Massa: de volea y al ángulo
Pablo Olivera Da Silva


Protagonismo mediático para imponer agenda. El error de la consulta popular inconstitucional. La oportunidad aprovechada de lobo político frente a la actitud naif de Pinedo (PRO) y Gil Lavedra (UCR). Justicia Legítima: un significante vacío que no se llena ni a baldazos limpios.

Y sí. Sergio Massa no está en condiciones de asumir el frío estepario que impone la actividad parlamentaria luego de disfrutar de una temperatura caribeña, ungido por el sol de la victoria de octubre pasado. Massa vio el hueco en la barrera y hacia allí partió su remate que ya va derechito al arco del 2015. Su estrategia de pegarse a la opinión pública desafía al oficialismo y a la oposición que, una vez más (y van…) cayó en la trampa de la “comisión redactora”.

Dos de cada tres argentinos encuestados en los últimos tiempos puso como su principal preocupación la inseguridad (aunque ahora la inflación haya recortado diferencias). Está claro que quien interpreta que la ciudadanía pide a gritos una solución al grave problema no va a plantearle que además de desechar combatirla va a morigerar 146 penas por delitos penales. Para hacerlo más claro, van a hacer excarcelables 8 de cada 10 delitos.

Según el Dr. Carlos Pagliere (h), juez penal, actual integrante del Tribunal Oral en lo Criminal número 2 de Azul, si este proyecto prosperara tal cual como está hoy, por el principio constitucional de la aplicación de la pena más benigna, cerca de 20.000 presos recuperarían la libertad inmediatamente y otros 10.000 lo harían en un lapso de tiempo muy corto. Es decir, la mitad de los presos (reos condenados y procesados) de todo el país, volverían a las calles. Van a patear al arco tantas pelotas a la vez que encima, entrarían todas.

Lo deseable sería que se planteen acciones inmediatas como la atención urgente de la crisis del sistema carcelario, la adecuación de los procedimientos y agilización del sistema procesal penal y, en paralelo, se disponga de una evaluación con debate público incluido, acerca de las posibilidades de una reforma integral del Código Penal como última etapa. Esto sería hacer política con moñito y todo.

Como en todas las reformas troncales que ha encarado el kirchnerismo, lo que se impone es la ligereza por alcanzar el titular mediático que impacte antes que impulsar un proceso correcto, en términos de contundencia y eficiencia para que los efectos sean visibles, mensurables y tales reformas, eficaces a mediano plazo. El kirchnerismo se enamora del titular mediático porque ha aprendido que así se construye el relato.

El significante vacío* “Justicia” está siendo objeto de todo tipo de vejaciones con el propósito de acapararlo para sí. Muestra de ello es el nombre de la agrupación “político-judicial” de la procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, Justicia Legítima. El londinense “Sir” Ernesto Laclau contento, por supuesto. Su doctrina populista se afianza en las mentes de los soldados del cristinismo talibán aunque hayan perdido la brújula de lo que la sociedad pide a gritos en cuanto a seguridad se refiere.

Errores salvables e insalvables.

Podemos decir que el ex intendente tigrense dio el golpe certero pero no sin reconocer que el impacto fue defectuoso y levantó un girón de pasto y tierra con el zapatazo. Salió a hablar sin conocer mucho de los aspectos técnicos y es por ello que el presidente de la Comisión Eugenio Zaffaroni le dispensó una bofetada académica que bien podría haber significado un bochazo en su propia cátedra de Derecho Penal de la Universidad de Buenos Aires.

Claro que esto es imposible ya que Massa acaba de recibirse –en noviembre pasado-, en la Universidad de Belgrano luego de aprobar la última materia, Derecho Laboral, una de las cuatro pendientes de su carrera iniciada allá por 1990 y que interrumpiera cuatro años después, mientras que Zaffaroni dejó la cátedra en 2007.

Concretamente, Massa afirmó que el proyecto de la comisión redactora que se filtró como borrador eliminaba la prisión perpetua además de mezclar facultades del código procesal con el penal, en relación a la excarcelación ordinaria, situación que provocó la ira del magistrado advirtiendo los errores y pidiéndole, literalmente, que “vaya a estudiar” porque “los libros no muerden”.

