Una percepción sobre Bolivia y su eterna crisis de identidad
Esteban Eduardo Burgoa Cardozo
Nacido el 15 de agosto de 1995 en la ciudad de La Paz, Bolivia. Economista, se interesó por la ideas de la libertad en su juventud mientras cursaba la carrera de economía en las aulas de Universidad Mayor de San Andrés, realizó un año de estudios en ciencias políticas en L´Université Lumiere de Lyon en Francia, actualmente escribe en su tiempo libre cuentos y artículos bajo la luz de la libertad.



La sociedad boliviana se encuentra una vez más en una profunda división social, obviamente conflictos como estos tienen explicaciones que contemplan una gran cantidad de factores sociales e históricos, los cuales son necesarios para entender la gran magnitud y complejidad de los fenómenos sociales que acongojan casi periódicamente al país, parece una característica prácticamente arraigada en la nación, la necesidad del roce y la pugna entre diferentes sectores y regiones: mestizos contra indígenas, oriente contra occidente, ciudad contra campo, etc.
Parece inevitable que cada ciudadano tome bando, dependiendo de sus orígenes, en las diferentes rivalidades presentes actualmente, uno de sus factores a considerar para entender esta cultura de conflicto es la perpetua crisis de identidad que sufre prácticamente cada individuo con nacionalidad boliviana, el desconocimiento de nuestros orígenes e historia tanto individual como colectiva, nos hicieron presa fácil de los discursos populistas y de la seductora teoría de la lucha de clases.
La débil identidad de casi todo boliviano se funda en el ´´Yo soy porque tú no eres´´, por ejemplo, yo soy colla porque tú no eres colla, este tipo de autopercepciones tanto individuales como colectivas tienen raíces en la búsqueda del conflicto para fundamentar la existencia de cada uno y su razón de ser, y siendo así, la identidad queda a merced de la obligación de contar con un rival al cual enfrentar o contraponerse, pues la inexistencia de este merma nuestra percepción de nosotros mismos.
De modo simplista su servidor, reconoce dos estereotipos muy básicos de bolivianos existentes, los que llamo el boliviano europeizado y el boliviano indigenizado, ambos comparten la característica de contar con una identidad basada en la necesidad de un enemigo, y entre la contraposición de estos, ambos satisfacen este requisito, todos seguramente nos topamos y somos uno de estos personajes en nuestra vida diaria.
El boliviano europeizado es aquel que reivindica su ascendencia europea, como también las tradiciones que llegaron a este territorio que obviamente ahora son parte de nuestra cultura, se enorgullece de algún ancestro al que posiblemente nunca conoció por haber poseído pasaporte extranjero, y cuenta con orgullo los orígenes de su apellido, normalmente de clase media y alta, desconoce los sin sabores de la vida que lleva la mayoría de la población en el país y condena con facilidad y sin desdeño toda acción procedente de su rival
Por otro lado, tenemos al boliviano indigenizado, el cual reafirma toda costumbre que por origen tiene los pueblos ancestrales de las diferentes regiones del país, cree religiosamente que el futuro de Bolivia solo está en manos de los descendientes de los pueblos antiguos y que su derecho a nuestra tierra es superior por sus orígenes.
Ambos desconocen ya sea por ignorancia o de forma consciente la influencia y origen indígena por parte del boliviano europeizado, y la europea en lado del boliviano indigenizado, ocultan y desdeñan esto que también es parte de su ser, y el rencor que se tienen mutuamente es el mismo rencor a aquello que cada uno de ellos también posee, pues cuando estos dos personajes se encuentran, ambos reconocen en el otro esto que desprecian en sí mismos y peor aún, ven el orgullo con que el rival ostenta aquello de lo que cada uno siente como su vergüenza, creando así un conflicto interno que se ve materializado en el enfrentamiento y desdén para con el otro.
Esta forma de concebir la identidad boliviana tiene un origen netamente colectivo, basado en una necesidad casi imperenne (perpetua) de cada individuo de sentirse acogido en un colectivo, mostrando así las características casi adolescenticas (adolescentes, pubertas) de nuestra sociedad, mientras necesitemos de un rival para afirmar nuestra propia identidad, la sociedad boliviana estará condenada al constante conflicto interno, y peor aún, a la merced de hombres que, conscientes de esta realidad, son capaces de llevar maquiavélicos planes en post de utilizar a la población en post de capitalizar esta debilidad para satisfacer sus ambiciones e imponer regímenes autoritarios carentes del respeto a la ley y en contra de la libertad.
Para subsanar esta realidad, consecuencia del trauma colectivo que sufre nuestro país, cada individuo debe reconocer y aceptar su origen, tanto indígena como europeo, en un país que, aunque no se quiera reconocer en su gran mayoría es mestizo más allá de la percepción individual que tenga de si cada uno, reconociéndonos en nuestra totalidad a nosotros mismos como individuos, con sus características diferentes y de las cuales de cada una algo se puede aprender y sentirse orgulloso, como a su vez hay otras que es mejor desechar, pues son dañinas y el mantenerlas seria simple fanatismo, pues la autocrítica es sana y requisito necesario para el progreso de toda cultura y nación. 
 
 

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