El bloqueo ideológico del gobierno
Diana Ferraro
Escritora


Si la bandera brasileña lleva la inscripción Orden y progreso, la bandera argentina de estos días parece llevar  la de “Ignorancia y desorganización”.
Existe un solo motivo para que este gobierno no haga lo muy obvio que hay que hacer—liberar la economía y organizar mínimamente el Estado—y es la dificultad para superar el bloqueo ideológico que los afecta, a Cristina Kirchner en primer lugar, pero también al Presidente y a Sergio Massa, que suelen pasar por los más abiertos al cambio.
Impresiona fuertemente, desde cualquier lugar que se mire el hoy irresuelto problema de dar un rumbo al país, que estos gobernantes ni siquiera puedan pensar bien en sí mismos y en cómo sobrevivir airosamente al casi año y medio de gobierno que les queda.
¿Por qué no pueden ver lo que le conviene al país para retomar su crecimiento y al mismo tiempo hacer lo que también los beneficiará como políticos?
Porque son víctimas de su propia trampa: de tanto hablar en contra de las políticas que bautizaron como neoliberales, ahora no encuentran la forma de usar en su favor aquello que tanto denostaron.
El bloqueo ideológico que padecen es grave, para el país, pero también para ellos, incapaces de progresar y arrastrando tras de sí a vastísimos contingentes de argentinos, sin darles tampoco la oportunidad de ser beneficiarios de un mejor rumbo.
Superar el bloqueo significa decir, desde su punto de vista—ya sea kirchnerista, ortodoxamente peronista o aún de izquierda—que: “Para no seguir aumentando la cantidad de pobres, crear más trabajo y lograr que los que trabajan tengan mejores ingresos, precisamos inversiones. Hoy las cosas no son como antes y, para lograr inversiones, en este mundo del siglo 21, precisamos dar libertad a los capitalistas y más formación a los trabajadores. Y eso vamos a hacer: usar herramientas diferentes y prácticas para mover la economía hacia adelante”
Con ese simple desbloqueo mental y del discurso, poniendo igualmente el acento en los pobres y los trabajadores, se puede unificar ya mismo el mercado de cambios y convertir los diferentes planes de ayuda a los pobres y desocupados en planes personales (tarjeta de débito personal sin intermediarios) con contraprestación  de estudio, formación profesional o de oficio o trabajo (contraprestación controlada por escuelas e institutos educativos, sindicatos, municipios y Pymes a través de la AFIP). Hacer que estos futuros trabajadores aporten desde ya para su jubilación, comenzando así a incorporar a todos al sistema jubilatorio. Creando adicionalmente un seguro universal que elimine los conflictos por despido y permita que los trabajadores no registrados, se regularicen. Esto implica un alivio veloz del déficit  del Estado, basado en la reorganización eficiente.
Este es un sencillo programita de desbloqueo.  En el post-desbloqueo,  pueden aportar las fuerzas de la oposición con mejoras e implementaciones adicionales.  Pero, es el desbloqueo lo que indicaría, ya mismo y finalmente, un rumbo general intocable para el país, traería un alivio total a la totalidad de los argentinos y comenzaría el camino virtuoso a mejorar.
Es fácil transmitir lo básico: ya se sea kirchnerista, izquierdista o peronista, solo creciendo se podrá dar trabajo y educar para mejores trabajos (¡¡¡se pague o no al FMI, igual hace falta muchísima plata para esto!!!). Y, para crecer, hay que favorecer las inversiones porque los que tienen capital solo lo van a traer si lo pueden mover en libertad y con previsibilidad.
“Si hoy hay que hacer una política económica distinta, pero que hasta China y Rusia adoptaron por practicidad, lo haremos, ¡porque solo pensamos en el bien de nuestros pobres y trabajadores!”,  es una frase que todos comprenderán.
Y con el fin del bloqueo, llegará la primavera de las inversiones y el comienzo del bienestar.
 

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