La inflación arrecia y desestabiliza todos los presupuestos
Enrique Blasco Garma
Economista.



La hiperinflación de 1989/90 necesitó un remedio drástico. La Convertibilidad estabilizó los precios y la cotización del dólar en un peso durante once años seguidos. Una experiencia contundente: la disciplina monetaria fue determinante para ese logro. Cada peso se cambiaba libremente por un dólar y viceversa, en todas las operaciones. En la actualidad existen tantos valores diferentes para la divisa como restricciones conflictivas imponen los funcionarios.
La disciplina y confianza de reglas estables ordena las sociedades, es el legado de las culturas exitosas, desde los Diez Mandamientos a las ventajas comprobadas de la competencia, que tantos dirigentes evaden intentando ganar poder. Muchos funcionarios no advierten que, al abandonar las reglas monetarias, la puja inflacionaria y la corrupción de valores desiguales recorta el goce de las actividades productivas y las proyecciones económicas.
La puja inflacionaria se verifica entre aquellos que desean comprar bienes, servicios, activos (tienen sobrantes de pesos) y los que necesitan vender (les faltan pesos) para otras compras. Transacciones que la incierta disciplina macroeconómica entorpece.
La demanda de pesos está acotada por las libertades de contratar, lo que se pueda hacer con el dinero. A mayores facilidades de usarlo, mayor demanda de pesos.
La libertad de cambios, la capacidad del uso amplio del dinero, expande la cantidad deseada de moneda local. En contraste, las regulaciones del control de cambios recortan las libertades, afectan los derechos a contratar. Constituye la contradicción de gobiernos supuestamente democráticos. El absurdo de desalentar el uso del dinero, un activo de ínfimo costo de oportunidad y enormes beneficios.
Punto de fuga: la hiperinflación amenaza a medida que se retiran los que ofrecen bienes a cambio de pesos, restringiendo las actividades. El fenómeno comienza cuando se llega al estado crítico en el que el BCRA no entrega dólares a cambio de pesos.
Emisión. Cada vez que el Banco Central otorga financiamientos o compra divisas internacionales entrega pesos, incrementando la abundancia de dinero.
La ventaja de la Convertibilidad es que toda la cantidad de pesos en circulación es deseada; si sobraran pesos, se los entregarían al BCRA a cambio de dólares. Cuando faltan pesos, cambian dólares para obtenerlos. Por eso, la caja de conversión asegura que toda la oferta monetaria, todos los pesos, sean demandados. El control de cambios es lo contrario, deprime el valor del dinero.
La aceleración inflacionaria la contienen todos los que demandan pesos ofreciendo bienes: supermercados, estaciones de servicios, redes comerciales, etc. Los inversores en bonos también absorben pesos. Aunque todos los demandantes de pesos debieran ser bienvenidos, los burócratas los molestan inventando artificios, como “Precios Cuidados”, “Ley de Góndolas”, y otras restricciones.
El valor del PBI surge de los intercambios voluntarios de bienes y servicios. Pero la inflación desbordada reduce la satisfacción de la gente, con menos variantes para complacer a los clientes, y provoca la caída del producto bruto medido en términos reales.
Las expectativas agudizadas y los controles burocráticos retraen la demanda de dinero, anticipando alzas futuras de precios y dificultades de conseguir los bienes demandados. Las metas establecidas con FMI son de casi imposible cumplimiento, en particular para contener la inflación. De recrudecer, caería la confianza y afectará las perspectivas.
Si bien el alza del precio internacional de los alimentos contribuyó a la inflación local, no fue el causante. Los desequilibrios monetarios y la desconfianza pujaron por exacerbar las subas de precios y salarios en un intento de mayores ingresos relativos. A pesar de que la emisión monetaria, el déficit fiscal y la cotización del dólar marginal se redujeron en el primer trimestre, por razones estacionales y endeudamiento interno.
El acuerdo con FMI anticipa la aceleración de la devaluación oficial y la suba de las tarifas de los servicios públicosEl mayor riesgo país hace menos deseables los bonos del Estado, complicando la absorción de la emisión.
Los procesos hiperinflacionarios responden a la sustitución de la moneda nacional por demanda de monedas extranjeras, consecuencia del deterioro de la confianza, asociado a desequilibrios macroeconómicos. En la Argentina las hiperinflaciones coincidieron con violentas subas del cambio oficial cuando el gobierno se quedó sin reservas de divisas en el Banco Central. Ahora, las reservas son muy bajas, cuando la suba del costo de la energía debilita las cuentas externas.
El fortalecimiento de la confianza en la disciplina macroeconómica es el modo para evitar problemas de balanza de pagos, escasez de reservas, saltos del tipo de cambio y alta inflación.
No obstante, al valorar las cuentas conviene recordar que el Banco Central tiene patrimonio ilíquido y la cotización de cuentas principales está incidida por variaciones burocráticas y la confianza. El aumento del riesgo país podría desalentar la compra de Notaliq y bonos públicos, expandiendo la circulación de pesos.
Mientras las sociedades avanzadas progresan en la disciplina de las reglas estables, los países menos confiables necesitan ajustes continuos implementados por sus políticos autóctonos, elevando todos los riesgos.

Publicado en INFOBAE.








 

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