Cómo acabar de una vez por todas con Milei
Karina Mariani
Directora del CLUB DE LOS VIERNES Argentina.


En Iowa, al comenzar el proceso de primarias durante la campaña que lo llevó a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump dijo «Tengo a la gente más leal, ¿alguna vez han visto algo así? Podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente y no perdería votantes«. Claro que le llovió una catarata de indignados enfrascados en literalidad que lo llenaron de adjetivos denigrantes, pero eso no impidió que su popularidad siguiera creciendo. Trump había entendido el fenómeno social que él mismo representaba, que ya había despegado de él como persona, y le permitía decir cosas prohibidas para el resto de los políticos. El mito se había echado a rodar y ni el resto de la política, ni los analistas ni los periodistas pudieron entenderlo.
Algo similar ocurre con la concatenación de zancadillas, notas, análisis, denuncias, carpetazos, insultos y descalificaciones que 24×7 se ocupan de Javier Milei y de cada molécula que tenga relación con el economista. En las últimas semanas, un escrutinio sistemático sobre la persona de Javier Milei ocupa redes, medios tradicionales y páginas de análisis político. El abanico de tratamientos va desde el insulto redondo: siquiátrico, nazi, misógino, xenófobo, etc; hasta desarrollos más complejos que apuntan a lograr una cadena causal que derive en los insultos antes expresados. También hay intentos de recuperar los votos que alguna agrupación política considera de su propiedad, tratando de entender cómo neutralizar o estigmatizar una candidatura de Milei que significara la pérdida de poder parcial o total. Pero curiosamente la popularidad de Milei parece crecer con estos ataques, lo que ocurre es que el mito echó a correr.
En enero de 2022, cuando recrudeció la interna por el liderazgo cambiemita, escribí sobre el “Concepto Macri” y lo que a mi juicio había representado, como emergente, la figura política del expresidente en sus inicios, y cómo ese concepto había sido desmarcado de los anhelos y demandas que representaba, merced a la gestión de la persona Macri y al accionar de su armado político (https://faroargentino.com/2022/01/cambiemos-sin-macrismo-y-macrismo-sin-macri/). Un caso novedoso se manifiesta con el “Concepto Milei” una evolución más contundente y recargada de desafío al establishment que hoy convierte a Javier Milei en el referente político más popular del país y cuyos actos y apariciones públicos concitan auténticas muchedumbres de manera creciente y periódica sin que medie aparato logístico de acarreo. Estas manifestaciones no tienen parangón ni con los actos del esclavismo piquetero ni con eventos aislados como cierres de campaña organizados desde el aparato del Estado. Estamos ante un hecho político que no encuentra paralelo en las últimas décadas.
Pero el fenómeno de hartazgo antiestablishment no es exclusivamente argentino. Existe una extendida crisis de los partidos y políticos ubicados tradicionalmente “a la derecha de la izquierda” en la región. Si bien existieron espasmos que experimentaron cierto renacimiento temporal de la centroderecha institucional (Macri, Piñera, Lacalle Pou) este terminó siendo tan solo cosmético, la “no izquierda” institucional/partidaria padece un declive innegable y extraordinariamente pernicioso para las ideas de la libertad y el republicanismo. En Small Men on the Wrong Side of History: The Decline, Fall and Unlikely Return of Conservatism el periodista Ed West sostiene que la hegemonía derechista que llega a su apogeo en la era Reagan-Thatcher, (cuando incluso socialdemócratas adoptan el paradigma del “fin de la historia”) entró en crisis en los primeros años del nuevo siglo. El pesimismo de Ed West se sostiene en que justamente las ideas de Thatcher o Reagan habían sido desterradas de las plataformas políticas porque los políticos derechistas estaban ansiosos de ganarse el favor de sus enemigos. En este sentido la estrategia más usual era dirigir todas las energías de campaña a aquellos votantes que no tienen posturas políticas determinantes sino tan sólo la pregunta ¿Qué harán los políticos por mí?. Este razonamiento retroalimentado entre políticos y votantes (razonamiento coimero y utilitarista) ha encumbrado a políticos reacios a todo posicionamiento ideológico y ha alejado a quienes daban mayor importancia a sus valores por sobre la dádiva paternalista. 
