La deuda: ¿a alguien le importa?
Alvaro Vargas Llosa
Director del Center for Global Prosperity, Independent Institute. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.




Lo peor de la deuda federal estadounidense no es lo grande que se ha tornado, sino el hecho de que su crecimiento se ha vuelto tan imparable que actualmente asumimos que apilar deuda sobre las futuras generaciones es algo natural para las autoridades. La Oficina Presupuestaria del Congreso estima que para 2051 la deuda federal equivaldrá a más del 200% del Producto Bruto Interno, un resultado que será consecuencia de déficits fiscales acumulados de 112 billones de dólares (trillones en inglés) en los próximos treinta años. La proyección de la deuda deja de lado la deuda del gobierno consigo mismo, como los billones (trillones en inglés) adeudados al fondo fiduciario de la seguridad social.
Uno de los principales prestamistas del gobierno de los Estados Unidos es... el gobierno de los Estados Unidos, es decir, la Reserva Federal. En 2011 la Reserva Federal tenía 1,7 billones de dólares (trillones en inglés) en bonos gubernamentales, aproximadamente una sexta parte de la deuda total, mientras que en la actualidad posee 5,1 billones (trillones en inglés), casi una cuarta parte del total. Para poner las cosas en perspectiva, hace diez años la suma de lo que poseían China y Japón era el 21% de la deuda federal estadounidense, mientras que hoy su participación combinada es la mitad se eso. Todavía hay un prestamista que detenta una proporción mayor de deuda estadounidense que la Fed: los prestamistas nacionales no gubernamentales. Pero la Reserva Federal ha incrementado su proporción en un 200%, mientras que los otros prestamistas nacionales han aumentado la suya en un 160%.
Lo que esto significa es que podemos esperar que los prestamistas extranjeros, que ya poseen mucha menos deuda estadounidense de lo que la gente cree, se conviertan en el futuro en un acreedor más pequeño de los Estados Unidos y que la Fed siga aumentando dramáticamente su participación. ¿No podríamos decir lo mismo de los prestamistas no gubernamentales? Después de todo, han aumentado su participación del 36 al 45% del total. No lo creo. A menos que se les obligue a hacerlo por decreto, algo que los gobiernos hacen en tiempos de emergencia, se tornarán cada vez más cautelosos ante el peligro de seguir acumulando bonos federales. Podemos esperar que el grueso de los nuevos préstamos provenga de la Reserva Federal, a la que parecen no importarle las consecuencias.
Esta dinámica -la monetización de una abundante deuda pública- ha venido funcionando desde hace muchos años. Gran parte de lo que estamos viendo en el mercado de valores y en el mercado de la vivienda (donde los precios son en la actualidad más altos que en la cima de la burbuja inmobiliaria en 2006) tiene que ver con la supresión de las tasas de interés y las valoraciones artificiales provocadas por ella. Los diversos programas de compra de activos han tenido un impacto en las tasas de interés y éstas, a su vez, han influido (quiero decir, han distorsionado) el escenario financiero más amplio, como normalmente suelen hacerlo las tasas de interés, una señal económica importante.
Si el gobierno estadounidense necesita otros 112 billones de dólares (trillones en inglés) en las próximas tres décadas para cubrir sus déficits fiscales, las opciones son muy pocas. Dado que la comunidad internacional ya considera que las finanzas de los Estados Unidos son altamente frágiles, es muy poco probable que los prestamistas extranjeros acudan al rescate. Eso deja a la Reserva Federal, es decir, a la impresión de dinero, como la única alternativa realista, y obligando quizás a los prestamistas no gubernamentales a comprar también parte de esa deuda.
Qué lío tan colosal.
Traducido por Gabriel Gasave
El original en inglés puede verse aquí.
Álvaro Vargas Llosa es Académico Asociado Senior del Centro Para la Prosperidad Global del Independent Institute.  Sus libros del Independent incluyen Global CrossingsLiberty for Latin America y  The Che Guevara Myth.
 

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