Piden dólares, pero les dan pesos
Enrique Blasco Garma
Economista.


La función del dinero es agilizar las transacciones. Función que subvierten ciertos gobiernos para financiar sus gastos. En tanto, por medio de la moneda, los productores de los bienes y servicios acuerdan con los consumidores el precio y cantidad, en cada venta, determinando los ingresos correspondientes de cada uno del conjunto. Tanto más estables los precios, mejores las decisiones y mayor las satisfacciones personales. Disponer de una moneda competitiva, confiable, impulsa sociedades complacidas y necesidades individuales atendidas.
Monedas competitivas conllevan precios establecidos en el acceso de la mayor diversidad de bienes, activos.
Ninguna divisa es perfecta, pero el dólar es la mas competitiva en todo el planeta; a la distancia le sigue el euro. No obstante, diferentes países consiguen monedas estables que favorecen el comercio, producción, en su ámbito.
La inflación en el mundo promediaba 40% anual en 1993, pero rápidamente se redujo al 3% anual.
Tras la hiperinflación de 1989/90, la Convertibilidad, el mecanismo que asegura la convergencia de la emisión con la demanda monetaria, logró estabilizar al peso durante once años seguidos, hasta que devaluaron en 2002. Nuestros vecinos disfrutan monedas bastante estables, a tono con tasas de inflación sustancialmente menores a las que registra la Argentina.
Las decisiones de la Fed, sobre política monetaria y nivel de las tasas de interés de referencia inciden en todo el planeta, confirmando que el dólar es unidad de cuenta de los mercados internacionales.
Los precios reflejan costos de reposición esperados por oferentes y demandantes. Cuando la emisión monetaria excede a la demanda, desplaza los ofrecimientos a menores precios. Tal situación es la consecuencia de que los pesos sobrantes tienen idéntica apariencia formal que los pesos demandados, el emisor se ocupa que no se distingan, pues si tuviesen formatos diferentes nadie aceptaría los nuevos, para no pagar el impuesto inflacionario. Puede asociarse al sistema judicial cuando no defiende la vida y propiedades individuales, tolerando abusos y violencia.
El Poder Ejecutivo deprecia al peso y los ingresos de la población cuando instituye “cepos” y prohíbe transacciones que contraen el acceso a los bienes.
Los “cepos” integran el relato para “defender” las reservas internacionales en el Banco Central y reprime decisiones de la población, expandiendo los poderes arbitrarios de los funcionarios públicos, privilegiando a organizaciones paraestatales, y afectando el nivel de actividad productiva y comercial.
Como si tuviera la suma del conocimiento y poder, el Gobierno intenta embretar las decisiones individuales, impidiendo contratos, ajustando tarifas, normas, sin conformidad legislativa, en franca violación del espíritu constitucional.
Teniendo los yacimientos no convencionales de hidrocarburos más promisorios, se gastan divisas en importarlos porque el gobierno restringe las explotaciones privadas. En contraste, los países avanzan, confirmando que la competencia de los 8.000 millones de habitantes del planeta expande los ingresos, convirtiendo en ineptos a los gobiernos que desconocen esas ventajas. El proceso colaborativo que expande los ingresos, sosteniendo las libertades, habilidades, los derechos individuales, lo completa la Justicia defendiendo la vida y propiedades privadas.
Mientras demasiados economistas se entretienen estimando el “atraso” de la cotización del peso, la verdadera competencia la mide los ingresos, como lo refleja la brecha del PBI por habitante en las estadísticas del FMI. Buena parte de los países rasguña ingresos inferiores a USD 5.000 por habitante, frente al promedio mundial de USD 12.500; Argentina cayó a menos de USD 10.700. Por el contrario, las naciones que compiten intensamente logran generar entre USD 30.000 per cápita por año en España, USD 60.000 en Suecia y más de USD 90.000 por habitante de Suiza. Más que un Estado “presente” debiéramos liberarnos del Estado opresor.
Las consecuencias económicas de la inflación implican la depreciación de las habilidades individuales, y afecta a los contratos, patrimonios, el crédito a largo plazo y la eficiencia de la economía, provocando mayor pobreza.
Diversos países intentan acomodar sus decisiones “indexando” variables de la economía. Ajustando periódicamente los salarios, impuestos, el tipo de cambio, tasas de interés, en base a la inflación pasada o esperada. Sin embargo, esos procedimientos tienden a retroalimentar la suba generalizada de los precios.
La Argentina confirma los impactos negativos y las dificultades para eliminar la inflación, en particular cuando se intenta gobernar sin un plan económico consistente y sustentable.

Publicado en INFOBAE.





 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]