Cuidado con las tarifas, los subsidios públicos y los piqueteros
Enrique Blasco Garma
Economista.


Los bienes privados son los que benefician exclusivamente al usuario y se agotan con cada consumo individual. Ejemplo, la comida, vestimenta, combustibles, transporte. Lo consumido por uno deja de existir para todos los demás. Por esa característica, los servicios como transportes, electricidad, combustibles, conviene que sean producidos individualmente. Que los oferentes compitan para satisfacer mejor a los participantes, empleados, proveedores, empresarios, consumidores, proponiendo diferentes conveniencias, virtudes, remuneraciones, precios, calidades.
Por el contrario, que el Estado subsidie esos bienes alienta despilfarros; al abaratarlos, trasfiere costos a los contribuyentes. Así, los subsidios y preferencias otorgados a Aerolíneas Argentinas podrían favorecer a algunos usuarios, a costa de los que utilizan otros medios de transporte y de los contribuyentes en general. Si la comida fuese gratuita nadie cuidaría su uso focalizado en alimentar las necesidades individuales. Por eso, en todo el planeta prevalece que cada uno consiga su alimento por sí mismo o pagando a quien lo produce.
En contraste, los bienes públicos son los que favorecen la coordinación de las actividades privadas y no se agotan con el uso individual. Pues, en general, apuntan a proveer estabilidad: de leyes, precios, lenguajes, señales. Es tarea del Estado administrar la defensa nacional, la justicia, moneda, normas. Las leyes, pautas, estables, iguales para todos, ayudan a ordenar las actividades individuales.
Ningún particular agota ni puede mejorar independientemente la ley, las normas de tránsito, las reglas de comportamiento, el idioma, la estabilidad monetaria. Los funcionarios estatales, como el árbitro en el fútbol, debieran controlar que las reglas sean parejas para todas las transacciones en el tiempo. Así conseguir los bienes públicos más estables y valorados.
Metáforas de las contradicciones argentinas son la inflación del peso del 50% anual y las denominadas “organizaciones sociales” que operan trabando vías de comunicación. Inexorablemente, deterioran bienes públicos en busca de beneficios particulares.
Principios fundacionales
La Constitución determina los mecanismos para decidir los bienes públicos y su financiación: con impuestos generales, a las ganancias, otros y crédito público.
La emisión monetaria para atender los gastos no está contemplada, con buen criterio, pues implica la ausencia de acuerdos para sostener los gastos del Estado. La efervescencia “creativa” de las legislaturas, jueces, entes normativos, BCRA, es contraria a la estabilidad y deteriora los bienes públicos.
La satisfacción de las necesidades individuales debiera ser el foco de todas las actividades privadas y públicas. Por eso, la eficacia de los gastos es decisiva. A mayor eficacia de los trabajos, mejores resultados.
Los bienes privados se autorregulan en ambientes libres de interferencias, bajo la cobertura de la estabilidad normativa. A todos los individuos la misma regla: justicia, para asegurar la calidad de los bienes públicos; competencia que se traduce en paridad, en el margen, de las diferentes relaciones entre la producción de satisfacciones individuales y los gastos incurridos; austeridad de los gastos estatales por ser el principal oferente de los bienes públicos.
Que el gasto estatal represente 42% del PBI, en 2021, aún siendo una prestación de calidad insatisfactoria, es claro desvío. Publicó Roberto Cachanosky en Infobae: “Cada senador nacional cuesta USD 211.500 mensuales, al cambio oficial, sin computar la Biblioteca ni la Imprente del Congreso”, clara evidencia de despilfarros inauditos.
La satisfacción completa del usuario debiera ser la guía de las decisiones. En efecto, el valor de la producción de bienes y servicios mide el grado de la atención a los consumidores individuales. Los PBI por habitante -el valor agregado- mide la eficiencia de las decisiones del conjunto de su gente. En países donde el Estado es determinante, como la Argentina, la ineptitud estatal es el causante principal de la pobreza.
Costos para la sociedad
El abismo entre los USD 93.500 anuales por habitante producidos en Suiza en 2021 y los USD 9.930 que genera la Argentina mide en forma precisa y exclusivamente la incompetencia, la diferencia en la eficacia de los gobiernos de ambos países en satisfacer a sus gentes. Esa eficacia la consiguen bienes públicos, las instituciones que favorecen las transacciones libres de obstáculos redundantes y derroches, en todas las actividades.
No hay que mirar demasiado lejos. Chile y Uruguay producen ingresos cercanos a los USD 17.000 anuales por persona, un 70% más que la Argentina, según las últimas estimaciones del FMI.
Las deficiencias de las instituciones argentinas actuales justifican la emigración de jóvenes y profesionales exitosos que no la toleran ni tienen esperanzas en una pronta recuperación. En 1980, poco antes del comienzo de la nueva democracia, la Argentina generaba un PBI por habitante que triplicaba el promedio mundial. Entonces sólo había 20 países con mayor PBI por persona, y ninguno de ellos registraba una relación de más de 5 veces. Ahora, por el contrario, es 27% inferior al promedio mundial e Irlanda produce más de 10 veces nuestro promedio nacional.
En este contexto, cabe esperar que el acuerdo con FMI permita ajustar algunas de las ineficiencias, desencuentros, y aumentar la confianza en el porvenir de los argentinos. Un repunte de los ingresos es posible si los políticos ceden parte de sus prejuicios y aceptan reparar errores.

Publicado en INFOBAE.





 

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