Un república bananera
Dardo Gasparré
Economista.


Esta nota debe comenzar con un pedido formal de disculpas a los países tropicales que se han hecho famosos por sus cultivos de bananas, tal vez el fruto más popular del mundo. El concepto de república bananera, acuñado hace largo tiempo y popularizado en películas como Moon over Parador o Bananas, el icónico filme de Woody Allen de 1971, tiene que ver con que los países centroamericanos mayormente, justamente con ese tipo de clima, tuvieron que sufrir la regencia de dictadores, que fueron puestos y sacados por Estados Unidos según la conveniencia de cada momento. 
Ese sube y baja de los dictadores, y toda la comedia montada en torno a su entronización y defenestración, junto a los largos períodos de reinado de tantos canallas, que tan caro pagó el pueblo de esos países, hizo que se le diera ese calificativo que intentaba ser despectivo a todas las naciones con sistemas políticos cambiantes, de ladrones y oportunistas, o con gobiernos y políticos (y pueblos, claro está) que se asemejasen en su conducta a esos estereotipos. Quienes peinan canas, (o no peinan nada) recordarán que, al comienzo de su cruzada supuestamente para salvar a Cuba de Fulgencio Batista, Fidel Castro aparecía recibiendo la ayuda y la simpatía americana, antes de darse vuelta y venderse al mejor postor. Tampoco una novedad en la siempre controvertida política internacional estadounidense. 
Esta semana en especial, Argentina mereció más que nunca aquella calificación, y por eso esta columna pide disculpas por la comparación, que por ninguna razón tiene por objeto ofender a nadie que resida entre los dos trópicos. 

El Coloquio de la vergüenza

La primera muestra fue el Coloquio de Idea, donde ese grupo de grandes empresarios trató de quedar bien con el Gobierno sin evidenciarlo demasiado a la gente, (o sea lo que suelen hacer siempre) pero además se mostró desilusionado, vergonzosamente dependiente y hasta preocupado y angustiado por la ausencia - que pareció deliberada – de funcionarios del gobierno, lo que tiene como única explicación que se intentaba convencerlos de algo, tarea inútil porque los jerarcas burócratas no quieren ser convencidos de nada, y porque no entienden ni de negocios ni de empresas ni de comercio ni de economía ni de gobernar. Salvo de retornos y negocios secretos e impublicables. Tal vez esa sea una buena explicación.
El leitmotiv del evento de este año fue lamentable: “Ceder para crecer”. Es posible que se haya querido significar vaya a saber qué esfuerzo simbólico o generosidad patriótica que se le pide quien sabe a quién. Pero reclamarle ceder a las Pyme, al productor agropecuario, al ahorrista, al pequeño comerciante, al consumidor, al trabajador, al jubilado que ya lo ha dado todo, o a quien se le ha quitado todo, es cruel y desubicado, como mínimo. Para no mencionar lo que ha cedido la sociedad en materia de libertades y de seguridad, en manos de mafiosos, drug dealers, piqueteros, ladrones, violadores, y por si fuera poco de visigodos originarios. (Mapuches)
No es casual que el presidente del Coloquio, quien tuvo la desdichada tarea de explicar el concepto del eslogan, sea también el presidente de la más importante automotriz radicada en Argentina, el sector más beneficiado con el proteccionismo, el Mercosur monopólico, el accionar perverso del estado, el capitalismo de amigos, los impuestos exorbitantes que gravan a los vehículos importados y la maraña legal, hechos que coadyuvan a que un auto desguazado de toda tecnología se venda al doble del precio que en su país de origen. Por supuesto en nombre del empleo y las inversiones que supuestamente crean, que siempre se declaman, pero nunca se demuestran. 
Ciertamente esas empresas, además de aplaudidoras, no son las que el capitalismo verdadero necesita, ni tampoco el país. Sin saberlo, sin admitirlo, son el tipo de empresas que nació en 1946 con Perón, y se nota. Merecieron el desprecio de su propio gobierno, y el castigo de que el discurso de cierre fuera pronunciado por el Presidente en no-ejercicio. También el videíto que les hiciera llegar el ministro plenipotenciario de economía, Sergio Massa, quien luego de maltratarlos y culparlos con sutileza, anticipó que se derogaría el régimen lamentable de exenciones impositivas y aduaneras que cuesta más de 10.000 millones de dólares a la sociedad, que se recordará que fue prorrogado en 2021, dos años antes del vencimiento de la exención, hasta 2038, por este mismo gobierno, con lo que además se comprará nuevos juicios internacionales, que se perderán, por supuesto, como tantas otras marchas atrás del kirchnerismo, desde don Néstor en adelante, muchas difíciles de no ser consideradas deliberadas. 
También se recordará que el extraño régimen de etiquetado de celulares y computadoras, fue inventado por una ministra de Industria de Cristina Kirchner, antes Secretaria de industria del radicalismo,  luego ministra de Felipe Solá y Daniel Scioli,  Debora Giorgi, quien duplicó el IVA a las empresas y productos electrónicos “producidos” por un par de compañías en Tierra del Fuego, para poder de inmediato y simultáneamente eximirlas de esa gabela y así crear un régimen de privilegio insostenible. Como si eso fuera poco, durante un gobierno peronista también se crearon otros derechos de importación del que están exentos, que protegen aún más a los emprendedores fueguinos, afines a cada una de las dos fuerzas mayoritarias, curiosamente.
Todo este detalle es para mostrar que el Gobierno sólo tiene una preocupación, que le dicta (sic) la propietaria del Senado, que ya no se puede creer en nadie, que el tema de las cubiertas se solucionó silenciosamente, sin saberse a qué costo, que la flexibilidad ética del sistema es notable, y que seguramente ya empezó el lobby para que no se derogue ese sistema de prebendas y millonarios, cuyos beneficios a la sociedad, como tantos otras exenciones que se ocultan en el “vivir con lo nuestro” nunca será demostrado, aunque sí declamado y argumentado en artículos periodísticos y declaraciones enfáticas a los medios. 

