Educar es más que instruir
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
El presidente de Toyota Argentina, Daniel
Herrero, confesó que les resultaba: “difícil
encontrar 200 personas con secundario completo, porque en Buenos Aires se
perdió el valor de un secundario”. “Se
les hace difícil hasta leer un diario”.
Todos sabemos que el sistema educativo en
Argentina es un desastre; pero esta declaración es una bofetada que debería
despertarnos y ayudarnos a dimensionar el grado de catástrofe al que nos
enfrentamos.
A continuación voy a relacionar lo de Toyota
con otras dos realidades argentinas actuales.
La primera es la consecuencia que acarrean los
planes “descansar” en varias provincias, veamos algunos ejemplos. En Misiones, el productor citrícola Ricardo
Ranger, dejó echar a perder 1,5 millones de kilos de limones y 200.000 kilos de
naranja porque “el trabajo temporario en
blanco que ofrecemos a los cosecheros es incompatible con los planes sociales
que da el Estado”.
En Salta al productor tabacalero Eduardo Rodríguez
confesó: “hemos perdido un 25% de la
cosecha de tabaco por la falta de mano de obra”, “los planes sociales se han convertido en un gran problema donde se ha
ido perdiendo la cultura del trabajo”.
Idéntico escenario se repite en Rio Negro con
la manzana, en Mendoza con el ajo y la cereza, en San Juan con la uva y en
Misiones con la yerba mate. Esta terrible
realidad incluso fue reconocida por el ministro de Agricultura, Ganadería y
Pesca Luis Basterra, quien en un insólito sincericidio declaró: “El tema es que no tienen ganas de trabajar”.
Junto a lo de la automotriz y a lo de las
cosechas, completa el tridente que pretendo analizar, el vuelco de un camión de
Walmart ocurrido en la panamericana, cerquita de donde Toyota buscaba
operarios. Cientos de vecinos y
automovilistas saquearon el camión accidentado frente a la atenta mirada de una
policía totalmente sobrepasada. Estas
lamentables imágenes me recuerdan al ataque de las pirañas o de las hienas cuando
destrozan a un animal malherido.
Nuestra decadencia queda expuesta en el trípode
que acabo de describir, cuyas tres patas representan: la falta de instrucción,
la ausencia de voluntad de trabajo y el quiebre de las reglas de convivencia.
Estos tres males se revierten con
educación. Educación que no es sólo la instrucción
en las escuelas, tampoco se limita a enseñar cómo realizar un trabajo ni
alcanza con memorizar leyes.
Educar es inculcar valores éticos, es
desarrollar el amor propio, es valorar el esfuerzo, reconocer el mérito y estar
orgulloso de los logros propios.
Educar es sentir hambre de conocimiento, es tener
conciencia de la propia finitud y de lo escaso de nuestro saber, es desarrollar
el juicio crítico y el amar la honestidad intelectual.
Educar es mostrar respeto por el prójimo, es
sentir empatía por el otro, es convertirnos en personas de bien, en ciudadanos
honorables, en hombres íntegros y dignos.
Sarmiento tenía razón cuando decía que “todos los problemas son problema de
educación”. “Educar al soberano”, es
una tarea de todos y cada uno de nosotros; no ya como un acto filantrópico, tampoco
como un deber cívico ante El Imperio de
la Decadencia Argentina que hoy padecemos. Educar en valores éticos al pueblo, hoy, es
actuar en defensa propia.
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