La insoportable levedad de Ursula von der Leyen
Karina Mariani
Directora del CLUB DE LOS VIERNES Argentina.




Una de las características más notables del fenómeno covid, es la mamushka de crisis sobre crisis que ha desatado y que se van acumulando, una sobre otra, poniendo en duda casi todo lo que parecía sólido e inobjetable. Así, la “crisis de las vacunas”, el vodevil estelarizado por presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen dice varias cosas sobre la fragilidad de los acuerdos, sobre la capacidad de gestión de la sobrepaga burocracia de Bruselas y sobre todo, sobre lo rápido y fácil que los dirigentes pueden caer en el ridículo papel de un tirano bananero cuando se les pone presión.
La historia es bastante famosa: al comienzo de la pandemia, la Comisión Europea tomó la responsabilidad del abastecimiento de las vacunas, a pesar de las críticas sobre su limitada competencia. Bruselas estaba convencida de que su tamaño y de la eficiencia de su burocracia le permitirían tomar la delantera y mostrar los beneficios de la unidad europea. Así el ejecutivo europeo fue el encargado de negociar los contratos con los fabricantes de vacunas en nombre de los 27 Estados miembros. La estrategia de negociación a cargo de la presidente Von der Leyen, sufrió una serie de traspiés, el más resbaloso de los cuales ocurrió cuando la farmacéutica AstraZeneca anunció que iba a entregar menos de la mitad de las dosis prometidas para la UE.
La gestión ya era blanco de críticas por la demora en firmar los acuerdos y por la falta de transparencia, pero los retrasos en las entregas aumentaron la presión sobre la Comisión Europea, tanto respecto de los ejecutivos de los Estados miembros como de la, cada vez más impaciente, opinión pública. Para colmo los promocionados éxitos de las campañas de vacunación del Reino Unido, Estados Unidos o Israel no hicieron más que echar sal a las heridas.

Una burla

Como la disputa se centró en el contrato con la farmacéutica, la Comisión lo publicó. Bueno, es una forma de decir, lo publicó pero más o menos, ya que ocultó muchísima información. Sólo quien no tiene la menor conexión con la realidad o se piensa por encima del resto de los mortales, no registra lo ofensivo de esta acción. Lo que podría haber sido a favor se convirtió en una burla que poco aportó al esclarecimiento de la disputa. La realidad es que para la época en que la Comisión firmó el contrato con AstraZeneca, Gran Bretaña lo tenía firmado hacía meses. 
Ante el pánico por la falta de dosis, Úrsula transmutó volviéndose torpe y amenazando a la farmacéutica con medidas que le impedirían exportar las vacunas que produce en plantas que se encuentran en territorio europeo, y no tuvo mejor idea que activar el control de la exportación con un instrumento que incluía la suspensión de la aplicación del protocolo que impide una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte del Acuerdo del Brexit. El lío fue mayúsculo e Irlanda, claramente, se indignó. Este insensato movimiento abría la caja de Pandora arriesgando años de negociación y sentando pésimos antecedentes. La medida que intentaba compensar los errores corría el riesgo de generar, además, fundadas acusaciones de proteccionismo.
Con esta levedad, Úrsula y los suyos quisieron presionar a AstraZeneca para que usara su producción en Gran Bretaña y la mandara a la UE, gatillando el artículo 16 del Brexit que le permite establecer el 'hard border' después de años de tira y afloje. A la primera de cambio, (para salvar su pellejo) mandaron por el caño todo aquel floreado principismo invocado en la defensa de la paz de Irlanda, la razón por la cual casi fracasan las negociaciones. También fue Úrsula la única que consiguió que Johnson y la República de Irlanda unieran sus gritos furiosos por el mismo tema... Úrsula logró fortalecer a Johnson que, con todo lo que ha comprado, puede vacunar hasta a las ovejas de Escocia y Gales. “Ni siquiera deberíamos haber pensado en el artículo 16”, dijo más tarde Úrsula: "Me arrepiento de ello. La comisión tomó alrededor de 1.500 decisiones en un corto período de tiempo y casi 900 decisiones de emergencia bajo una presión muy alta”.

