Una defensa para un país pobre
Ricardo Runza

Ingeniero Aeronáutico y Magíster en Defensa Nacional.



La defensa de un país guarda proporción con la riqueza de la sociedad. En general, mientras más riqueza tenga una sociedad, más poderosa es la defensa. Cuando la sociedad es pobre y el aparato de defensa del Estado es poderoso, las sociedades pierden su libertad, viven bajo represión, la democracia corre riesgos y la república se desdibuja o desaparece.
Hay una especie de equilibrio entre defensa y riqueza. Hoy, la Argentina es un país pobre, por ende su defensa se corresponde a esta condición. Hay que aceptar esta situación. Argentina es un país mediano, con un gran potencial, integra el G-20, es socio extra OTAN como Colombia y Brasil, pero es pobre y mendigo ante la comunidad internacional.
¿Puede un país como el nuestro tener un aparato de defensa respetable y acorde a sus necesidades a pesar de su condición de pobreza sin que ponga en riesgo su república y democracia? Sí; pero con una estructura orgánica funcional diferente a la actual. En vez de tres Fuerzas Armadas, una sola Fuerza de Defensa, como Israel, Nueva Zelanda y Australia, por ejemplo.
En vez de un Ministerio de Defensa extenso y sobredimensionado, uno integrado como el que tiene el Reino Unido con management apoyado en sistemas informáticos B2B y gestión apoyada en tecnología que reemplace personal y papel. Con un solo Estado Mayor, en vez de los actuales cuatro. Toda la conducción concentrada en un solo edificio. Una defensa sin grasa, con cabeza compacta y mucho músculo. Proporcional y eficiente. Una con un despliegue concentrado en determinados puntos del país y no dispersa en el territorio. Con un diseño de fuerza que responda a criterios de diseño técnicos, es decir a un para que y un contra quien y no en base a capacidades que la hace, al fin de cuentas, no preparada para nada.
Con una logística integrada y moderna. Y si la defensa está concentrada debe contar con una gran capacidad de transporte y movilidad que asegure oportunidad, precisión y poder de fuego bajo una estrategia defensiva que genere disuasión y por ende defensa.
Esto entendiendo las restricciones presupuestarias y la realidad de no ser una potencia y que por ende el diseño de fuerza será uno que debe ser capaz de ser alistado y sostenido con los recursos financieros que se tienen.
Dos de los principales costos de todo aparato de defensa de un país junto con el costo de obtención de los medios humanos y materiales que hacen de músculo a este aparato y son en realidad lo único que cuenta para que la defensa de un país sea creíble y pueda cumplir con las expectativas que se esperan de ella.
Hoy el gobierno nacional se encuentra abocado a la compra sin ton ni son de material para la defensa. Lucen desesperados por comprar. Lo hacen mientras la ciudadanía no puede pagar sus cuentas. Se aventuran a comprar blindados, aeronaves y buques sin contemplar si los costos de alistamiento y sostenimiento de ellos pueden ser precisamente solventados por un Estado quebrado y sin cambiar nada estructural para que la defensa completa adquiera características de eficiencia con la menor burocracia posible para que el presupuesto sea uno que permita dar defensa al país.
Se mantienen los gastos superfluos, redundantes e innecesarios. Se conserva una anacrónica visión acerca de cómo debe ser la interacción de la defensa con la economía y el desarrollo del país. Hay un enorme cambio por delante.
Como la defensa de un país es parte del Sector Seguridad del Estado, ésta debe estar integrada a éste; y como este Sector en Argentina necesita reformas estructurales la defensa puede actuar como leading case para encarar una reforma del Sector mucho más compleja, tal como ha ocurrido en otros países medianos.
A esta altura, este gobierno no va a cambiar porque las taras intelectuales son enormes y carece de una visión moderna en todo el campo de la seguridad del país, por eso la defensa hoy es una isla, un gueto desconectado del resto del Sector Seguridad, pese a que el Estado Nacional cuenta con una Jefatura de Gabinete de Ministros y hasta una Secretaría de Asuntos Estratégicos, una especie de par del Asesor de Seguridad Nacional de los EE.UU, nadie es capaz de poner prioridades, organizar y establecer políticas para la seguridad nacional del país. Entonces reformar el Sector Seguridad del Estado y la Defensa del país es un desafío que quedará para quien asuma el poder en el 2023.

Publicado en Clarín.

 

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