La crisis en Ucrania
Gabriela Calderón de Burgos
Es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador). Se graduó en el 2004 con un título de Ciencias Políticas con concentración en Relaciones Internacionales de la York College of Pennsylvania. Desde enero del 2006 ha escrito para El Universo (Ecuador) y sus artículos han sido reproducidos en otros periódicos de Latinoamérica y España como El Tiempo (Colombia), La Prensa Gráfica (El Salvador), Libertad Digital (España), El Deber (Bolivia), El Universal (Venezuela), La Nación (Argentina), El Diario de Hoy (El Salvador), entre otros. En el 2007 obtuvo su maestría en Comercio y Política Internacional de la George Mason University.


Rusia ha invadido Ucrania. La sabiduría convencional sostiene que gran parte de la culpa cae sobre Vladimir Putin y que EE.UU. es un poder hegemónico benévolo. Pero hay causas de este conflicto que nos indicarían que la sabiduría convencional está confundida.
John Mearsheimer de la Universidad de Chicago explicó en 2015 las causas del conflicto que tuvo Ucrania en 2014, cuando Rusia anexó Crimea.
Mearsheimer cree que el problema de fondo es que los países de Occidente han buscado remover a Ucrania de la órbita rusa e incorporarla a Occidente. Desde la Cumbre de 2008 en Bucharest los países miembros de la OTAN —organización militar que nació para proveer seguridad colectiva en contra de la Unión Soviética—  manifestaron su intención de satisfacer la aspiración de Georgia y Ucrania de convertirse en miembros. También, la Unión Europea se mostró dispuesta a aceptarlos como miembros. Mearsheimer dice que esto equivale a pincharle el ojo a Rusia una y otra vez.
Es probable que Putin sea un líder irracional y parece que tiene la ambición de restaurar a Rusia como uno de los grandes poderes. Pero ni Putin es Hitler ni Rusia es la Unión SoviéticaTed Galen Carpenter explica: “Al final de la Guerra Fría, la Unión Soviética tenía la segunda economía más grande del mundo; Rusia en 2020 se ubicaba en la posición onceava —justo detrás de Corea del Sur. La Unión Soviética adoptó la economía marxista-leninista, mientras que Rusia es en gran medida parte del mundo capitalista. Es verdad que el capitalismo que Rusia practica es una variedad extremadamente corrupta caracterizada por el compadrazgo, pero todavía es algo muy distinto a la economía dirigida por el estado y rígidamente centralizada de la era soviética”. Desde el punto de vista militar, mientras que la Unión Soviética buscó mantenerse al nivel de EE.UU., el gasto militar anual de la Rusia actual es menos de un décimo del de EE.UU.
Carpenter señala que la política exterior de EE.UU. desde hace mucho adolece de un narcisismo que le impide darse cuenta que otros pueden percibir sus acciones como amenazas a su seguridad nacional. Es comprensible que países como Alemania Japón perciban a EE.UU. como un poder global benévolo, pero también deberíamos entender que países como Rusia tienen razones para verlo como una potencial amenaza a su seguridad nacional.
Por ejemplo, EE.UU. ha emprendido acciones militares con el objetivo de promover la democracia alrededor del mundo mediante los cambios de regímenes. Debemos entender que para los líderes no demócratas del mundo —como los de Moscú o Beijing— este objetivo explícito constituye una amenaza. 
EE.UU. necesita volver a enfocar su política exterior en lo que representa una verdadera amenaza a su seguridad nacional. La democracia e integridad territorial de Ucrania son objetivos loables, pero no deberían haberse convertido en temas críticos para la seguridad de EE.UU. Rusia y EE.UU. más bien deberían ser aliados para frente a China
Según el experto en control de armas nucleares, Eric Gomez, la preocupación es que una escalada del conflicto podría ubicar en mayor proximidad a más fuerzas nucleares. Es una tragedia que EE.UU., sus aliados y Ucrania no se esforzaron seriamente para encontrar una manera diplomática de prevenir esta invasión.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 25 de febrero de 2022 y en Cato Institute.
 

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