Vendiendo el último jirón de juventud
Enrique G. Avogadro
Abogado.


“¿Maquillando los ‘ya’ para que parezcan ‘todavía’? Quino

 

Cada día, la repercusión y el apoyo a la marcha cívica convocada para el jueves 13 de marzo en todo el país crecen a pasos agigantados. Las razones para ello no pueden ser más obvias: la ciudadanía está harta de tantos disparates y el país continúa hundiéndose en la ciénaga del narcotráfico, con la inseguridad como subproducto más evidente, la inflación galopante y, ahora, el fantasma del desempleo. Que todos esos males provengan de la descarada y genocida corrupción del régimen que nos gobierna obliga a la unificación de las consignas, para evitar la dispersión en los reclamos que tanto afectó a las masivas manifestaciones del último año.

 

Las expresiones de la nerviosssha y chabacana Presidente, en la cadena nacional del miércoles no dejan lugar a dudas. Una vez más, identificó a su gobierno con la Patria, y denunció a una nueva sinarquía que, al intentar destituirla, destruiría a la Nación misma. Reitero que, sin formar parte de ningún complot, soy constitucionalmente destituyente, es decir, pretendo que funcionen los mecanismos previstos en la Carta Magna para que esta señora abandone su función, ante la manifiesta incapacidad para desempeñar la función que la ley le encomienda, y la cuenta de esta fiesta la paguen ella y sus cómplices de todo pelaje, pero desde la cárcel.

 

Se la volvió a ver, y a escuchar, con la belicosidad que sólo puede provocar la certidumbre del aislamiento y de la soledad en que su proyecto se debate; desde el atril, y entre otras barbaridades, “escrachó” otra vez a varios particulares y, en especial, a Alfredo Coto, confirmando aquella vieja máxima que reza: “Roma no paga traidores”. La foto del supermercadista, hace pocos meses, acompañando a la plana mayor del Gobierno en el apriete a sus colegas, debe hoy ser motivo de llanto y arrepentimiento para el empresario que, cómplice, pretendió navegar en las procelosas aguas del oficialismo. La semana terminó con los militantes rentados (con dinero de la ex SIDE) de Quebracho, con capuchas y palos, agrediendo a Shell y a otros comercios, en un remedo de la Venezuela cotidiana.

 

En una sesgada lectura de dichos de Miguel Bein, uno de los economistas más cercanos al Gobierno, y hablando sólo para sus incondicionales, la Presidente intentó encontrar la ratificación de sus más absurdas teorías conspirativas, olvidando que aquél, hoy asesor de Lancha Scioli, también afirma que la Argentina entrará en recesión –o sea, estanflación- este mismo año.

 

De la actitud de doña Cristina se desprende que, más allá de las reflexiones que puede provocar su aceptación en el Frente Renovador, encabezado por el ahora Diputado Sergio Massa, la deserción de Raúl Othacehé, señor feudal y mafioso del Partido de Merlo, ha golpeado al kirchnerismo en su costado más sensible, ya que confirma el alejamiento del PJ del Frente para la Qué, que hoy sólo puede refugiarse en su núcleo más duro, es decir, en los “jóvenes para la liberación” que, sin embargo y como bien señalara Jorge Asís, son incapaces de llenar siquiera la Plaza de Mayo y deben recluirse en el pequeño ámbito del Patio de las Palmeras.

 

La reacción de la Justicia, que ha puesto a funcionar su nariz y que, con ella, ha detectado el olor a putrefacción que emana de la Casa Rosada, se comprueba, finalmente, con el pedido de indagatoria a Guita-rrita y sus cómplices menores –los verdaderos autores esperarán, para recorrer el mismo camino, el fin de ciclo- y con la imputación penal al Mudo Scocimarro y a Abalito, que pasaron a engrosar la lista de funcionarios K que terminarán en prisión, por mucho que haga el Gobierno para cubrir vacantes en el fuero penal federal o para hacer desaparecer las pruebas, como hizo Giles Carbó con la oficina del Fiscal Campagnoli; olvida que, más temprano que tarde, estos mismos prohijados de hoy serán los primeros en volverse en su contra cuando su poder haya desaparecido.

 

Por su parte, el lapidario y unánime informe de la Auditoría General de la Nación –recuerde que está integrada por igual por opositores y oficialistas- vuelve a poner sobre el tapete al escándalo de “Sueños Compartidos” y a revolcar en el barro a la inefable Hebe de Bonafini y a los hermanos Schoklender; la cerrada e increíble defensa que el Coqui hizo de esos verdaderos próceres argentinos demuestra, a las claras, cuanta complicidad indispensable hubo entre ellos y los funcionarios públicos que debían controlar -y no compartir, como lo hicieron- las millonarias sumas involucradas.

 

El nuevo índice de precios, ahora IPC-UN, que anunció el Bambino Kiciloff, mal acompañado por los grandes falsificadores de las estadísticas oficiales desde hace siete años, arrojó un aumento de 3,7% en enero con relación a diciembre; esa confesión constituyó el último jirón que el Gobierno tuvo que vender cuando la realidad se impuso, de mala manera y definitivamente, al “relato”. Ese incremento, comparable a la inflación de algunos países vecinos para todo el año, tendrá importantes consecuencias inmediatas. Repercutirá, sin dudas, en las paritarias que se avecinan y en los índices de crecimiento del PBI, de la recaudación impositiva y de la pobreza y la indigencia, pese a que el costo de las canastas básica y familiar hayan dejado de publicarse.

 

Celebro que el Gobierno haya comenzado a sincerar la economía, como ya lo había hecho con la devaluación y la suba enorme en las tasas de interés, pero lamento que esta medida no haya sido acompañada de anuncios concretos en materia de reducción del gasto público, o en corregir las distorsiones en las tarifas y en los precios. Tampoco evitó que implicara una nueva desmentida al ridículo Coqui, que tan suelto de cuerpo había calificado como “un recontra-mamarracho” a la información difundida desde el Congreso al respecto, que había dado 4,6% para el mismo período.

 

Doña Cristina, que está aplicando el más ortodoxo de los ajustes mientras finge encarnar una revolución, continuadora de la que intentaron los “jóvenes idalistas”, en su agasajo en enero al vetusto Fidel Castro en La Habana, olvidó que el régimen que todavía comanda el barbado ha condenado a la más abyecta miseria a generaciones enteras de cubanos y, sobre todo, el enorme daño que, en los 70’s, causó a nuestro país y a tantas democracias latinoamericanas. Ahora, con el desmedido apoyo que el ex Twitterman brindó al Pajarico Chiquitico que, de gran destructor de la economía venezolana, se ha convertido en un tirano, capaz de mandar a sus parapoliciales a asesinar a estudiantes descontentos, terminó de sacarse su falsa careta de defensora de los derechos humanos; éstos sólo valen para los amigos mientras que, a los “enemigos, ni Justicia”. (¿Recuerda esta frase?)

 

La Presidente, aparentemente, se tomará una semana más de vacaciones en “su lugar en el mundo”, para festejar su cumpleaños; ruego a Dios, contra toda esperanza, que aproveche ese período para reflexionar acerca de cómo será la página que ocupará en la historia de la Argentina. Sólo depende de ella y, si cambia de políticas, de estilos y, sobre todo, de colaboradores, convocando a los mejores de nosotros a la tarea de la recuperación, no dudo que todos estaremos para acompañarla, sin que ello implique olvido alguno por los hechos de corrupción y de enriquecimiento inexplicable del pasado reciente.
 

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