¡Se viene la maroma!
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.



A más de dos años de gestión no es `posible que el  Gobierno no se haga cargo  del  desbarajuste económico que está provocando. Si  decide seguir por el mismo rumbo de economía dirigista,  de corte populista, deberá aplicarla más a fondo, sin remedio. Seguirá  un riguroso control de cambios, colocando en manos de los funcionarios el poder discrecional y arbitrario que hoy subrepticiamente ya tienen para discriminar sobre las exportaciones y las importaciones. Habrá que acentuar el control de los precios y extenderlo a todos los artículos de primera necesidad impidiendo a los productores  derivar sus actividades hacia otros rubros o que disminuyan la calidad de lo que hoy envían al mercado. Se nombraran inspectores para fiscalizar a los comerciante minoristas y otros cientos para controlar a los inspectores y,  algún dictador,  similar al siempre recordado Guillermo Moreno,  se encargara de castigar a comerciantes y fiscalizadores.  Los salarios serán regulados conforme a lo que deseen los funcionarios y a los niveles que el gobierno fije: habrá que controlar como se hizo en el pasado toda la economía, volveremos a las colas para comprar infinidad de productos escasos. Se fiscalizaran  también las noticias,  acallando al periodismo. En resumen,  se asfixiará el país, ya hemos avanzado en esa dirección.  Si se acentúa el proceso el marco se irá cerrando cada vez más.
 Este Gobierno ha reforzado,  con sus actos,  la equivocada idea de que la democracia es un sistema en decadencia,  débil y sin posibilidades de llevar al país a buen puerto. El pluralismo político se desarrolla en la medida que hay oposición y mucha participación. Los Fernández desearían gobernar como una hegemonía cerrada con grandes restricciones a la participación, por ello miran hacia Cuba y Venezuela.. Implica un doble fracaso ya que además de la fogata económica  han desacreditado a las fundamentales instituciones de la República.
 Ningún funcionario del gobierno actual se anima a rendir cuentas de tantas contradicciones, en cambio le están diciendo a la ciudadanía que hay que olvidar el pasado y volver a apoyarlos sin siquiera anunciar un cambio de rumbo. Creen que solamente  acomodándose a las situaciones que se presenten podrán retener el poder. Su comportamiento es electoralista, demagógico,  apegado a palabras huecas y esquemas perimidos responsables de no  permitirle desarrollarse al hombre de empresa,  fomentando privilegios y corrupción.
El orden jurídico de un país pierde mucho,  y en poco tiempo,  cuando pasa  a manos de gobiernos del tipo actual, representados por funcionarios que dicen conmoverse ante la pobreza, pero que por ignorancia o conveniencia personal  son capaces de tomar en sus manos el destino de un país y estrangularlo sin que les tiemble el pulso.
El desorden social ya comienza a manifestarse, reclaman justicia y trabajo. Lo increíble es que este gobierno ha arruinado las excelentes posibilidades que tenía nuestro país mejorando o haciendo lo que faltaba hacer al gobierno de Mauricio Macri,   sin sacar,   siquiera,  dividendo político ya que la pobreza ha alcanzado a más del 40 % de la población.  Estamos a las puertas,  si no se reacciona,  de una inflación inmparable que impedirá no solo el progreso sino  también seguirá destruyendo los valores morales.
  Es muy probable que el Gobierno,  sin posibilidades de generar confianza,  pierda el control sobre la marcha ordenada de la economía nacional.  Es difícil prever que consecuencias sociales  y políticas tendrá la tormenta que se avecina. Se debería actuar sin pérdida de tiempo;  los acontecimientos se vienen precipitando,  se observa tanto en el  mercado de cambios como en lo relativo al nivel de vida. Quieren reactivar la economía mediante la emisión monetaria, no se puede destinar la emisión ni siquiera a planes de desarrollo,  necesitamos un cambio drástico de la política seguida hasta ahora.  La inflación por  exceso de medios de pago,  sin que previamente se haya materializado una oferta correlativa de bienes,  es la que origina el aumento de precios o sea,  del encarecimiento de la vida,  injusticia enorme para los trabajadores de menores ingresos. Si se sigue emitiendo, la inflación adquirirá dimensiones dramáticas.
 No es el Gobierno, es el país el que está en juego y el que debe comprender el origen de nuestros males para que  se pueda implementar un rumbo nuevo diametralmente distinto al actual, saber que el sacrificio se hará no para estar peor sino para mejorar y salir adelante. El camino, ya que el mal está hecho, es comenzar por atenuar los efectos de la crisis y,  simultáneamente,  establecer las bases para la futura política de recuperación, instrumentando la futura liberación de la economía. En ese intervalo,  negociar con el FMI,  preparar un nuevo acuerdo con los acreedores extranjeros y anticipar a los argentinos y en el exterior,  las medidas de saneamiento económico.