Ahora si la estrategia fue mal planteada por su jefe de prensa o si quienes debieron estudiar a todo galope el proyecto filtrado cometieron tales errores, será motivo de revisión interna y demandará mayor cuidado de cara al futuro inmediato. La realidad es que el golpe que asestó fue certero y desestabilizó, una vez más, la línea de flotación kirchnerista.

En cuanto al error insalvable, y que lo obliga a reformular la propuesta de “consulta popular” de inmediato, tiene que ver con la imposibilidad constitucional de llevar adelante esta iniciativa popular mientras la temática sea legislación penal tal como lo restringe el artículo 39 de nuestra Constitución Nacional. El contragolpe es inminente y si la defensa massista no está bien parada, es probable que caiga por la escasa posibilidad de rearmarse a tiempo.

¿Y el resto de la oposición?

Federico Pinedo planteó sus diferencias pero no ha sido contundente en el rechazo del borrador filtrado. Quizá sea su jefe, Mauricio Macri, quien haya definido la necesidad de que este proyecto prospere y apoye la iniciativa debido a acuerdos preexistentes con el oficialismo. Resulta bastante curioso el aplauso eufórico de Pinedo y Laura Alonso hacia pasajes del discurso de Apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso por parte de la presidente Cristina Fernández de Kirchner. Estas razones han hecho de Pinedo, una “víctima” obligada a responderle a Massa y a quedar pegado al oficialismo que, de ninguna manera, permitirá que haya modificaciones al proyecto que impulse el Ejecutivo Nacional, tal como viene sucediendo con la escribanía en las últimas grandes leyes votadas.

Ricardo Gil Lavedra tuvo la misma actitud de ataque para con Massa y se sumó al grupo de los “usados” y desechados opositores que por sentirse heridos ante el evidente y grosero error político que Massa les marcó, no han tenido la capacidad de darlo vuelta sino profundizarlo. Sin embargo, hace apenas instantes, Julio Cleto Cobos salió a plantear los condicionantes a la aprobación del futuro proyecto. ¿Tarde quizás?

Además de Pinedo y Gil Lavedra, el FAP también tiene asiento en la comisión redactora por intermedio de María Elena Barbagelata, cuya posición bien puede coincidir en mucho con las de Zaffaroni y León Arslanian, ex ministro de Seguridad bonaerense y representante del oficialismo. El debate está orientado hacia la unificación de criterios en la escala de penas dado que el actual código es “caótico” según la opinión del radical.

Lo que viene

Lo cierto es que el Código Penal necesita ordenarse, modificarse. Cuando se habla de este tipo de reformas, el consenso que se debe alcanzar es total, por ende, fundamental. De allí surge que Gil Lavedra haya tildado de “demagogo” a Massa. La negociación del nuevo código implica concesiones de cada parte y allí es donde el massismo tiene toda ganancia: no ocupan ningún lugar en la Comisión ya que es una fuerza que apenas tiene unos meses de existencia.

La estrategia massista es clara. Apunta a perfilar un discurso que le agrade a la opinión pública aunque esto implique no sentarse a conciliar posiciones o debatir propuestas. Deberá mejorar la capacidad de ataque inicial para no dejar mucho espacio entre los delanteros y los volantes, de lo contrario, el contraataque puede ponerlo en ridículo y minar sus posibilidades de construcción política de cara a sus ambiciones para 2015.

El oficialismo tiene por delante un desafío como pocos, si es que han imaginado las consecuencias de la puesta en vigor de este proyecto. Si arriesgamos una teoría dogmática, la inminente reducción del 50 % de la población carcelaria sería una forma de solucionar la crisis del sistema carcelario y continuar con el garantismo sin más recompensa que la libertad para los delincuentes. En contrapartida, deberán enfrentarse a un vasto sector de la ciudadanía que sumarán argumentos para volcarse masivamente a las calles para exigir, nada más ni nada menos, que el derecho humano a la seguridad, y por extensión, el derecho a la vida. Alea jacta est.

* Con significante vacío, Laclau se refiere al “nombre” dado al sistema relacional cuyo significado total es establecido por esa palabra. Es decir, cuando dice “Justicia” se estaría refiriendo a todas las definiciones de la palabra que le sirvan para sostener su lucha política y la de sus aliados por la hegemonía.
 

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