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Hay un tema que ya hace años me preocupa y es el de la inmigración. 

La mía no es la de, para mi gusto demasiados, que se preocupan por el libre ingreso de inmigrantes, en la actualidad mayoritariamente de países limítrofes y otros de distintos lugares de latinoamérica .

Mi preocupación es que cien años después no repitamos los errores que en tiempos del Centenario de la Revolución de Mayo empezaron a contaminar el espíritu de libertad y, por lo tanto, abierto al mundo que reflejaba nuestra Constitución Fundacional. 

En aquellos tiempos florecientes, consecuencia de la propuesta de “asegurar los beneficios de la libertad para todos los hombres del mundo que quisieran habitar en el suelo argentino”, empezó a desarrollarse un pensamiento, para mí, mal calificado como nacionalista que reclamaba para sí el patrimonio de la esencia de nuestra nacionalidad. En una República fruto final de las luchas por la independencia del Imperio Español ese movimiento cultural empezó a reivindicar nuestras raíces hispánicas y al gaucho como paradigma de la argentinidad.

Esa corriente obviamente tenía un fuerte sentimiento anti-liberal y, por lo tanto, reivindicaba el sistema de valores pre-revolucionarios. 

No creo que sea casualidad que el mayor representante de esa corriente que dió nacimiento al revisionismo histórico fuera un joven que cuando los de su generación pusieron sus vidas al servicio de la libertad de medio Continente él se dedicó a acrecentar su patrimonio de estanciero y se hiciera proclamar, cuando se encaramó en el poder, “ El Restaurador de las Leyes ” . ¿Cuales si no que las que imperaban hasta Mayo de 1810 ?

Pero no es mi intención dedicar estas líneas a un debate histórico. Todo lo que escribo, como tiene por objetivo colaborar con la recuperación de la plena vigencias de sus derechos individuales para los habitantes de esta cada vez menos república; actualmente muy mal representada y nada federal, es tratando de pensar hacia adelante.

Entonces, siendo mi propósito defender la vigencia de la libertad tal como la concibieron hace ya casi 161 años, mis esfuerzos son en pos del futuro y de desenredarnos de la maraña en que nos tiene entrampados este permanente volver al punto de partida fruto del afán de los enemigos y temerosos de la libertad por imponer una versión de la historia que los justifique políticamente.

Siendo el título de esta nota “ EL PROBLEMA NO SON LOS INMIGRANTES QUE VIENEN SINO EL PAÍS AL QUE LLEGAN ” mi intención es evitar que quienes se sienten necesitados de vivir en una nación que cumpla el sueño fundacional de ser la Patria de los hombres libres caigan en el mismo error chauvinista de los que ya hace 100 años empezaron a derruir sus cimientos.

Yo soy un 75 % nieto de inmigrantes que vinieron a estas tierras huyendo de los progroms de la Rusia Zarista. Otros muchos son nietos de quienes vinieron buscando una salida a la miseria y falta de posibilidades que les daban sus países de origen.

A fines del siglo XIX llegaban italianos; españoles; franceses; ingleses; polacos; judíos de distintas nacionalidades y todos los hombres del mundo que quisieran habitar en este confín libre del mundo.

Ellos llegaban a una Nación que surgía del desierto para brindarles a todos los mismos derechos que a los nativos de estas tierras. 

Era esa una República en busca de su mejoramiento que más allá de las humanas falencias iba cumpliendo con el PROYECTO NACIONAL en ese momento vigente y que todavía perdura aunque en estado vegetativo. Podríamos decir que en un “ coma inducido ” como califican muchas veces los médicos el estado de un paciente cuya vida se están esforzando por salvar.

En la actualidad llegan paraguayos; bolivianos; peruanos .. y hasta africanos que vienen motivados por las mismas razones que mis abuelos.

No cometamos el error de responsabilizarlos a ellos por el país al que llegan. Sin duda mejor que el de su origen.

Ocupémonos nosotros de ofrecerles a ellos y a nuestros hijos y nietos un hogar como el que soñaron nuestros mayores.