestiones sociales son a veces perniciosas institucionalmente, y las gestiones de importancia institucional son lamentablemente sentidas como de poco avance social por una vasta mayoría. Sea como policy-makers, o como policy advisors, o desde el llano, como ciudadanos, si queremos prevenir el populismo económicamente demagógico, nos tenemos que preocupar por superar esta antinomia, tan típica de américa latina y que constituye también un campo de estudios humanísticos y de aproximación humanística a la economía; el campo de la economía social, y el campo de la economía institucional, no competitivos, sino complementarios
     Los estudios de H. de Soto son un fiel reflejo de esta aproximación, que también arroja resultados inesperados a primera vista, aunque presentidos, y muestra la línea de continuidad entre lo social y lo institucional. Los movimientos por la titulización y el empoderamiento de los property rights son bien conocidos y de conclusiones paralelas a estas proposiciones
         En donde hasta podemos observar una “espontanea”  tendencia hacia la institucionalidad, como fruto de un proceso de mercado, para utilizar los términos de los austriacos, como una praxeología que deviene en una cataláctica, donde también se puede observar, como de lo mas “social” se produce un corrimiento espontáneo hacia lo mas “institucional”, o, mejor, hacia la institucionalización, en el buen sentido de la palabra, de esa socialidad; donde suelen surgir cuestiones hasta cierto punto isomórficas, típicas y necesarias, en los procesos. Y que son valiosas y fructíferas como aprendizaje
    De la integración de la economía social y la economía institucional no podemos esperar sino resultados fructíferos política y académicamente. De la apertura de la economía a las humanidades también.
 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]