La revista Time y la novela del fraude bueno
Karina Mariani
Directora del CLUB DE LOS VIERNES Argentina.





¿Se puede hablar de fraudes buenos? Hagamos este test para nuestro interior, sólo como método de autoconocimiento: Si tuviéramos la oportunidad (sin sufrir ninguna consecuencia) de viajar al pasado y hacer fraude en una elección en la que nos parece que el ganador fue negativo para el país: ¿lo haríamos?
Esta loca aventura hacia nuestro interior totalitario tiene un sentido, vamos por partes. Hace escasas horas se produjo uno de los eventos político/mediáticos más reveladores de los últimos tiempos. La megafamosa y ultra influyente revista TIME publicó un extenso artículo en el que narra una historia que parece ficcionada por un novelista barato. En efecto, cuenta “la historia secreta” de un entendimiento clandestino entre personas provenientes de diversos sectores e ideologías, para manipular la información y el accionar de las instituciones con el propósito de perjudicar a Trump en las elecciones del 3 de noviembre.
La autora del artículo es Molly Ball, famosa periodista y biógrafa de Nancy Pelosi. Según Molly, el hecho de que esta conjura saliera a la luz, obedece al ansia de los conspiradores en cuestión por mostrar su proeza beata. Según los conjurados la democracia es frágil y debe ser defendida más allá de la legalidad y de la voluntad popular. “El sistema no funciona mágicamente. La democracia no es autoejecutable”, sostienen.
El artículo tiene un título provocativo: "La historia secreta de la campaña en la sombra que salvó las elecciones de EEUU". Es una provocación de cabo a rabo al decir abiertamente: "A los pocos días de las elecciones, fuimos testigos de un esfuerzo orquestado para ungir al ganador, incluso cuando todavía se estaban contando muchos estados clave. En cierto modo, Trump tenía razón".
Se trata de una versión cínica del viejo principio que reza que “el fin justifica los medios”, en el que TIME asume oronda que se perpetró esta confabulación por el bien de los EEUU. Los detalles son grotescos y en muchos aspectos inverosímiles. Aparentemente un grupo de poderosos de distinta intensidad sumado a varias corporaciones urdieron un plan maestro por zoom que fue, no obstante, implementado con enorme precisión y que redundó en cambios en las leyes electorales y otras maldades, para así salvar a la democracia del peligro trumpista. Todo esto pergeñado entre activistas de izquierda y élites económicas (sic). TIME describe detalles del complot: "Esta es la historia interna de la conspiración para salvar las elecciones de 2020, basada en el acceso al funcionamiento interno del grupo, documentos nunca antes vistos y entrevistas con docenas de personas involucradas de todo el espectro político. Es la historia de una campaña creativa, decidida y sin precedentes cuyo éxito también revela lo cerca que estuvo la nación del desastre. (...) Al dirigir la cobertura de los medios y controlar el flujo de información, no estaban manipulando las elecciones; la estaban fortaleciendo”
EL UNIVERSO PROGRESISTA
El artículo es adictivo en el peor sentido de la palabra, seamos sinceros. No se ahorra ni un paso de la estructura de un episodio de Pinky y Cerebro o de Phineas y Ferb. TIME señala como el gran arquitecto de la conspiración a un tal Michael Podhorzer, director político de la AFL-CIO, una importante federación de sindicatos enfrentada con las políticas migratorias de Trump. Según cuenta Molly, Podhorzer mantuvo reuniones a través de Zoom “con su red de contactos en todo el universo progresista”, vale decir: el movimiento sindical; la izquierda institucional, Planned Parenthood y Greenpeace; grupos como Indivisible y MoveOn, donantes y fundaciones, organizadores de base a nivel estatal, activistas raciales... todos esos conjuraditos enroscándose durante un año sin que se levantara la perdiz y nadie se enterara hasta ahora que TIME nos abre los ojos. No lo sé, Rick.
¡Las revelaciones siguen! Para asegurar el “voto bueno”, los conspiradores necesitaban dinero y es aquí donde el artículo relaciona las subvenciones brindadas por el gobierno en plena pandemia a las oficinas electorales con su poder de lobby: “Dirigidos por la Conferencia de Liderazgo en Derechos Civiles y Humanos, más de 150 organizaciones firmaron una carta a cada miembro del Congreso en busca de $ 2 mil millones en fondos electorales. Tuvo algo de éxito: la Ley CARES, aprobada más tarde ese mes, contenía 400 millones de dólares en subvenciones para los administradores electorales estatales. Pero el siguiente tramo de fondos de ayuda no se sumó a ese número. No iba a ser suficiente”, acá TIME que deja trascender que esta movida pasó inadvertida para todos los congresales trumpistas. Ni uno solito se avivó, según este artículo.
Sorprendentemente, TIME valora positivamente el denunciado accionar de la alianza secreta como un “esfuerzo en la sombra dedicado no a ganar el voto sino a garantizar que fuera libre y justo, creíble y no corrupto. Su trabajo tocó todos los aspectos de la elección. Consiguieron que los Estados cambiaran los sistemas de votación y ayudaron a asegurar cientos de millones en fondos públicos y privados. Se defendieron de las demandas por supresión de votantes, reclutaron ejércitos de trabajadores electorales y consiguieron que millones de personas votaran por correo por primera vez. Presionaron con éxito a las empresas de redes sociales para que adoptaran una línea más dura contra la desinformación y utilizaron estrategias basadas en datos para combatir las difamaciones virales”
UNA REVOLUCION
La revista TIME ensalza el poder de Podhorzer hasta el paroxismo, un señor que habría comenzado a trabajar desde la mesa de la cocina, organizando reuniones de Zoom de dos horas y media con otros complotados. Gracias a estas reuniones presionaron al Congreso para que financiara la votación por correo y persuadieron a Zuckerberg, de que contribuyera con cientos de millones de dólares a la “financiación de la administración electoral”. También desde la mesita de la cocina la campaña hizo esfuerzos legales para cambiar los procedimientos de votación durante la pandemia de COVID, lo que llevó a una “revolución” en la votación por correo: “Sólo una cuarta parte de los votantes emitieron sus votos de la manera tradicional: en persona el día de las elecciones”, señala Molly. El grupete de Podhorzer también utilizó un “proyecto secreto sin nombre” para luchar contra la “desinformación” que consistía en “presionar a las plataformas para que hicieran cumplir sus reglas, ya sea eliminando contenido o cuentas que difunden desinformación”.
Ah, según TIME los muchachos de Podhorzer “decidieron explotar los violentos disturbios por la muerte de Floyd en mayo para aprovechar su impulso para las elecciones sin permitir que los políticos lo coopten”. ¿Y hay más de los superpoderes de Podhorzer!, según Molly:  “en la sombra” estaba coordinando esfuerzos con una “red de movilización nacional” a la que se le dijo que “se retirara” después de que parecía que Biden sería el ganador. Más tarde, dice TIME, la red de Podhorzer decidió asegurarse de que hubiera pocos contramanifestantes en la manifestación Stop the Steal del 6 de enero en Washington, DC, asegurando que la culpa de lo sucedido recayera en Trump.
El artículo de Molly comprime un año de pandemia, pujas internas de los demócratas y de los republicanos, peleas y traiciones nacionales y locales, batallas económicas y tensiones internacionales en una simplificación apta para mentes simples ¿Para qué publica TIME este artículo y por qué lo hace ahora? ¿Se trata de provocar acciones de parte del trumpismo en vísperas de un improbable impeachment a ver si con un par de manifestaciones la cosa remonta? O al revés, ¿se trata de ceder un poquito la cuerda desde un medio absolutamente antitrumpista a ver si con el “viste que teníamos razón” la cosa se calma? ¿Es un ensayo de oposición controlada que viene de donde menos se esperaba? Las razones pueden ser varias, nada es tan simple como el guión de Molly.
JORNADA TRAGICA
Hace tan solo un mes del asalto al Capitolio y aún se siguen sumando conjeturas acerca de las razones, de los beneficiados, de los protagonistas y en definitiva de lo que realmente pasó durante esa jornada trágica. Pero sin dudas fue el evento que abrió la puerta a un delirante proceso de destitución de un tipo que no se puede destituir porque no tiene cargo. Un evento que mostró una coordinada acción de cancelación masiva que atacó la libertad de expresión de forma global y que tuvo como resultado críticas y juicios inesperados a los nuevos Savonarolas de las Big Tech. Un evento que partió más las aguas, una conmoción que no cesa. Aún no hace un mes que Biden es presidente. La pintura está fresca, bah. ¿Para qué demonios agitar las aguas?
Por momentos el artículo de TIME parece una pieza de humor perverso destinado a patear en el piso a los caídos. Develar en estos sangrantes momentos una conspiración regenteada por un sindicalista de segunda que coordinó un fraude blanco protagonizado por industrias, sindicatos, grupos ideológicos y élites poderosas para evitar un segundo mandato de Trump: ¿Qué mensaje estarían enviando? Según la revista, los santos conspiradores no se limitaron a las elecciones sino son capaces, con un simple mensaje de whatsapp, de armar y desarmar protestas a su antojo. ¿Desean provocar la desazón de los antisistema que creyeron tocar el cielo en 2016? Algo así como: ya nunca nos volveremos a distraer, malditos trumpistas.
CHIVO EXPLICATORIO