 La solución solo puede provenir de que personas idóneas conduzcan la economía  y con respaldo político para imponer como meta la libertad económica. Deberán sacarle de encima al Estado las empresas, volverlas al sector privado, terminando con el déficit que las caracteriza,  dirigidas por políticos sin capacitación alguna que han permitido enriquecimientos inquietantes de funcionarios o dirigentes. Es condición necesaria consolidar institucionalmente la propiedad privada, de modo que las arbitrariedades del poder político se hallen limitadas y se reduzca el embate del Gobierno contra ella. Reducir el déficit del presupuesto a niveles compatibles con el mantenimiento de la estabilidad monetaria y con la expansión de la actividad económica privada, permitir al campo operar en condiciones ventajosas y competitivas internacionales, así con mas producción, más exportación y menores costos unitarios,  promoverá la expansión económica del país, siempre ha sido ayuda.
 El crédito de confianza dado por parte de la ciudadanía al actual gobierno cuando asumió,  mas por autoengaño que por convencimiento genuino,  está llegando a su fin,  ha provocado corrupción,  alza de precios y déficit en la balanza de pagos. La corrupción y el descenso en el nivel de vida ya han hecho crisis y la desconfianza general,  factor psicológico que los encuestadores en general  y algunos expertos en economía se resisten a evaluar,  ha determinado la destrucción del crédito argentino externo y la paralización de las inversiones, ha conducido a la desinversión que es peor y a la fuga de capitales.
La paciencia llegó a su límite. Creo que las elecciones serán un castigo para los funcionarios que con políticas keynesianas y desprecio por las reglas elementales de una economía sana han empobrecido a los argentinos.  La realidad no corresponderá a sus ilusiones, aunque provoquen algún cambio no surtirá efecto justamente porque los factores psicológicos necesarios para restaurar la confianza ya están fuera de su alcance. No se les va a creer,  no lograran detener el proceso de desinversión y asegurar capitales y crédito necesario para amortiguar la crisis y establecer las bases para una futura expansión. De todas maneras lo mejor es que sigan en el Gobierno, que se hagan responsables de sus errores para que se pueda empezar a dar cartas nuevamente.
Los candidatos liberales,  desde el Congreso,  darán pelea sin ofrecer concesiones a quienes defiendan políticas dirigistas e intervencionistas: promoverán las reformas estructurales, medidas de fondo que necesita el país para salir adelante. Sin embargo,  los  demasiado ortodoxos deberían moderar sus expectativas, algunos quieren que la política sea perfecta sin ver que esa idea choca con la realidad,  para gobernar se necesita consenso y en la sociedad conviven ideas contradictorias con el ideal liberal. Paciencia y humildad debería estar presente en toda la oposición,  ya que las acciones humanas transcurren dentro de penosas limitaciones, en ellas opera el error, la información nunca es completa, variable en calidad y cantidad, y los recursos son escasos sin contar los azares históricos, lo cual hace que se deban muchas veces ajustar las metas. Es necesario entender también que toda acción política supone no solo beneficios, también costos y que La racionalidad y el equilibrio emocional siempre son de gran ayuda a la hora de definir y reconocer situaciones, además,  para  compatibilizar los medios con los fines.
 Ojalá hayamos aprendido la lección: cuando quienes gobiernan,  tratan de imponer políticas o técnicas por vía autoritaria,  cuando tienden a la colectivización coercitiva de los frutos del trabajo atropellando la voluntad y derechos de los individuos, cuando para la consecución de sus propósitos no vacilan en allanar las leyes y alterar el orden que ellas crean o resguardan, lo que hacen es ir contra la Constitución aunque estén acompañados de la presunción de legalidad que a menudo se atribuye a las acciones de los funcionarios solo por el hecho de serlo.
Debería, en el futuro,  jerarquizarse a  la Justicia para evitar que queden impunes delitos de toda clase frente a los cuales la sociedad se siente indefensa, responsabilizando a los funcionarios que  han cometido hechos delictuosos,  fortalecerla,  otorgándoles los medios y el poder necesarios para su buen funcionamiento.  Los cambios, las soluciones, deben darse dentro del sistema democrático. no se debe permitir destruir las condiciones que permiten el gobierno limitado sujeto al imperio de la ley.
 

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