Una de las cuestiones más brutales surgidas de este tipo de posicionamiento ideológico es la relativización de los valores hasta la anulación de todo sentido común. Si por la calle le preguntaran a un simpatizante de Milei qué ingredientes inclinan su voto, probablemente hablará imprecisamente de la casta política, de lo altos que están los impuestos y poco más. Pero lo que es descarnadamente explícito es el hambre de sentido común. Para deslegitimar a Milei han intentado rebajar a sus votantes señalando que eran repartidores de comida y esto generó un enorme publicidad a favor del candidato, una construcción positiva que ninguna campaña tradicional habría logrado. En una marcha piquetera intentaron que un militante critique a Milei y en cambio obtuvieron un rotundo apoyo que se hizo viral y hasta mejoró el perfil del economista que fue señalado como el único sincero y honesto. Ejemplos así se suceden todo el tiempo y sin embargo, sus detractores no perciben ese hambre de sentido común que es la base del “Concepto Milei”, que ya no le pertenece ni a él ni a nadie. 
El “Concepto Milei” es una representación antropomórfica del hartazgo social que se viene heredando de generación en generación. Cuando Milei dice “la casta tiene miedo” se convierte en el héroe de esa demanda, y da vuelta la taba de las miles de formas en las que la casta viene robando, humillando, maltratando y asustando a la inmensa mayoría de los argentinos que han visto, en el curso de su existencia, el nefasto accionar de la clase política argentina. Un héroe jamás podrá serlo sin la existencia de villanos que le permitan poner de relieve las virtudes ansiadas y añoradas por la sociedad. Los villanos anteceden a los héroes y no al revés. Si Ciudad Gótica no hubiera estado putrefacta, Bruce Wayne habría sido un niño rico sin propósito. Sólo de la desesperanza y el hastío nacen los héroes, porque canalizan una demanda expectante.
Es por eso que el “Concepto Milei” precede al Javier Milei político, así como el “Concepto Macri” estaba latente en los deseos de éxito y progreso cuando la sociedad sólo tenía para elegir entre gamas de socialismo naftalinado. Esto no significa (necesariamente) ni una inmediata traducción en votos ni que el político Milei llegue al 2023 alcanzando el nivel de expectativas que su mito requiere. Sin embargo, lo que tenemos hoy es una importante masa de ciudadanos que, casi por instinto, entiende que hay una tiranía política que le impone valores en los que no cree y que le roba su libertad y sus esperanzas. Milei surge nadando a contracorriente de esa tiranía política, listo, punto, es mucho más que lo que había para elegir entre los políticos profesionales.
La receta para acabar con Milei es tan simple que asusta que no se den cuenta. El “Concepto Milei” crece cuando se declara adversario de la hegemonía progresista y dice lo que los demás no se animan a decir, ni siquiera a pensar. El “Concepto Macri” fue similar hasta que sus asesores decidieron emascularlo y condenarlo a la complacencia. La representación mitológica de Milei o de Macri es fácilmente duplicable, el problema es que lo que se necesita no está en ningún político criado dentro del sistema y alimentado a cheques del Estado.
Hay miles y miles de seguidores de Milei, cada día hay más y no todos son liberales ni están remotamente interesados en Rothbard. Pero están de acuerdo con que el robo debe ser penalizado y no premiado. Creen que es criminal vivir con esta inflación para sostener curros como Aerolíneas Argentinas. Son ciudadanos que creen que la educación debe estar al servicio de los niños y no de lobbys socialistas. Adolescentes que usan el “Concepto Milei” para defenderse de un adoctrinamiento abusivo del que no los defendieron ni sus padres ni los políticos. Ancianos que vienen leyendo el mismo diario, las mismas noticias hace medio siglo y que ya no soportan el loop. Gente que quiere poder decir que las mujeres menstrúan sin convertirse en delincuentes del pensamiento. Son personas que creen en la igualdad ante la ley y que no aprueban los privilegios por etnias, o gustos sexuales. Gente que reivindica su derecho a trabajar sin depender de la dádiva política. Habrá seguidores de Milei que no conozcan a Ludwig Heinrich Edler von Mises pero comparten un enemigo común: los políticos económicamente ignorantes que imponen controles de precios o leyes de alquileres que jamás funcionaron. Es posible que muchos seguidores de Milei no sepan qué escribió Hayek pero entienden perfectamente lo que es la fatal arrogancia porque la padecen en carne propia. Toda esa gente usa el “Concepto Milei” como su propia espada, están diciendo algo, están usando a Milei en su propio beneficio.
