Los precios y la elección de una meta de tasa de inflación
Randall G. Holcombe
 Asociado Senior en el Independent Institute, profesor de Economía DeVoe Moore en la Florida State University y autor del libro del Instituto Liberty in Peril: Democracy and Power in American History.


La última vez que el Banco de la Reserva Federal (FED) anunció su meta de tasa de inflación, ella fue del 2%. Hablar de una meta de tasa de inflación buena parece casi una broma, con una inflación que ahora supera el 9%. ¿Qué se logra al establecer una meta cuando la Reserva Federal se equivoca tanto?
Reflexionemos acerca de ello de todas maneras.
Los precios desempeñan un rol esencial en la economía al informar a las empresas y a los consumidores sobre el costo relativo de las distintas opciones de compra. ¿Deberías cenar en un restaurante más caro que disfrutes, o ahorrar algo de dinero para otras cosas comiendo en un restaurante que no sea tan bueno? Uno observa la diferencia de precios y decide si el restaurante más bonito vale la pena el dinero extra.
¿Debería un fabricante de aviones producir piezas de fibra de carbono, que ahorran peso y aumentan la eficiencia en materia de consumo de combustible, o utilizar aluminio, que cuesta menos? Examinará la diferencia de precios y decidirá si la pieza más ligera merece el dinero extra.
Cuando algo se torna más caro, eso indica a los compradores que estarían mejor si redujesen sus compras de un artículo más costoso y buscasen alternativas. Cuando algo se vuelve menos caro, eso indica a los compradores que es más asequible y que pueden desear comprar más del artículo menos costoso en lugar de otra cosa.
En ausencia de inflación, la señal de precios es clara para los potenciales compradores. Precios más altos significan menor asequibilidad; precios más bajos significan mayor asequibilidad. La inflación complica ese cálculo porque, en épocas inflacionarias, el potencial comprador debe averiguar si el precio más elevado se debe a la inflación o si indica que el artículo es menos asequible.
Si la inflación es del 9% y el precio de algo sube un 5%, ¿es más asequible o menos asequible? Depende. ¿Y si el precio ya había subido un 6% hace dos meses? En tiempos de inflación, las señales de los precios se distorsionan, haciendo más dificultoso evaluar los precios de unas cosas en relación con otras.
Esta línea de razonamiento sugiere que la mejor tasa de inflación prevista es del 0%, de modo que los potenciales compradores puedan limitarse a observar los precios de los bienes individuales para ver si han subido o bajado en lugar de calcular los efectos de la inflación.
Incluso el 0% puede ser demasiado alto. Supongamos que los precios indican a los compradores si las cosas son más o menos costosas. En ese caso, deberían bajar cuando la productividad aumenta, haciendo que las cosas sean más baratas de producir. Por ejemplo, supongamos que la productividad aumenta un 3% al año. En ese caso, los precios promedio deberían bajar un 3% para reflejar el menor costo de producción de las cosas.
Los precios contienen la mayor información para los compradores (y vendedores) cuando reflejan el verdadero costo de los artículos que están siendo adquiridos, lo que significa que, en general, los precios deberían bajar y que la mejor tasa de inflación prevista sería una negativa, es decir deflación.
A los economistas no les agrada la deflación por varias razones. Sostienen que los salarios tienden a ser rígidos a la baja, por lo que se suele recurrir a los despidos en lugar de a los recortes salariales. La inflación es una forma de reducir el salario real sin reducir la paga en dólares de los empleados.
Además, afirman que la caída de los precios reducirá la demanda porque los compradores se verán incentivados a esperar para comprar a fin de conseguir un precio más bajo.
Estos argumentos son cuestionables. No hay más que observar el consumo de productos electrónicos, donde los precios llevan bajando desde hace décadas y el negocio está en auge, para ver que la caída de los precios no tiene efectos perniciosos en la demanda. Además, la última vez que los precios bajaron de forma constante en la economía estadounidense, la economía creció sustancialmente.
Esa última vez fue a finales del siglo XIX. Los datos de la Fed de Minneapolis muestran que los precios minoristas disminuyeron un 34% de 1870 a 1900, durante la rápida industrialización de la economía estadounidense. Parece que la prosperidad creciente y la deflación constante no son incompatibles.
Para maximizar el contenido informativo de los precios, la tasa de inflación prevista debería ser negativa, y no el 2% al que aspira la Fed. Pero, como dije al principio, parece casi ridículo discutir la meta de inflación de la Reserva Federal cuando le pifia al blanco por tanto.
Traducido por Gabriel Gasave
 

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