China, Rusia y la rebelión de dos BRICS
Martín Simonetta
Es Director Ejecutivo de Fundación Atlas para una Sociedad
Libre. Profesor titular de Economía Política I en UCES) y de Economía en Cámara Argentina de Comercio. Autor
de diversas obras. Fue elegido "Joven Sobresaliente de la Argentina
2004" (The Outstanding Young Person of Argentina-TOYP) por Junior Chamber
International y la Cámara Argentina de Comercio (CAC), habiendo obtenido la
mención "Animarse a Más" por parte de PepsiCo. Recibió diversos
reconocimientos tales como la beca British Chevening Scholarship para
desarrollar investigaciones en Gran Bretaña (British Council, la Embajada
Británica y la Fundación Antorchas,1999). Miembro del Instituto de Política Económica de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Académicamente es Licenciado en Relaciones Internacionales (Universidad del
Salvador, Buenos Aires), Magister en Política Económica Internacional
(Universidad de Belgrano), MBA (U. Isabel I, España), habiendo realizado un Posgrado en Psicología
Positiva (Fundación Foro para la Salud Mental). Ha desarrollado el programa
"Think Tank MBA" en el marco de Atlas Economic Research Foundation
(Fairfax, Virginia, y New York, NY, 2013).
Contacto: mcjsimonetta@gmail.com / Twitter: @martinsimonetta
Hacia
fin de la década de los 80, mientras caía el muro de Berlín, se unificaban las
dos Alemanias y desaparecía la Unión Soviética, Francis Fukuyama hablaba de “el
fin de la historia” y el triunfo del capitalismo.
El
escenario no parece tan claro unas pocas décadas después. O, al menos, el triunfo
unívoco del modelo de capitalismo norteamericano basado en la libertad económica
sustentado en libertades políticas y civiles. El inesperado fenómeno del COVID
lo ha puesto de manifiesto de forma más evidente.
En el
presente, al menos dos grandes actores políticos
desafían el otrora liderazgo unívoco de los Estados Unidos. El mundo bipolar
posterior a la Segunda Guerra Mundial (en el que prevalecieron los EEUU y Unión
Soviética), fue –en los años siguientes- sustituido por un liderazgo unipolar y
–no tan lentamente- ha ido mutando hacia uno multipolar, integrado siempre por
Estados Unidos, pero sumando a dos países. Ambos con bajo PBI por habitante,
pero con “poder de fuego” estratégico: la ex líder de la URSS, Rusia, y el
gigante chino. Ambos países son parte de los BRICS, técnicamente no
desarrollados, pero con capacidad de quitar el sueño a los países más
avanzados, aunque menos poderosos.
Por
un lado, China, con más de 5800 años de historia, es un país al que actualmente
pertenece 1 de cada 5 humanos y que crece económicamente desde la década de los
80. Por el otro, Rusia, el país más extenso del planeta, con 160 millones de
habitantes, y con una riqueza en recursos hidrocarburíferos que hace que Europa
hoy dependa de su gas –en primer lugar- y su petróleo.
¿Economías de mercado
sin libertad política ni civil?
Estas
potencias emergentes están lejos de poder ser consideradas países desarrollados.
Tampoco de los puede calificar como repúblicas con división de poderes,
transparencia institucional, etc. Es bien claro en el caso de China, país al
que el informe “Freedom in the World 2021” de Freedom House, califica como país
“no libre”. Señala este informe que el régimen autoritario chino se ha vuelto
crecientemente represivo en los años recientes y que el gobierno del Partido
Comunista Chino está fortaleciendo su control sobre la burocracia estatal, los
medios de comunicación, los grupos religiosos, las universidades, los negocios
y las asociaciones de la sociedad civil. Asimismo, que el presidente Xi Jinping
ha consolidado su poder personal en un nivel no visto por décadas en China.[1] El mismo informe de Freedom House
califica a Rusia también como país “no libre”, señalando que el poder está
concentrado en manos del Presidente Putin, que cuenta con fuerzas de seguridad
leales, un poder judicial subordinado, medios de comunicación controlados. En
este marco el Kremlin es capaz de manipular elecciones y suprimir el disenso
genuino.[2]
El
doble standard de la Argentina
Argentina
hoy es un país económicamente sin un amplio margen de maniobra y un bajo poder
de negociación, en consecuencia. En este marco, desarrolla una política
exterior que combina la serial necesidad crediticia con la vocación
antinorteamericana, intentando diversificar vínculos estratégicos con naciones
que parecen contradictorios entre sí. Mientras, por un lado, pide apoyo a los
Estados Unidos en la renegociación de su deuda con FMI y Club de París, a la
vez desarrolla una activa política de cooperación con China (2ndo destino de
exportaciones del país), país que le ha prestado un SWAP, y al que le
posibilita la instalación de una base en Patagonia. Algo similar (aunque con un
nivel de interacción menor) sucede con Rusia, manifestado en la provisión de su
vacuna (al menos en una primera dosis) así como la producción de la misma en
territorio argentino. El fluido diálogo público entre los primeros mandatarios
de Argentina y Rusia es también un indicador del fluido relacionamiento entre
nuestro país y un Putin, firmemente arraigado a su cargo.
Lo
interesante –a diferencia de lo sucedido luego de la Segunda Guerra Mundial- es
que tanto la “China comunista” como Rusia no desafían abiertamente el sistema
de mercado en materia económica, como sucedió otrora con la URSS. Los mercados
son intervenidos, manipulados, pero no cuestionados en sus fundamentos
Recordemos
que también en el caso de Venezuela, tanto China como Rusia, se han acercado al
régimen de Maduro, complejizando una actitud más definida de los Estados Unidos
en esa temática. Lo paradójico es que el partido populista de centro izquierda que gobierna
argentina no manifieste ninguna posición crítica respecto del no respecto de
los derechos humanos en Venezuela y China.
El
aún no clarificado origen de la pandemia en China -al que Donald Trump hiciera
referencia oportunamente- fue no tenido en cuenta en su momento, pero
recientemente la administración Biden retomó el análisis de la temática. Por su
parte, las diferentes vacunas rusas Sputnik, cuyo significado es “compañero de
viaje”, recuerda al primer satélite que pusiera la URSS en el espacio mostrando
su apetito espacial en la “guerra de las galaxias” del entonces mundo bipolar. China
también desarrolló diversas vacunas (la màs conocida la Sinofarm). ¿A qué
apunto con estos datos? Que tanto China como Rusia muestran sin temor su
vocación de jugar más allá de sus fronteras.
Estos dos
actores, parte de los otrora nacientes y aún débiles BRICS, hoy ya desafían -de
forma abierta y sin temor- el juego monopólico del adalid de la Libertad y la
República: Los Estados Unidos. Debemos seguir monitoreando a la evolución de
estos actores para visualizar posibles escenarios futuros.
Publicado en Cato Institute.
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