Si se desea acabar con Milei, no es necesario ir a buscar en su tacho de basura para producir un escándalo. El Milei persona es humano, si buscan en su basura van a encontrar mugre, ¿o es que acaso alguno de nosotros resiste una autopsia a cielo abierto como la sufrida por el economista? Si los políticos que lo ven como adversario estuvieran de verdad interesados en revertir la pérdida de confianza y liderazgo, sólo necesitarían hacerse eco de las demandas del más simple sentido común. Pero a ambos lados de la grieta (tanto cuando legislan como cuando gobiernan) implementan las mismas políticas, el mismo adoctrinamiento colectivista y sectario, la misma fiscalidad ruinosa. Tan sólo en campaña electoral ensayan un discurso distinto que una vez pasada la elección traicionan sin pudor. Y esto repetido por años y años, ¿cómo no quieren que los desprecien? No van a acabar con Milei matando al mensajero para poder seguir insultando a los votantes o a sus demandas. No es difícil el camino, sencillamente se niegan a tomarlo.
Por lo tanto, escribir en el pizarrón Milei 2023, pegar su sticker en la mochila, gritar su nombre al cronista de C5N o cantar en sus actos, en definitiva apoyar el “Concepto Milei” tiene todo el sentido del mundo. Pensar que de la persona Milei depende todo ese fenómeno es sencillamente un disparate y por eso es realismo mágico suponer que se puede anular al “Concepto Milei” atacando a su persona. Ya Milei no es Milei, es sólo el catalizador de un rechazo ingrávido pero extendido al que un excéntrico economista le puso rostro. Así como el “Concepto Macri” sobrevivió a la fallida deriva del expresidente, el “Concepto Milei” no empezó con Milei ni se va a acabar con él. Pero, al menos en este momento tan irrepetible, su estruendosa candidatura hace que miles de argentinos midan fuerzas, sientan que no son pocos ni están solos y que su vida y valores no dependen de un gobierno o de un medio de comunicación.
Es cierto que el estilo de Milei no convence a mucha gente y que más de una vez provoca un rechazo innecesario. También es cierto que la persona Javier Gerardo Milei debe transitar el lodazal político-partidario convirtiéndose en un radiador para todos los bichos que se relamen cuando algún candidato mide bien. Pero esas adversidades pueden afectar a la persona, y hasta hundirla, y aún así su desgracia no modificaría la demanda del héroe contracorriente. Si Milei no logra armar un partido, ni organizar una campaña electoral la persona se irá a su casa. En cambio el “Concepto Milei” que es eso que mueve a miles de personas a apoyarlo no va a desaparecer.
Milei dio entidad a los que desconfían instintivamente de quienes dicen saber qué es lo que “nos conviene” los dueños del Bien Común. Transita pateando cada brote de la agenda buenista, correctita, moderada, sensiblera. Si gracias a esta ola surgen nuevas voces en esa senda, deberán agradecer al Milei persona haber recibido primero toda la artillería sobre su cuerpo. Milei no trató de ser el padre ni el benefactor de ninguno de sus seguidores y ninguno espera eso de él, bastante cuerdo para ser un loco. Bastante loco que los cuerdos se creyeran hacedores de felicidad y protectores de masas que ni conocen. ¿Quieren acabar con Milei? Simple, abandonen la soberbia y la teta del Estado.
Por años los argentinos votaron sin convicción y al menos malo, ese es el verdadero cáncer de la democracia: la abulia, la apatía. Por años la única razón que han dado en campaña es que el otro es peor, pero ya no asustan con ese Cuco porque todos y cada uno de los políticos profesionales se dedicaron a suspender derechos, a implementar el derecho penal de autor, abrazar todas las agendas identitarias y dotarlas de privilegios y dinero estatal y, sobre todo, a usar el dinero que le roban a la gente para hacer carrera y vivir mejor. Si renunciaran a la discriminación positiva, al colectivismo paternalista y a los negociados terminarían con Milei en una semana. Pero no lo van a hacer, no les da, no pueden. 
La demanda de algo que no sea el establishment (la casta) estaba flotando en el aire, Milei sólo tuvo que abrazarla y amplificar su voz. Si traicionara esa demanda habrá traicionado al “Concepto Milei” y será uno más en la larga fila de políticos vencidos; si en cambio sigue creciendo políticamente, deberá enfrentar una colosal resistencia de ese statu quo que no se rendirá así nomás. Como sea, le espera un futuro es bien ríspido. Pero el mito es otra cosa, y el mito ya echó a correr.

Publicado en Faro Argentino.






 

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