¿Guerra contra la inflación o guerra contra su coalición?
Martín Simonetta
Es Director Ejecutivo de Fundación Atlas para una Sociedad
Libre. Profesor titular de Economía Política I en UCES) y de Economía en Cámara Argentina de Comercio. Autor
de diversas obras. Fue elegido "Joven Sobresaliente de la Argentina
2004" (The Outstanding Young Person of Argentina-TOYP) por Junior Chamber
International y la Cámara Argentina de Comercio (CAC), habiendo obtenido la
mención "Animarse a Más" por parte de PepsiCo. Recibió diversos
reconocimientos tales como la beca British Chevening Scholarship para
desarrollar investigaciones en Gran Bretaña (British Council, la Embajada
Británica y la Fundación Antorchas,1999). Miembro del Instituto de Política Económica de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Académicamente es Licenciado en Relaciones Internacionales (Universidad del
Salvador, Buenos Aires), Magister en Política Económica Internacional
(Universidad de Belgrano), MBA (U. Isabel I, España), habiendo realizado un Posgrado en Psicología
Positiva (Fundación Foro para la Salud Mental). Ha desarrollado el programa
"Think Tank MBA" en el marco de Atlas Economic Research Foundation
(Fairfax, Virginia, y New York, NY, 2013).
Contacto: mcjsimonetta@gmail.com / Twitter: @martinsimonetta
Como sucede de forma recurrente en la historia
económica argentina, el Presidente Fernández lanzó una nueva “cruzada”
voluntarista contra la inflación. Con una denominación de dudoso gusto, en el
contexto global de la guerra de Ucrania, eligió el concepto de “guerra contra
la inflación” como idea fuerza motivadora para vencer al “enemigo invisible”
que hace subir los precios en Argentina.
Como es sabido Argentina cuenta con una de las inflaciones
más altas del planeta: superior al 50 por ciento anual, en la que diversos
precios se encuentran reprimidos tales como las tarifas de servicios públicos. La
situación es tal que incluso en el mes de febrero la inflación mensual de
nuestro país fue superior a la de Venezuela.
Por otra parte, diversos factores adicionales a la
emisión monetaria hacen pensar que a lo largo del 2022 podríamos vivir
experiencias que incrementen aún más ese alarmante número. Una de ellas es la
suba de los precios internacionales de los commodities que la Argentina importa
en el marco de la verdadera guerra (la Ucraniano-Rusa). Especialmente el caso
del gas que llega al país desde Bolivia.
Deliberado diagnóstico equivocado
Hemos dichos que las medidas anunciadas por el presidente
poco tienen que ver con la neutralización de las causas de la salvaje inflación
de nuestro país. Por ejemplo, el anuncio del relanzamiento de “precios cuidados”,
set de medidas que a lo largo de la historia se utilizó sin ningún tipo de éxito
en materia inflacionaria.
Es muy claro que el presidente – con experiencia en
gestión y conocimiento económico- sabe que estas medidas son inefectivas en la
guerra inflacionaria. Pero, ¿por qué las lanza y las anuncia entonces? Tal vez
tenga que ver con la estrategia más política que económica, orientada a mostrar
a la ciudadanía cierta proactividad ante el problema, en el marco de la
redefinición de los liderazgos en la coalición gobernante y teniendo en cuenta
que –para buena parte de los argentinos- la explicación de las verdaderas
causas de la inflación es un “tema técnico”, no tan comprensible.
Desafío político más que económico
Pero el desafío del presidente es más político que
económico. La crisis del Frente de Todos -a partir del alejamiento del grupo
seguidor de la vicepresidente Cristina Kirchner- es la batalla de fondo. El
ajedrez económico se produce en el contexto de una pulseada política en la que
los “K” quieren despegarse de los costos políticos del ajuste económico, de un
gasto público asfixiante que acarreó un déficit fiscal insostenible.
Aprovechando el mencionado desconocimiento ciudadano de la problemática
económico-financiera, el kirchnerismo logró imponer –en una parte de la
población- el mito del “desendeudamiento”. Tengamos en cuenta que sus
seguidores defienden con ahínco la creencia de que Néstor Kirchner “nos
desdendeudó”, pagando la totalidad de la deuda pública argentina y no la
totalidad de la deuda del país con el FMI, que representaba representativa apenas
un 9% de la deuda pública total.
En la actualidad, tal como en la Primera y en la
Segunda Guerra Mundial, los precios internacionales de los productos que la
Argentina exporta nos sonríen. Pero, dadas las vulnerabilidades estructurales, este
viento de cola no es suficiente para capitalizar la circunstancia. La
oportunidad abierta por el boom de los precios de la soja, el trigo, el maíz,
es eclipsada por las preocupaciones de corto plazo generadas por del incremento
de los costos energéticos, en los que el país es deficitario.
El éxito o no del rebote económico post COVID, tras la
gran devaluación sufrida por la economía argentina en los últimos años (emulando
la salida de la crisis 2001-2002), será uno de los factores claves para definir
la interna política Alberto-Cristina. Y, en consecuencia, de la continuidad o
no de la fuerza del llamado movimiento kirchnerista en la vida política y
económica de nuestro país.
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