La solución es abrazar al sistema capitalista
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
El
sistema capitalista, tan vilipendiado en nuestro país, se basa en la propiedad privada, la economía
de mercado y la producción masiva, se mueve en los moldes del mercado mundial
por ello, para reproducirse, necesita de un mundo libre. Vivimos en un
país absurdo donde la gente quiere los bienes del capitalismo pero no al
capitalismo que los produce.
La esencia preservadora del orden social de la
libertad, incluso económica, se encuentra en
el liberalismo, que es la doctrina de la limitación del poder, evita
desvaríos, arbitrariedades y autoritarismos que socaban los requisitos del
mercado y de su marco institucional. Sin
la emergencia de un poder limitado y el desarrollo de una justicia independiente
que supone el estado de derecho, el
pluralismo político y la libertad de expresión,
el capitalismo, que aparece a
mitad del siglo XIX, no hubiera podido
consolidarse. Exige requisitos que deben cumplirse sin vulnerarse y aquí nace
la necesidad de un orden que no invalide sino que contribuya a reforzar el sistema. Esta es la importancia
fundamental de la democracia liberal que constituye el sostén jurídico político
de la economía de mercado. Para que el orden del mercado sea impersonal y por
lo tanto imparcial, debe existir un marco normativo común y para que puedan
formarse los precios libres jurídicamente debe haber libertad de elección. Por
ejemplo: comprar y vender requiere de las correspondientes libertades o, para que no haya inflación, debe haber limites gubernamentales, leyes iguales para todos.
La
democracia liberal es el único método
encontrado hasta ahora por el hombre para la transferencia pacífica
del poder mediante elecciones, y para
evitar que no haya un régimen jurídico
elástico y permisivo que vulnere los requisitos del mercado.
¿Cual
es, entonces, la conjunción de la democracia liberal y la
economía capitalista? un orden jurídico contra la arbitrariedad, con los derechos civiles como límite, un orden económico que no lo contradiga, sea
correlativo e interdependiente, y el sistema político de la democracia liberal
que garantice la vigencia de los anteriores.
No existe el capitalismo cuando el Gobierno
controla draconianamente los precios, fija opciones productivas sobre a base de
un plan, dirige el monto y la naturaleza de las inversiones y arremete contra
la espontaneidad de los mercados, o
sea, cuando avanza pretendiendo devastar
a la sociedad civil. Es un desastre para el sistema salvo para los amigos del
Gobierno.
En
Argentina, la noción de separación de poderes ha resultado para nuestro
Congreso, un concepto de difícil asimilación, también para las corrientes
políticas tan propensas a identificar democracia con voto y voto con mandato
irrestricto para el ejercicio del poder, lo cual no es otra cosa que el concepto de poder autoritario, solo
restringido por el origen electivo de quienes lo detentan.
En una
sociedad libre es muy importante que el poder de quienes gobiernan sea limitado, por ello, la visión liberal de la Constitución es la de
un instrumento de protección de los derechos de los habitantes ante los abusos
de los poderosos, protección que, como
se ve, está lejos de verse asegurado en
lo que depende de la idea del orden jurídico que tiene el Gobierno. El deseo de
poder y rapiña y su pasión por el nacionalismo con su visión estrecha y anti
universalista es una de las causas fundamentales de la
falta de confianza que muchos argentinos,
y el mundo en general, tienen por
estos funcionarios.
El país
está ante un peligro real, el de una
dictadura, las condiciones propicias para que ello ocurra están dadas: avance
del intervencionismo económico, penetración cultural socialista, control político del Gobierno, creadas desde
la asunción del kirchnerismo al poder, con tanta continuidad, que hace sospechar en un plan premeditado.
Mientras los argentinos nos debatimos en la
inflación de las más altas del mundo, se pierde la confianza de los acreedores
externos en los programas fiscales y amplios sectores de la población asisten
indefensos a la pérdida de ingresos y al empobrecimiento inevitable, el
presidente de la República continúa propagando mensajes anticapitalistas donde
tiene la oportunidad de hacerlo, insistiendo en tomar partido por los países anti
occidentales, antidemocráticos, en distintos foros internacionales, ante la atónita mirada de los gobernantes e
instituciones democráticas del mundo. Internamente, muchos de los medios de comunicación se han
convertido en simples canales de
propagación de ideas nacionalistas y socialistas y de consignas antiliberales mediante las
cuales se distorsiona nuestra historia, y se debilitan los valores que forjaron
la República; la política económica está llevando a numerosas empresas al
colapso de no mediar cambios sustanciales en el
corto plazo. Los crecientes controles y regulaciones de todo tipo,
colocan a lo poco que queda del sector privado, en una situación de casi plena
dependencia del poder estatal. Se suma al debilitamiento, cada vez mayor, de las fuerzas armadas y de la policía, que
tiene lugar en el plano físico y moral.