¿O bien se trató de un artículo que buscó poner nombre y cara al conjunto de pruebas que provocan el malestar de la mitad del país? Un intento de canalizar amores y odios, el “chivo explicatorio” al que aludían los geniales Les Luthiers. En el artículo que por cierto llamó la atención del mundo y que logró el escándalo deseado se lee: "Los involucrados quieren que se cuente la historia secreta de las elecciones de 2020, aunque suene como un sueño febril paranóico: una camarilla bien financiada de personas poderosas, que abarcan industrias e ideologías, que trabajan juntas detrás de escena para influir en las percepciones y cambiar las reglas y las leyes, dirigen la cobertura de los medios y controlan el flujo de información”... ¿De verdad desea la revista TIME vender la historia de que Podhorzer, a través de reuniones virtuales y memorándums baratos consiguió que tanto el Congreso, como Silicon Valley y Black Lives Matter se pusieran a su servicio porque creyeron en su causa?
Las últimas encuestas indican que ha crecido la desconfianza de los electores en el sistema que elige a quien rige el país más poderoso del mundo. Los días previos a las elecciones estadounidenses el porcentaje de público que no esperaba conocer al ganador en la noche de las elecciones aumentó gradualmente y a finales de octubre superaba el 70%. La mayoría se había resignado a esa anomalía. Tal vez de normalizar trampas y anomalías se trate. Controlar y encausar la desconfianza, justificar parte de los abusos, ocultar otros.
El artículo de TIME no debería tomarse con ingenuidad porque no fue escrito ingenuamente. Instala una idea que está flotando en todo lugar donde exista la grieta: ¿Qué no haríamos para que pierda el otro? El artículo vende que estos ardides veniales los pueden realizar personas normales, con mucha voluntad y esfuerzo y que además son justificables y hasta deseables por el bien común o para enfrentar al enemigo político. Para el lector de la revista TIME este artículo parece ser un servicio de justificación y edulcoración de ese deseo.
Volvamos al viaje a nuestro interior totalitario: ¿qué no haríamos para que no gane el político que odiamos? Es la polarización, estúpido.

Publicado en La Prensa.

 

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