Hopin, la “alergia al mundo” y el lado humano de la innovación
Federico Fernández
Senior Fellow del Austrian Economics Center (Viena, Austria). Presidente de la Fundación Internacional Bases (Rosario, Argentina). Premio
a la Libertad 2005, otorgado por la Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Hopin
es uno de los recientes unicornios tecnológicos (compañías cuya valuación
alcanza los mil millones de dólares). La empresa se presenta como una suerte de
Zoom más humano, dinámico e interactivo. En su website describen lo que quieren lograr de la
siguiente manera:
“Cuando empezamos a diseñar Hopin hace unos
años, nuestro objetivo era dar a los organizadores la posibilidad de recrear
(lo más cerca posible) la experiencia del evento en persona, pero en línea y
todo en un solo lugar.
“No existía nada como esto y sabíamos que sería
una tarea difícil. Pero con el tiempo, hemos creado algunas características
innovadoras que le ayudan a conseguirlo.
“Con Hopin, puedes crear eventos online en vivo
que son interactivos y personales”.
La empresa acaba de cerrar su segunda ronda de
inversión (Serie B) en la cual obtuvo 125 millones de
dólares.
Ello se suma a la primera ronda, llevada a cabo hace tan sólo unos meses, en la
cual había levantado otros 40 millones. A su vez, la nueva ronda se hizo
estimando una valuación de la compañía de 2.125 millones de dólares.
Alérgico al mundo
La historia de Hopin es inseparable de la de su
fundador, Johnny Boufarhat.
“Hace cinco años tuve una rara y grave reacción
a un medicamento que había estado tomando y terminé siendo alérgico al mundo.
Esto no es una exageración. Mi sistema inmunológico entró en una hiper
aceleración aparentemente permanente. Fue tan malo que durante años, apenas
pude salir al exterior. Lo que, entre otras cosas, significó que me quedé
atrapado dentro de casa contra mi voluntad antes de que fuera cool”, cuenta Johnny.
Boufarhat es el primero en admitir que, pese a
todo, tuvo suerte. Cuando sufrió este drama de salud ya existían herramientas
como Facebook, Twitter, Slack o Facetime. Ellas le permitieron mantenerse
activo y conectado, pese a no poder salir al exterior.
Sin embargo, algo faltaba. En palabras del
fundador de Hopin:
“Había algo que no podía hacer, algo que echaba
de menos de mi vida anterior y que no podía reproducir en mi mundo digital.
Quería ir a los eventos. Quería conocer gente. Quería escuchar grandes
discursos. Quería ir a sesiones de grupo donde pudiera aprender de la gente e
interactuar con ellos. Y quería tener la oportunidad de experimentar esos
momentos orgánicos de networking que pueden ayudar a hacer tu carrera”.
El lado humano de la
innovación
A suplir esta falta se acometió Johnny creando
ese “ámbito virtual” capaz de replicar lo más cercana posible la experiencia de
un evento cara a cara. La tarea no fue sencilla y él confiesa que lanzar Hopin
le tomó un año y medio de programación de código.
Su creación es hoy día un doble unicornio que
es utilizada por gigantes como Unilever, el Wall Street Journal o la
Organización de las Naciones Unidas (ONU).
No obstante, la principal lección que nos deja
la historia de esta empresa no es monetaria.
Lo que Hopin nos enseña es cómo, a través de la
innovación, la creatividad, el trabajo duro y el emprendedorismo podemos
involucrarnos en la resolución de problemas. Y cómo, efectivamente, podemos
mejorar el mundo.
La historia de Johnny Boufarhat nos muestra a
alguien que puso manos a la obra para mejorar su situación (y la de muchos
otros). Es necesario entender cómo los innovadores mejoran nuestras vidas en
aspectos que van mucho más allá de lo material.
La valuación de más de 2.000 millones de
dólares de Hopin es secundaria cuando se matiza respecto de lo que
verdaderamente nos brinda: la posibilidad real de conexión entre personas que,
por distintos motivos, no pueden reunirse en el mismo espacio físico.
Así, la innovación es una manera de, como explicó Paulo VI en la Encíclica Populorum Progressio, alcanzar el
verdadero desarrollo. Esto es “el paso para cada uno y para todos de
condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas”.
Si queremos un mundo más humano tenemos que
abrazar la innovación.
Fuente: Somos Innovación
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