Inmigración ante la escasez laboral estadounidense
Manuel Sánchez González

Autor de Economía Mexicana para Desencantados (Fondo de Cultura Económica, 2006).




Desde la segunda mitad de 2020, la economía de EE.UU. ha experimentado una rápida recuperación, en la que el PIB rebasó, en solo cuatro trimestres, su valor real observado antes de la pandemia. Una característica de esta reactivación ha sido el insuficiente avance del empleo, a pesar de un notable resurgimiento de la demanda de mano de obra.
De abril de 2020 a octubre de 2021, la tasa de desempleo se redujo más de diez puntos porcentuales, para situarse en 4,6 por ciento. A pesar de esta mejoría, el reciente nivel superó en más de un punto porcentual el de febrero de 2020, principalmente por el débil aumento de la ocupación. Por ejemplo, la nómina no agrícola de octubre de 2021 fue inferior en más de cuatro millones de individuos que la de aquel mes.
La insuficiencia del empleo es aún más evidente si se tiene en cuenta que parte de la reducción del desempleo se debe a que muchas personas han dejado de buscar trabajo y, por lo tanto, no son consideradas desempleadas.
Así, la tasa de participación laboral, que es la suma de los individuos empleados y los que buscan trabajo, como porcentaje de la población en edad de trabajar, se ha recuperado poco y, desde abril de 2021, se ha estancado en un nivel de casi dos puntos porcentuales por debajo de la de febrero de 2020.
La persistencia de la desocupación resulta peculiar porque desde mayo de 2021, la cantidad de puestos vacantes ha superado el número de desempleados, con una brecha positiva de más de dos millones en agosto pasado.
La abundancia relativa de las oportunidades de empleo puede interpretarse como una consecuencia favorable de la pujanza de la demanda agregada y de la recuperación económica.
Sin embargo, la escasez de personal, observada también en otras naciones avanzadas, puede retrasar la recomposición de las cadenas globales de suministro afectadas por la pandemia y, de esta manera, ralentizar la reanimación de la economía.
Además, la competencia de los empleadores para atraer y retener mano de obra ha implicado incrementos salariales extraordinarios, los cuales son benéficos para los trabajadores, pero pueden complicar el control de la inflación, que ha repuntado considerablemente en ese país durante el presente año.
Existe un debate entre los observadores económicos sobre cuáles podrían ser las principales razones de la extendida carencia de recursos humanos. Algunos esperaban que la terminación de los beneficios adicionales por desempleo, a principios de septiembre, y el regreso a clases presenciales en las escuelas resultarían en un incremento inmediato de la tasa de participación laboral, lo cual no ha ocurrido, considerando la información disponible hasta octubre.
Lo más seguro es que diversos factores se mantengan detrás de la limitada disponibilidad de mano de obra. Desde luego, los estímulos monetarios del gobierno federal para inducir a que la gente permaneciera en casa, alejada del peligro del coronavirus, dieron resultado y pueden seguir influyendo mediante los ahorros acumulados por la población favorecida.
Otras consideraciones comúnmente mencionadas incluyen el temor a contraer la infección, especialmente en ocupaciones de estrecho contacto interpersonal; la necesidad de apoyar a los niños en casa, ante la prevalencia, al menos parcial, de la educación a distancia; el deseo de cambiar de carrera hacia trabajos con mejores condiciones; la incompatibilidad entre las habilidades y los requerimientos laborales; el retiro adelantado, y el envejecimiento.
Curiosamente, un elemento con frecuencia ignorado en la lista de posibles causas de la escasez de mano de obra es el incremento de las barreras a la inmigración. En particular, las mayores restricciones a la recepción de trabajadores extranjeros establecidas al inicio de la administración del expresidente Trump, se acentuaron con el brote de la pandemia.
Así, disminuyó de forma drástica la emisión de visas de trabajo y se cerraron las fronteras para los viajes “no esenciales”, prohibición que, después de casi veinte meses, recientemente se suspendió, a condición de mostrar constancia de cierto tipo de vacunación contra el COVID-19.
La escasez de recursos humanos es amplia en sectores en los que los inmigrantes han jugado un papel preponderante, como la construcción, el transporte y almacenamiento, y los restaurantes y hoteles.
Sin duda, la reducción de las barreras a la inmigración beneficiaría a EE.UU. En el corto plazo, aliviaría los problemas de escasez de mano de obra y, en el largo plazo, fortalecería la eficiencia productiva. El reconocimiento de que ese país ha progresado, en gran medida, gracias a los inmigrantes justificaría, con creces, esta determinación.
Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 10 de noviembre de 2021 y en Cato Institute.

 

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