Dos evidencias

Es posible que la bronca de La Cámpora por ver amenazadas todas sus cajas por el FMI, de quien se supone ahora que Massa es el nuevo representante, logre desplazarlo antes de que concrete la demolición del régimen de fabrietiquetado fueguino, pero de todas maneras el haber destapado (a pedido del Fondo) el despilfarro y el privilegio otorgado por el peronismo, quién sabe con qué compensación (perdón por pensar mal, hoy es día de perdones) ha servido para mostrar dos evidencias: la primera es que no es cierto que no haya gastos que se puedan cortar, como se ve en cuanto se levanta una piedra. La segunda, la podredumbre de la economía nacional, verdadera razón de fondo del gasto, la pérdida de recaudación y la inflación. Y la lectora sagaz ya adivinará una tercera. El peronismo está desesperado, desorientado y se persigue y cancela a sí mismo. 
También en su primera conferencia de prensa pospandémica, Kristalina Georgieva acaba de mostrar que el FMI tiene nuevas instrucciones que hará cumplir. Sostuvo que el exceso de gasto anula los esfuerzos monetarios que se hacen el mundo para luchar contra la inflación. Abandonó de la noche a la mañana su prédica anterior que pedía impuestos para compensar el gasto en exceso. Ahora ha tomado una clara línea ortodoxa: hay que bajar el gasto.  Con lo que habrá que prepararse para nuevos condicionamientos. Y nuevos berrinches cristinistas. 
En el mismo Coloquio de Idea uno de los economistas invitados sostuvo que “hace 50 años que la economía argentina es inflacionaria e irresponsable” Evidentemente reprobó historia económica por que omite el origen mismo del pensamiento político-económico de todos los partidos, y de la sociedad: el “vivir con lo nuestro” de la CEPAL de Raúl Prebisch y de los mimos salariales a la rama sindical del peronismo del General y su sociedad con las empresas prebendarias y la invención peronista-mussoliniana de la figura de las empresas del estado y el empleo público. Por esa semilla es que hoy se están proponiendo las mismas soluciones que generaron el problema, en un tiovivo de estupidez técnica e intelectual. 