Tic socialista

Ya sean las limitaciones de la propia dinámica de la Comisión o de la misma Von der Leyen, lo que quedó de manifiesto es que, ante la presión, Úrsula reaccionó amenazando con cerrar las fronteras a la exportación de vacunas, cosa típica de los dirigentes más incapaces e ineficaces del socialismo hispanoamericano. ¿Qué pasaría si ante las frustraciones propias de la gestión de la crisis, todos los países del mundo se ponen a impedir la exportación de bienes? Después de todo, todos pueden alegar que sus ciudadanos están primero y medidas así pueden afectar desde alimentos hasta combustibles. 
Aunque los miembros de la Comisión pretendan otra cosa, la demora en los pedidos se traslada a las entregas, las farmacéuticas no dan abasto y los reclamos por la falta de suministros abundan en medios y redes. La cosa es que Hungría ya se hartó de esperar y comenzó a hacer rancho aparte buscando vacunas rusas y chinas por su cuenta. "Tras la epidemia, los Estados miembros tendrán tiempo de examinar si fue una buena decisión confiar la compra de vacunas a Bruselas", dijo el primer ministro Viktor Orbán. La política se cuela en la gestión de la salud, inevitablemente y revela que los desmanejos relacionados con los lobbies se pagan caro. 
El primer ministro checo, Andrej Babiš, dijo que podría otorgar una aprobación de emergencia a las vacunas no aprobadas por EMA: “He hablado sobre la vacuna rusa y sobre la vacuna china con la canciller Merkel, y tanto el canciller como el primer ministro bávaro están pidiendo sin ambigüedades que esta vacuna sea aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos”, dijo Babiš. "Ahora, por supuesto, queremos considerar, si conseguimos la vacuna, seguir un camino similar al que hizo Hungría porque el tiempo es esencial".

Rivalidad entre fabricantes

Mientras hacia mediados de 2020 Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón y Canadá se aseguraban lotes de la vacuna de Pfizer de BioNTech, la UE negociaba con Sanofi y AstraZeneca y recién en los últimos meses del año Bruselas concluía los primeros acuerdos. Merkel tiene que dar explicaciones de por qué puso el pie en el freno de los contactos con BioNTech y cedió a la presión de Macron por la vacuna de Sanofi que todavía no está lista, después de financiar a una compañía que sí produjo una vacuna, la Pfizer. La rivalidad entre fabricantes de vacunas europeos pudo haber frenado a la UE que cedió a la presión de París  ordenando 300 millones de dosis de GSK-Sanofi. Bruselas no realizó ningún pedido en firme a Pfizer hasta mediados de noviembre, a pesar de que la empresa BioNTech se había convertido en la pionera meses antes. En cambio otros clientes se movieron mucho más rápido dejando a la UE al final de la lista. 
Por eso el nerviosismo es comprensible, la UE se está atrasando con la vacunación, que es la única estrategia ante la crisis de la covid. Quienes defienden la compra conjunta, sostienen que una carrera entre los países miembros habría hecho aflorar las diferencias entre los Estados “ricos” y los “pobres" desestabilizando a la UE. Vale decir que era una obviedad que negociando todos juntos iban a ocurrir retrasos con los contratos y las entregas, porque, como reza el famoso dicho: sólo se puede igualar para abajo, quedando demostrado que el supuesto poder de escala, aquí, ha jugado en contra.
Esto quedó impreso en la última gaffe de Úrsula que embarró sus disculpas por las demoras diciendo que Gran Bretaña es un 'speed-boat' después del Brexit y pudo organizar una aprobación, contratos y provisión de vacunas con mucha mayor agilidad que el super taker de la Comisión. 
Ya sea que la UE sea culpable de proteccionismo o de rigidez burocrática, lo cierto es que la crisis de las vacunas ha dejado a Bruselas desnuda. El programa de vacunación de Úrsula es un fiasco que daña al proyecto europeísta. La confianza en la UE se deteriora al alejarse la esperanza de terminar con las medidas de restricciones y confinamientos. La planificación central, la falta de conocimiento y el lobby de las farmacéuticas causaron la debacle que expone a los europeos a vivir con las consecuencias de una crisis más prolongada. Úrsula se entregó al peligroso nacionalismo de las vacunas para expiar sus propios fracasos. 
El Ejecutivo comunitario sigue creyendo que esta estrategia es mucho mejor porque garantiza que Alemania, Francia y los países ricos de la Unión Europea no sequen la plaza de dosis redistribuyendo así que las vacunas por toda la Unión: “Será más lento, pero es más justo…” aunque el fiasco de las vacunas redundará un bloqueo más prolongado y una recesión más profunda ya que la deuda pública del bloque es descomunal.
La crisis de las vacunas ha lacerado la reputación de la gestión de Úrsula, que, ante la presión demuestra ser vacua, disfuncional y proteccionista. Además deja en claro que el organismo no es el altar de las normas, ni del derecho ni de la eficiencia. Von der Leyen admitió que el bloque debió haber invertido más dinero: “Lo que me doy cuenta, mirando por el espejo retrovisor, es que deberíamos haber pensado más, en paralelo, sobre la producción en masa para aumentar los volúmenes, para establecer nuevas cadenas de suministro, podríamos haberlo hecho antes”. Y agregó: “Debemos apoyar la ciencia de inmediato, para que las vacunas se adapten lo más rápido posible. Porque la mejor lección aprendida en los últimos meses es que nunca se sabe qué pasará en un año. Debemos estar preparados para todas las eventualidades”. 
¿En serio, Úrsula?


Publicado en La Prensa.

 

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