La inexorable política peronista y liberal: Falta el ejecutor
Diana Ferraro
Escritora
El perdurable odio de unos por otros nubla la razón colectiva y oculta la obvia solución argentina, que debe ser a la vez peronista—para atender el cuidado y promoción de millones de excluidos—y liberal—para asegurar el crecimiento y la estabilidad.
Se mira la realidad política desde el pasado, manteniendo viva la idea de que peronismo y liberalismo están fatalmente opuestos cuando, sin ir más lejos, la experiencia de los años 90 demostró que no es así y más aún, que la unión de ambos podía generar un inmenso crecimiento y progreso.
Hoy hace falta más: más peronismo, más liberalismo.
Y hace falta el ejecutor: el liberal que entienda cómo puede funcionar el peronismo o el peronista que entienda que se puede hacer un excelente peronismo dentro de una economía liberal.
Al liberalismo le caben las tareas de estabilizar la moneda y hacerla otra vez convertible, de eliminar el déficit fiscal, de eliminar los impuestos recesivos y, en particular, a las exportaciones, y de generar las condiciones necesarias para facilitar la producción y crear una economía ágil y libre.
Al peronismo le caben sus tradicionales tareas de protección de los trabajadores registrados, no registrados, desocupados formados y desocupados no formados—hombres y mujeres sin hijos o con hijos en edad escolar—y las de la organización de condiciones de vivienda, salud y educación para esos sectores—incluyendo a las madres de hijos no escolarizados y a los niños escolarizados o no.
Los liberales no precisan explicaciones acerca de cómo lograr sus objetivos: las exitosas economías de los países centrales y de muchos otros vienen mostrando el cómo desde hace décadas.
Es el peronismo el que precisa una reconversión en sus métodos para lograr los objetivos de siempre. Mientras el mundo se globalizó con una política general de producción capitalista sin inflación, el peronismo local se aferró a su antiguo estatismo inflacionario, convirtiendo a la Argentina en un país fallido con un 50% de pobres.
El General Perón, sin embargo, dejó una enseñanza clara al promover la organización de los trabajadores por fuera de Estado.
La CGT y los sindicatos son organizaciones libres del pueblo y es por eso que, desde el comienzo, aprendieron a organizarse para proveer salud y turismo a sus afiliados, además de defender el único capital inicial que tienen los trabajadores: el de su trabajo.
Este es el modelo en el que un peronismo reconvertido debe inspirarse y dejar que, mientras desde el Estado se hace la reforma liberal que termine con la inflación y cree las mejores condiciones de productividad, los sindicatos tomen a su cargo la protección social bajo el lema: “No hay otra clase de hombres y mujeres que los que trabajan.”
¿Cómo sería el nuevo modelo?
1) Eliminación de todos los planes superpuestos y creación de un plan único de inclusión—al trabajo o a la educación/formación—con un seguro de desempleo, personal y bancarizado. Se restituye la dignidad: todos son o van a ser trabajadores.
2) Registro sindical universal y obligatorio de trabajadores, sea cual sea su condición—empleado, desocupado o en formación. Se terminan así la exclusión y el descontrol, ya que junto al registro de sueldo o seguro, existe el de pertenencia como trabajador ocupado o en formación en un sindicato. Sabremos fácilmente quién es quién y qué hace y será más fácil recuperar a los auto-excluidos y cear mejores condiciones de seguridad para todos.
3) Aporte del trabajador para su jubilación, seguro de desempleo, y educación/formación cuando corresponda
4) Formación técnica y de oficios en los sindicatos. Cursos a cargo de trabajadores desocupados formados pasando su oficio.
5) Creación del bachillerato sindical de dos años que permita un acceso a la universidad a quienes demuestren talentos especiales
6) Simplificación y modernización de las leyes laborales: el trabajador se protege a sí mismo a partir del poder colectivo que le da la asociación sindical.
7) Creación de aseguradora sindical para administrar los aportes y seguros de desempleo
8) Ley de auditoría que asegure que los afiliados tengan poder de control sobre las cuentas sindicales
9) Eliminación del Ministerio de Desarrollo Social, quedando todas las cuestiones que atañen a los trabajadores ocupados o no, a cargo del Ministerio de Trabajo y/o de otros que eventualmente correspondan, p.ej. Ministerio de Educación
10) Creación de ley por la cual todos los trabajadores del Estado entran en situación de disponibilidad sin perder su sueldo y son reasignados, de modo de permitir un Estado liviano, con empleados altamente formados y productivos y con los trabajadores que hoy están mal ubicados, reasignados allí donde puedan demostrar mejor su capacidad y hacer carrera.
El Estado y las empresas que ocupan trabajadores inicialmente volcarán los recursos necesarios para poner en marcha el nuevo plan virtuoso que, en la medida en que más y más trabajadores se sumen, eduquen, trabajen y aporten deberá sostenerse por sí mismo y liberar tanto a las empresas como al Estado de cualquier obligación hacia sus trabajadores que no sea la del pago del sueldo y las buenas condiciones de seguridad, higiene y otras en sus ambientes de trabajo.
Otro plan especial, nacional y/o provincial que el peronismo puede crear, independiente del Estado aunque también con su inversión inicial, es el de la creación de cooperativas rurales con la cesión de tierras fiscales improductivas a futuros trabajadores rurales que construirían allí sus viviendas según un modelo colectivo y racional, trabajarían allí mismo, y pagarían con su trabajo el dinero que se les preste vía crédito bancario para arrancar el proyecto.
Este plan rural debe comenzar a pequeña escala, creando un modelo económico fácil de repetir y/o amplificar y, además, seguramente exportable a países vecinos, de modo de reducir la inevitable presión inmigratoria que se sufrirá cuando la Argentina comience otra vez a crecer.
Mientras que el liberalismo apura sus planes de reforma de la macro economía el peronismo debería hacer un esfuerzo paralelo para crear su propia reforma compatible para proteger a los trabajadores al mismo tiempo que atrayendo y multiplicando las inversiones locales y extranjeras.
Un trabajo simultáneo sería ideal, demostrando que somos capaces de organizar una reforma que sirva a todos y no perjudique a nadie.
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