Ajuste para todos y todas
Cristian Folgar
Economista.


La tan temida recesión con inflación ya está entre nosotros. Cristina siempre dijo que no pensaba enfriar la economía, pero por reaccionar mal y tarde directamente la va a congelar.
El propio Horacio Verbitsky sostuvo que es inútil que el gobierno intente negar u ocultar que se está llevando adelante un típico ajuste ortodoxo. De Verbitsky pueden plantearse muchas cosas, pero no puede dudarse de su adhesión al cristinismo. 

El gobierno se enfrentaba a dos opciones: (i) seguía con la irracional política monetaria y fiscal que venía aplicando o (ii) intentaba corregir las distorsiones y desequilibrios macroeconómicos autogenerados. Por suerte eligió la segunda opción. Puesto en otros términos, la realidad que el gobierno pretendió ignorar le impuso dos alternativas: un aterrizaje forzoso o estrellarse. Eligió el aterrizaje forzoso.

El aumento de las tasas de interés llevada adelante por el Banco Central, la baja en términos reales de los salarios públicos y privados para 2014, el ajuste del tipo de cambio, la baja real esperada para el gasto público no son la causa de la recesión. Son el precio a pagar para evitar que estalle nuestra economía. Son el mal menor a pagar por el capricho o mala praxis del gobierno de no corregir los desequilibrios de nuestra economía a tiempo.

El descontrol macroeconómico autogenerado que el gobierno está ahora tratando de corregir, nos llevaba inexorablemente a un mal mucho mayor. De poco sirve adjetivar lo que hubiera pasado si el gobierno no reaccionaba, las consecuencias hubieran sido gravísimas. Con cierta dosis de pragmatismo o cinismo (dejo la elección del calificativo a juicio del lector) el gobierno está tratando de hacer lo que dijo que jamás haría. Por caso, la Señora Presidente siempre dijo que no pensaba enfriar la economía, pero por reaccionar mal y tarde directamente la va a congelar.

Nuestros vecinos este año van a crecer en promedio al 2% con baja inflación, mientras que nuestro PBI en el mejor de los casos se estancará con un nivel de inflación mayor al de 2013.

La recesión quitará algo de presión sobre la demanda de divisas: por el menor ingreso disponible se venderán menos electrodomésticos y automotores, reduciendo el rojo de divisas de ambos sectores; similar efecto se verá sobre la cuenta de turismo, ya que menos argentinos saldrán al exterior; la baja de la actividad reducirá la demanda de insumos importados. Las importaciones de energía serán comparativamente menores que en un año de crecimiento.

Tanto el nuevo tipo de cambio como la inflación jugarán a favor de la Tesorería Nacional, muy posiblemente los mayores ingresos en pesos por las retenciones y los mayores ingresos nominales por el efecto inflacionario compensarán los efectos de la recesión sobre la recaudación impositiva. Siempre suponiendo que el gobierno modere el déficit fiscal o consiga financiamiento genuino.

El 2014 será un mejor año para el Tesoro Nacional que para los asalariados, los comerciantes, los empresarios, los gobiernos provinciales y municipales. El ajuste siempre “beneficia” a quien lo promueve (el gobierno) y no a quienes lo sufren (los ciudadanos).

Por eso muchos alertábamos al gobierno que era necesario corregir los desequilibrios a tiempo. Ahora ya es tarde, el daño está hecho, lo mejor que nos puede pasar es tener un ajuste lo más equitativo posible y esperar que el gobierno no vuelva a “volcar la calesita” y aprenda de sus errores.

La Señora Presidente es conciente de lo que nos espera, como mínimo durante 2014, por eso pidió que se “regulen las protestas”. Sabe que la conflictividad social irá en aumento. Hoy es tan ilegal que argentinos protestando impidan que otros argentinos circulen libremente como lo era en el 2003. Pasamos de “no criminalizar la protesta” a “no puede ser que 10 personas afecten a miles”. La Presidenta pasó de decir que no iba a cumplir fallos de la justicia que le ordenaban utilizar la gendarmería para liberar rutas, a pedirle a esa misma justicia que emita esos mismos fallos lo más rápido posible. Delicias del cristinismo.

A la Señora Presidente en rigor poco le importa si a los ciudadanos de a pie nos cortan o no las calles o las rutas, su problema es que ahora las protestas son contra el ajuste que ella niega estar haciendo. Una cosa era “soportar” los piquetes de quienes todavía sufrían las consecuencias de la crisis del 2001, eso le recordaba a la sociedad los problemas que todavía estaban sin resolver. Era la imagen de adónde no queríamos volver.

El problema es que las “nuevas protestas” son hijas de lo que la Señora Presidenta no pudo, no quiso o no supo resolver. ¿Cómo sostener la idea de una década ganada con más de un millón de jóvenes sin educación o empleo y con la gente en las calles? Las nuevas protestas son la imagen de adónde no pudimos llegar.

Néstor Kirchner le dijo a quien quisiera escucharlo que uno de sus objetivos era que esa gente que protestaba en el 2003 ya no tuviera razones para hacerlo. Ella sólo aspira que las protestas no se vean.
 

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