Inflación cárnica
Juan Ramón Rallo
Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. 


Los precios están subiendo en EE.UU. a su ritmo más acelerado en las últimas cuatro décadas. Y ante la pregunta de por qué se está encareciendo específicamente uno de esos precios, el de la carne, la portavoz de la Casa BlancaJen Psaki, respondió lo siguiente: “Tanto el presidente como el ministro de Agricultura consideran que los crecientes precios de la carne se deben a la avaricia del conglomerado cárnico (…) Su avaricia de elevar los precios en medio de una pandemia”.
Resulta llamativo que la portavoz del gobierno de la primera economía mundial ofrezca respuestas tan simplonas y demagógicas al más que cierto problema de la inflación. Si la avaricia fuera la explicación fundamental de por qué los precios (los de la carne o los de cualquier otro producto) están ahora mismo aumentando, ¿acaso deberíamos concluir que esos mismos precios se mantuvieron estables durante los últimos diez años por la falta de avaricia de los productores? ¿Ha sido en 2021 cuando súbitamente muchos empresarios se han vuelto a la vez avariciosos y se han confabulado para incrementar concertadamente sus precios de venta?
No, los gobiernos populistas suelen demonizar a los banqueros durante los periodos de deflación y a los tenderos durante los de inflación. La culpa, claro, nunca es de los propios políticos, por mucho que en el caso de la inflación exhiban una responsabilidad muy directa: han sido las ultraexpansivas políticas fiscales y monetarias, implementadas o favorecidas por esos mismos políticos, las que han generado un exceso de gasto agregado que está tensionando muchos mercados y haciendo aparecer los famosos “cuellos de botella”.
Son esos cuellos de botella –poca capacidad para incrementar la oferta ante el fuerte aumento de la demanda– los que están disparando los costes de muchas mercancías –entre ellas, la carne– y forzando a los empresarios a subir sus precios para mantener sus márgenes. En este sentido, cuando los trabajadores reclamen subidas salariales para compensar su pérdida de poder adquisitivo derivada de la actual inflación, ¿también le echará la culpa Jen Psaki a su avaricia por querer mantener su poder adquisitivo? No, la Casa Blanca no debería estar echando balones fuera ante un problema que, en gran medida, ha sido creado por ellos. Ocurre que las soluciones al mismo no resultan populares y, precisamente por ello, prefieren perpetuar ese problema buscando un chivo expiatorio.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 17 de diciembre de 2021 y en C Cato Institute.
 

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