50 años sin patrón oro
Carlos Rodríguez Braun
Catedrático, Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Hace hoy medio siglo, el 15 de agosto de 1971, Richard Nixon desvinculó el dólar del oro, liquidando el sistema establecido en Bretton-Woods en 1944, que fue el último vestigio del patrón oro. El economista Samuel Gregg recordó en “Law & Liberty”, una frase de Herbert Hoover de 1933: “tenemos oro porque no podemos fiarnos de los gobiernos”. Era verdad.
La historia del patrón oro está vinculada a la idea liberal del poder limitado. No por casualidad, entre los reformadores monetarios que defendieron la necesidad de una moneda estable estuvo John Locke. Había una larga experiencia de las manipulaciones perpetradas por las autoridades para obtener recursos envileciendo la moneda.
Antes que Locke, los escolásticos españoles pioneros del liberalismo, como Juan de Mariana, habían denunciado tales maniobras mediante las cuales la corona recaudaba lo que después sería conocido con el nombre de impuesto inflacionario. Un gran enemigo del patrón oro, John Maynard Keynes, reconoció su carácter liberal en 1923, cuando dijo con toda claridad: “el patrón oro maniata al ministro de Hacienda”. Esto es lo que hace, efectivamente, porque no cualquier política fiscal es compatible con la estabilidad de precios que garantiza el patrón metálico.
El mismo Keynes señaló que en el siglo liberal, entre el final de las Guerras Napoleónicas y el estallido de la Primera Guerra Mundial, la inflación prácticamente había sido nula. La que vino después fue creciente y en algunas oportunidades explosiva. Pero su tendencia general, incluso en las naciones y contextos más estables, fue al alza. Ese impuesto, que revela la pérdida de confianza en los valores liberales y la tendencia siempre expansiva del peso de los Estados, no ha dejado de subir, entre cánticos a la labor desempeñada por los sucesores del patrón metálico, los bancos centrales emisores de una moneda llamada fiduciaria, por la confianza que debemos tener sus forzados usuarios en que no va a ser emitida en exceso. Mientras se habla ahora del regreso de una inflación que en realidad nunca se marchó, la mejor forma de ver hasta qué punto los políticos mintieron cuando acabaron con el patrón oro prometiendo estabilidad es acudir, precisamente, al oro. En el sistema de Bretton Woods, los Estados Unidos se comprometieron a mantener estable el precio del oro a 35 dólares la onza. Hoy, 50 años después, el oro vale 50 veces más.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 14 de agosto de 2021 y en Cato Institute.
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