Desinformación y regulación de las Plataformas: ¿libertades en riesgo?
Matías Enríquez

Participante del Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales 2020. Periodista argentino que ha trabajado en diferentes medios de comunicación, actualmente dedicándose a la comunicación institucional de organismos de gobierno. Trabajó en diferentes medios gráficos como El Mundo (España), Marca (España) y ESPN-La Revista (Estados Unidos), en radio y TV. Fue corresponsal, redactor, movilero, editor, columnista, conductor y productor. También se desempeña como docente en talleres de Comunicación, Periodismo y Argumentación. Ha publicado columnas de opinión en diferentes medios como Infobae, Diario Perfil, ADN Ciudad, Mundiario  y Visión Liberal, entre otros. 



Frente al aislamiento social, preventivo y obligatorio que se decretó en marzo del 2020, muchos ciudadanos fueron víctimas de contenidos engañosos e imprecisos que comenzaron a dar cuenta de una nueva pandemia que era la desinformación. Por aquel entonces, diferentes periodistas de habla hispana y analistas de la comunicación veían en las redes sociales el verdadero problema e, incluso más, solicitaban a las plataformas digitales abandonar la postura pasiva que venían adoptando frente a la desinformación para tomar las riendas de la situación. El principal motivo que esgrimían era que el ciberespacio era el escenario de un auténtico descontrol sobre los contenidos falsos y nadie hacía nada.

Quizás hoy resulte un tanto lejano aquel momento, pero lo concreto es que aquel tsunami desinformativo que acompañó la pandemia —y que hoy continúa vigente— ha producido una gran cantidad de alteraciones en la salud mental de los individuos.
El reclamo a los gigantes digitales
Seguramente la comodidad —y defensa corporativa—periodística también buscaba eludir la autocrítica y posicionar una postura agresiva contra esas “grandes empresas tecnológicas” por su inacción. Ni muy muy ni tan tan… pero sin dudas que los gigantes digitales tuvieron que poner el foco allí porque la gente empezó a hacerles notar que esto tenía un impacto directo en temas de salud y no solo se reducía a esa cuestión más vinculada al entretenimiento en las redes.

Así comenzamos a ver cómo, con errores y aciertos, las plataformas comenzaron a tomar cartas en el asunto con iniciativas concretas como la revisión de contenido o la instalación de botones para alertar de contenido potencialmente engañoso por parte de Twitter, entre otras acciones que se implementaron. Con estas medidas, Facebook legó a eliminar de su plataforma más del 70% del contenido falso, aunque aún hay mucha información falsa que circula por la plataforma.
El caso Spotify
Las medidas se siguieron tomando durante los años siguientes y continúan aún vigentes por estos tiempos. Hace algunos días, la popular plataforma musical Spotify modificó sus políticas y aseguró que agregará un “aviso de contenido” a cualquier episodio de podcast que incluya discusiones sobre el Covid-19.

Todo surgió por las críticas recibidas del podcast de Joe Rogan en el que se difundió información errónea sobre el coronavirus. Eso derivó en el pedido del reconocido músico Neil Young que pidió a Spotify retirar todas sus canciones de la plataforma al constatar que no había sanciones ni advertencias frente a la desinformación sobre vacunas contra el Covid-19. Si bien el formato del podcast parece no haber llegado a su pico en nuestro país, es uno de los formatos de contenido favorito de millones de personas alrededor del mundo y ha seducido a millones de argentinos desde el comienzo de la pandemia, con un público cautivo muy fuerte.
¿Libertades en riesgo?
Estas medidas que fueron muy celebradas por permitir erradicar información falsa o engañosa, también han abierto una fuerte crítica por considerarse que avanza sobre las libertades individuales de las personas. En este caso, la libertad de expresión.

A la luz de los hechos, las plataformas parecen estar inmersas en una compleja posición dado que, si deciden implementar algunos mecanismos de control, pueden caer en la censura. Pero si mantienen aquella postura pasiva del pasado recibirán la despiadada crítica por inacción. No parece un panorama sencillo. El desafío que tienen las plataformas digitales por delante —al igual que todos los que quieran hacer frente realmente a este problemática— es combatir la desinformación sin atentar contra la libertad de expresión, con todas las dificultades que esto acarrea y con el predominio del bienestar social y el sentido común por sobre cualquier otro interés.

Cualquier escenario que no siga este axioma fundamental puede incurrir en prácticas más propias de comienzos del Siglo XX que de estos tiempos, como ocurrió con la discrecionalidad tuitera de cerrarle la cuenta a Donald Trump y no hacer lo propio con el dictador venezolano Nicolás Maduro, aún cuando un gran caudal de sus tuits recibieron infinidad de denuncias durante años, por citar un ejemplo de los últimos años.
El debate por las regulaciones
“No tenemos que caer en la censura o en regulaciones que terminen por impulsar un mal mayor de lo que tratamos de remediar” había sostenido hace algunos meses Ricardo Trotti, representante de la Sociedad Interamericana de Prensa durante la Cumbre Global sobre Desinformación que organizó la mencionada SIP junto a Proyecto Desconfío y la Fundación para el Periodismo. En sus palabras parece residir el quid de la cuestión. Las plataformas digitales son actores fundamentales que intervienen directamente en la opinión pública y han demostrado tener un alto grado de injerencia en los procesos electorales a lo largo y ancho de todo el mundo. Su intervención es fundamental para combatir la desinformación pero nunca puede hacerse desde la discrecionalidad, los prejuicios o intereses propios. De ese modo se ocasionaría un daño (tal vez irreparable) sobre la libertad de expresión. Ese control excesivo también reinstala la incertidumbre respecto del destino de la libertad de expresión en el mundo digital.

En otras palabras ¿dónde queda la manifestación libre de opiniones e ideas si las plataformas ejercen cierto abuso en el control de los contenidos que allí se comparten?

Publicado en El Entre Ríos.
 

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