Un dólar para cada bolsillo

Dentro de las improvisaciones y las piruetas ridículas a las que se va llegando al pararse en el extremo insano de la razón y la lógica, también en la semana se acentuó la tendencia y los gentiles pedidos de cada sector y cada interesado para lograr un dólar especial para su bolsillo o su necesidad, que además también cambia si se trata de importaciones, hasta llegar al reciente anuncio no formalizado aún de que se obligará a refinanciar la deuda con el exterior a las empresas, lo que no sólo implica un default privado, sino que obliga a pagar al contado rabioso y anticipado todas las importaciones futuras, lo que es una suerte de tipo de cambio infinito, que se agrega al martirio que ya padecen los sectores que en serio mueven la economía.
Pero no todo el accionar bananero ha sido protagonizado por el peronismo.  La negación del quorum para tratar la derogación del impuesto a las tarjetas -una especie de dólar CABA, o parecido, ha sido una bofetada en la cara del consumidor, ya golpeado por todo el ataque inflacionario, impositivo, cambiario, tarifario y hasta físico. La argumentación de que el impuesto se aplica porque se le ha escamoteado vilmente la coparticipación, a pesar de que puede mover a la indignación, no es atendible. Hay muchas maneras de compensar esa diferencia. Esta columna se ofrece sin costo alguno y como oferta especial, a ofrecer cinco posibles soluciones a ese faltante de ingresos. Claro que no necesariamente serán del gusto del Gobierno de la Ciudad, que no escapa a las generales de la ley de los políticos.  Son, curiosamente, parecidas a las que pueden aplicarse al presupuesto nacional, que por supuesto, tampoco le parecen viables al gobierno nacional, ni a un sector importante de la población. Pero resulta muy difícil no exigirle al gobierno de CABA, lo mismo que se le demanda al gobierno nacional. Al menos si el columnista quiere seguir mirándose al espejo al afeitarse. Esa similitud con la Nación en la propensión al gasto y al tributo de los funcionarios de la Ciudad y también la similitud en el manejo de los legisladores o las sesiones, la negociación interna de quorum, la argumentación común y verticalizada, el virtual desprecio por el cumplimiento de las promesas a los votantes y la sensación que da el PRO de que creyese que sus seguidores son estúpidos, dan, sin quererlo, la razón a quienes predican, a veces no tan de buena fe, que “son todos lo mismo”, justamente sobre una oposición que ha hecho una piedra basal de su mensaje el concepto de que “no son lo mismo”. Desde el jueves, lo son. (De nuevo, perdón por la franqueza) 

El romance de Larreta

Y como si este último punto necesitara de un remate, un golpe final, un colofón, Horacio Rodríguez Larreta, ya lanzado a la candidatura presidencial, anunció esta semana su romance con una funcionaria del gobierno de la ciudad. Vida privada -dirá usted. Y tiene razón. Pero él eligió este preciso momento para confesar su amor y lo transformó en público. Pero ese no es el tema central. El tema central es que el Jefe de Gobierno - hábilmente asesorado y coucheado en la declaración – omitió precisar desde cuándo data la relación. Lo que tampoco sería importante si no fuera porque a la ciudadanía, que paga los gastos de todos los cargos repartidos e inventados por el kirchnerismo, también le importa saber si la multigraduada y multitasking dama fue contratada antes o después.  Lo de multitasking está inspirado en la lectura de su curriculum, difundido costosamente (Para el contribuyente) por todos los medios con unánime contenido. La funcionaria tiene varios títulos de diversas disciplinas, y ha cumplido funciones públicas en áreas de las más diversas. Y raras, de paso. Demasiado parecido a lo que hace el kirchnerismo como para seguir insistiendo en que “no son lo mismo”.  Y para no aparecer como estúpida, la ciudadanía también recuerda que este romance es conocido en los corrillos desde hace mucho, ha pasado por los paneles y los medios especializados. La pregunta es muy simple: ¿fue nombrada en todos esos cargos antes o después de comenzar con algún formato de relación? Se trata de mucho más que de una cuestión ética y aún familiar. (Nuevamente la columna pide perdón por salpicar el romance) De paso, fue imposible no encontrar las similitudes con el discurso de Macri sobre su relación con su esposa, aunque en este caso más que un clon Rodríguez Larreta pareció un patético Golem de Mauricio. (Con perdón, de nuevo) Queda pendiente la pregunta: sus contrataciones, ¿fueron antes o después?
Mientras tanto, se venden, o se rifan, las reservas, ahora directamente desde la deuda al consumidor. Desde el BID al bolsillo de privilegiados que irán a Qatar.  Será difícil inventar la culpa de Macri de este cepo en pesos y en dólares. Será difícil que, aún un FMI cómplice, siga prestando para que se siga repartiendo a dedo. 
Lo más triste, y lo más grave, es que tanto el gobierno, como el peronismo, como muchos técnicos que parecían serios, han empezado a predicar la necesidad de un acuerdo, no sólo de precios y salarios, un milagro que nadie debiera osar esperar, (perdón por lo de milagro) sino un acuerdo multipartidario, otro gran acuerdo nacional, por el que todos los políticos y toda la sociedad, se unirán en un plan para luchar contra la inflación y subir los sueldos, bajar la deuda, y el gasto, aumentar la inversión y el empleo privado, recuperar la confianza mundial y reducir el riesgo país, empujar el crecimiento y atar las manos de los gobiernos dispendiosos y frenar las expectativas de una sociedad que quiere igualdad de ingresos, pero no igualdad de riesgos, talento, sacrificio ni esfuerzo. 
No manden fruta– dirían los tuiteros. Y menos bananas. Ya tenemos.  

Publicado en La Prensa.

 

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