La persecución al periodismo en Venezuela
Matías Enríquez

Participante del Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales 2020. Periodista argentino que ha trabajado en diferentes medios de comunicación, actualmente dedicándose a la comunicación institucional de organismos de gobierno. Trabajó en diferentes medios gráficos como El Mundo (España), Marca (España) y ESPN-La Revista (Estados Unidos), en radio y TV. Fue corresponsal, redactor, movilero, editor, columnista, conductor y productor. También se desempeña como docente en talleres de Comunicación, Periodismo y Argumentación. Ha publicado columnas de opinión en diferentes medios como Infobae, Diario Perfil, ADN Ciudad, Mundiario  y Visión Liberal, entre otros. 



Andres Cañizales es un experimentado periodista de Venezuela que visitó la Argentina hace pocos días atrás. En una entrevista exclusiva para El Entre Ríos, el comunicador caribeño da cuenta de las formas de censura que aplica el chavismo en tiempos de Maduro y destaca la importancia del periodismo en esa sociedad atravesada por la falta de libertad de prensa y la persecución a periodistas. La visita a nuestro país se dio en el marco de Media Party, una de las conferencias de innovación más importantes de América Latina. Andrés Cañizalez es investigador asociado del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Católica Andrés Bello (donde trabajó en un proyecto sobre la “desdemocratización de Venezuela”), ha presidido la Asociación Venezolana de Investigadores de la Comunicación (INVECOM) en tres ocasiones y ha fundado la Asociación Civil Medianálisis. Actualmente preside dicha Asociación y escribe en El Estímulo de Venezuela, Diario de Cuba y The Global Americans. Con él conversamos desde El Entre Ríos sobre la importancia del periodismo de investigación en América Latina, el crecimiento del fenómeno de la desinformación y su mirada sobre el horizonte inmediato del periodismo.

Fuiste presidente de la Asociación Venezolana de Investigadores de la Comunicación en tres mandatos ¿Cómo ves hoy el periodismo de investigación en tu país?

- En Venezuela hemos vivido una metamorfosis, es decir ese paso de lo que fueron los medios analógicos a los medios digitales, el cual se aceleró más por decisiones de orden política. En mi país, en un lapso de cinco años desaparecieron más de 100 diarios, lo que llevó a que muchos periodistas se volcaran a los medios digitales. Hoy el periodismo de investigación que se hace en Venezuela está netamente en el campo digital aunque subsisten algunos periódicos pero están muy disminuidos y con mucha cooptación política sobre la TV y radio. El periodismo de investigación venezolano ha tenido un muy buen impacto internacional, recibiendo muchos premios por investigaciones de temas especialmente ligados a la corrupción o por documentar problemas sociales graves que hay en Venezuela.

Estamos viviendo un clima importante de desinformación, hay muchas carencias con la calidad y el acceso a la Internet. Todo eso hace que todo ese buen periodismo –aclaro que todo el periodismo digital no es bueno– tienen poco impacto dentro del país y eso es una tremenda paradoja que estamos viviendo.

Has trabajado mucho en temas de investigación de periodismo, medios de comunicación pero sobre todo en materia de libertad de expresión. Sobre este aspecto ¿Cómo analizas cómo está hoy la libertad de expresión en tu país?

En el caso de Venezuela tenemos un período muy largo de 20 años por lo menos, en donde se establecieron organizaciones especializadas en el tema. Yo participé en una de ellas, Espacio Público, donde sistemáticamente se contabilizan los hechos de violencia contra los periodistas. Estos 20 años de acumulación de datos muestran que se mantiene un nivel de violencia física de bajo impacto. En ese sentido, en Venezuela no sucede lo que sucede en México de periodistas asesinados, pero hay una violencia de bajo impacto que es cotidiana, como por ejemplo en una manifestación de una calle, un periodista va a cubrir y los manifestantes pueden atacar de manera que afectan la labor periodística, esto es algo que ocurre con cierta frecuencia. A esto debemos sumarle a que se ha instalado en Venezuela un discurso que descalifica permanentemente la labor del periodista, es un discurso que viene del poder y que ya se ha hecho cotidiano. Además, tenemos casos que son los menos de periodistas detenidos donde se mezcla el tema de libertad de expresión con el debido proceso, porque hay situaciones en las cuales no necesariamente un periodista se le detiene por algo que escribió pero luego pasa a ser víctima en materia de Derechos Humanos.