Si ganara la elecciones, no sería raro, en este contexto, que el Gobierno diera un volantazo hacia la izquierda, llevando al país hacia
un remolino colectivista con pocos medios
para oponerse.
Es
necesario comprometer a los jueces para que tengan en cuenta que la
Constitución les da un arma poderosa, la declaración de inconstitucionalidad
garantiza la supremacía de la Carta Magna: en caso de incompatibilidad
producida por los actos normativos de los órganos públicos, deja de lado la
norma incompatible para aplicar la Constitución. Si las leyes o los decretos
carecen de aptitud para lograr el fin que ésta
se propuso, ellos pueden ser descalificados como actos o medios carentes
de razonabilidad, o sea, actos sin sentido o fuera del sentido
previsto por la Constitución. Impuestos muy altos, por ejemplo,
son confiscatorios, por lo tanto
irrazonables, sin embargo, los aumentan
a diario. ¿Duermen nuestros jueces quienes son los que deben señalar cuando es
o no una ley o decreto razonable evitando que la Constitución sea usada como un
chicle?
El
gran desafío para los que tienen fe en la libertad, es salvar al país por medios democráticos,
dentro de las instituciones, para ello
no hay otro camino que el de la acción política, integrarse a una defensa
activa de los valores en todos los ambientes de la actividad nacional. En esta
lucha no debería quedarse nadie afuera, porque es cierto que se está jugando
nuestra República a todo o nada. Votar con responsabilidad es elegir
autoridades de los que estemos seguros que garanticen la libertad civil.
La
tarea fundamental de los candidatos liberales es revelar las experiencias del capitalismo real
y del socialismo real, para que se vea claro, en la comparación, que el socialismo lleva a un Estado donde la
gente no tiene otro derecho que el de seguir los mandatos de los que ejercen el
poder. Lenin y Trotsky , creador del Ejército Rojo y segundo jefe de la
revolución bolchevique, firmaron el decreto que establecía penas de cárcel a
los trabajadores y las bestiales razias de la URSS contra los
campesinos, provocaron millones de
muertos, así como también, notables
científicos en biología, física y matemáticas,
fueron condenados a trabajos forzados. En Cuba pasa lo mismo, aunque
cierren los ojos quienes van de vacaciones a los hoteles cinco estrellas de la
Isla, allí la gente se hallan a merced de lo que deciden los jefes del partido.
Ello demuestra que los efectos en la vida social y cultural son los mismos,
donde se destruye la propiedad `privada y el mercado. ¿Quién lo enseña en los
colegios?
El
socialismo real no tuvo éxito donde si lo tuvo el capitalismo en política, cultura, libertad y democracia. El libro negro del comunismo, crímenes,
terror y represión nos acerca a las consecuencias de este terrible modelo,
del cual Cuba no puede salir. Los aumentos de creación y productividad en todos
los países capitalistas han superado todos los pronósticos, mientras que las
experiencias socialistas demuestran que el socialismo es imposible ¿por qué,
entonces, seguir con ideas locas?
La riqueza cualquiera sea material o
espiritual tiene su fuente en las transacciones humanas de allí surgen las
innovaciones. Si el Gobierno daña los intercambios, si les hace perder el
carácter de voluntarios y libres, si
aumentan el gasto creando enormes déficits y se alimenta del robo a los
inversores, a los ahorristas, a los empresarios y empresas, haciendo que se paralice la riqueza y que
huyan los capitales, el camino es el de Venezuela o Cuba. Los políticos
deberían entender de una vez por todas que las libertades se hallan muy ligadas
al capitalismo, sistema que, como explicamos,
las necesita para funcionar adecuadamente. Para salir del marasmo que se
viene hay que crear las condiciones para abrazarlo.
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