Testigos de un suicidio
Carlos Mira
Periodista. Abogado. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Gabriel Boric, el nuevo presidente electo de Chile, ha dicho que él y su fuerza “son la nueva izquierda de Chile que se nutre en su propia historia y en el peronismo argentino”.
Quizás los chilenos deban recordar esas palabras del mismo modo que día 19 de diciembre de 2021.
Si este señor cumple con su discurso de campaña y con lo que fueron sus posiciones de estudiantina irresponsable, ese país verá, cómo de aquí a unos años, el edificio construido en los últimos 30 colapsa hasta hacerse añicos contra el piso.
El PIB chileno en 1995 era de 73600 millones de dólares. Hoy es de casi 260.000 millones. El PIB per cápita es de U$S 14000. Era de U$S 4000 en 1999. Hoy la tasa de riesgo país apenas llega a los 130pb. Los números del “neoliberalismo”.
El economista Pablo Guido me suministra estos datos contundentes: “el valor total de los Fondos de Pensiones a marzo de 2021 alcanzó USD 206.867 millones, registrando un aumento de 21,2% respecto a igual mes del año anterior y una disminución de 3,2% respecto a diciembre de 2020. La variación anual positiva se explica principalmente por la baja base de comparación de marzo 2020 cuando se redujeron los valores de los activos financieros a causa de la crisis sanitaria (Covid-19) a nivel global. El stock total de ese ahorro es igual al 80% del PIB del país”.
Esos activos serán confiscados. Seguramente el nuevo presidente irá a un sistema estatal de jubilación en base a un esquema “solidario” a lo peronista. No necesitamos explicarles en qué terminarán 
En la Argentina, Néstor y Cristina Kirchner robaron 30 mil millones de dólares sobre un PIB de 400 mil millones a mediados de 2008. La Argentina nunca se recuperó de ese manotazo.
Los fondos de las AFP chilenas equivalen, simbólicamente, a los pasillos del BCRA atestados de lingotes de oro cuando Perón asumió la presidencia en 1946. No quedó nada.
Los trasandinos que le dieron su voto a Boric no son conscientes del espiral hacia el abismo que abordaron ayer. 
Si bien venían con ganas de subirse a ese colectivo desde hace rato (las manifestaciones destructivas que afrontó el gobierno de Piñera, el elefantiásico proyecto de reforma constitucional que, entre paréntesis, está estudiando prohibir la exportación de frutas -cuando no directamente su producción- por considerar que al exportar fruta se está sacando agua ilegalmente del país [sic]) la elección del domingo es la confirmación de un viaje asegurado a la pobreza.
Si el resto de la institucionalidad chilena no detiene lo que se viene, la economía más desarrollada de América del Sur, el miembro latinoamericano de la OCDE, el país latinoamericano más integrado al mundo, desbarrancará por el precipicio peronista de la miseria y acabará repartiendo planes sociales entre activistas corruptos de aquí a unos años.
El presidente saliente debería hacer una suerte de beneficio de inventario inverso. 
Efectivamente, los beneficios de inventario generalmente los toman los que llegan para no responsabilizarse por lo que reciben.
Aquí la historia debería ser al revés: el presidente Piñera como último representante del Chile libre debería publicar la historia de los logros económicos de la democracia chilena. Con gobiernos liberales y socialdemócratas por igual. Un Excel histórico de cómo se tomó el país y cómo se lo entrega.
Incluso, si los prejuicios ideológicos no fueran tan fuertes, esa curva de demostración debería arrancar en la gestión de Hernán Būchi y terminar cuando el señor Boric asuma el cargo.
Chile va a ingresar a un período de destrucción de riqueza como el país no veía desde que Salvador Allende asumió la presidencia en noviembre de 1970. 
Millones de chilenos que habían salido de la pobreza para llegar a la clase media (hoy el nivel de pobreza del país es del 8% mientras la Argentina tiene 45%) van a volver a caer en ella. Otros que nunca la conocieron la van a conocer.
La esperanza reside en que el proceso no dure en Chile tanto tiempo como la peste peronista de la Argentina y que, con eso, se acote el nivel de daño.
Pero si eso no ocurre, si el pobrismo populista se las ingenia (como se las ingenió en la Argentina) para perdurar (y tienen más de 200 mil millones de dólares líquidos para intentarlo) Chile se habrá despedido de más de tres décadas de crecimiento ininterrumpido y habrá dejado de ser la promesa más firme de América Latina para dejar el subdesarrollo endémico atrás.

Publicado en The Post.



 

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