Todo esto genera un clima restrictivo, digamos. A diferencia de lo que sucedía cuando yo empecé a trabajar como periodista a mediados de los años 80, hoy los periodistas esconden sus credenciales y solamente las sacan en una situación extrema porque se ha estigmatizado al periodista y socialmente no está bien visto. Todo eso influye en este clima restrictivo. Hace unos días hubo un pronunciamiento conjunto de los relatores de libertad de expresión de la OEA y de la ONU, allí plantean como en Venezuela ya se ha instalado un clima permanente que no es una situación extrema pero se ha hecho cotidiana una situación restrictiva para el ejercicio del periodismo y por lo tanto de la libertad de expresión.

Hablaste del tema de la desinformación, que es un flagelo que está afectando mucho el desarrollo profesional periodístico, ¿Qué opinión tenés sobre el rol del periodismo frente a la desinformación?

Nosotros venimos observando en Venezuela y América Latina que efectivamente hay una propagación masiva de la circulación de las noticias falsas y este clima de desinformación en el que estamos. Allí contribuye el momento tecnológico en donde, en buena medida, las personas tienen teléfonos inteligentes, que pasan a ser los espacios para informarse y ese uso no consciente o el no poder tener la capacidad de leer críticamente todo lo que reciben hace que esos ciudadanos se conviertan en multiplicadores de desinformación. Creo que lo que está haciendo la expansión que vive la desinformación tiene que ver con que efectivamente hay gente que quiere desinformar pero también hay gente que ingenuamente termina reproduciendo y viralizando esos contenidos. En ese terreno de la desinformación está el principal desafío para quienes estamos en el trabajo periodístico.

¿Cuáles creés que son las mejores maneras de combatir esta “infodemia”, como la llamó hace unos años la OMS?

El foco está en lo que puedan hacer organizaciones sociales y organizaciones de periodistas en materia de observaciones y colocar en debate el tema. Conectado con eso está la formación de los ciudadanos, es decir que tengan herramientas sobre cómo enfrentarse a esta nueva dinámica. Notamos la ausencia de discusión en la academia entre los futuros comunicadores sobre este fenómeno. No está siendo discutido ni abordado, por lo pronto en el caso de Venezuela, salvo alguna cosa muy incipiente como alguna charla o algo de ese estilo. Allí tenemos periodistas que se forman para lo que sucedía hace diez o quince años y no para lo que está sucediendo hoy.

¿Qué opinión te genera el periodismo en Argentina?

En Argentina observo una sobreabundancia de canales informativos, lo que genera una competencia feroz por decir algo y que parezca que es algo importante. Hay una cierta necesidad de espectacularizar cualquier hecho para llamar la atención de la audiencia. Si tenemos tantos canales de noticias compitiendo por el mismo público, pues ¿de dónde salen tantas noticias?

También, en la prensa y los medios audiovisuales, se observa esta famosa “grieta”, para nosotros es esa polarización extrema. En materia de opinión, para mi es algo muy llamativo cómo en algunos medios tienen un posicionamiento de opinión muy fuerte, por ejemplo contra el Gobierno como La Nación o Clarín o muy en favor del Gobierno, en el caso de Página/12, donde no caben otras visiones. Y eso me parece que terminan alimentando a los grupos que ya tienen posiciones tomadas. El papel del periodismo debería ser mostrar diferentes puntos de vista, incluso con los que no comulga editorialmente un medio. Es decir, asumir que un medio también es una tribuna y no solamente escribe con los que yo estoy de acuerdo.

¿Hacia dónde pensás que va el periodismo de cara al futuro, teniendo en cuenta esta proliferación de contenidos desinformativos pero también estas miradas antagónicas y polarizadas que observamos en nuestros países?

El periodismo en general está viviendo una gran metamorfosis, quizás en América Latina lo que se añade es el factor político como pesa sobre el trabajo periodístico. Tenemos grandes interrogantes que no se sabe para dónde irán como la sostenibilidad de las empresas de medios y por tanto pensar el periodismo ya no solamente asociado a las empresas de medios sino también un periodismo asociado más a emprendimientos o incluso a figuras que hacen periodismo utilizando las redes sociales. Ahí hay una cantidad de cambios importantes en la forma en la cual producimos contenidos periodísticos y un cambio importante en el cual los ciudadanos se informan y donde están buscando hoy información. Yo tengo más preguntas que respuestas, no sé bien hacia dónde va pero todo eso va marcando una nueva dinámica y a eso se sobrepone el fenómeno de la desinformación, algo por lo que el periodismo tiene que preocuparse y ocuparse.

Publicado en El EntreRíos.

 

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