El efecto Nobel de Bernanke
Alvaro Vargas Llosa
Director del Center for Global Prosperity, Independent Institute. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Independientemente de los méritos académicos, el premio Nobel concedido a Ben Bernanke -así como a Douglas Diamond y Philip Dybvig- por su trabajo sobre las crisis financieras, especialmente durante la Gran Depresión, tendrá un efecto negativo. Contribuirá a reforzar el mito iniciado por Milton Friedman, y sostenido por el propio ex presidente de la Reserva Federal, de que el desastre de los años 30 fue causado por la incapacidad del banco central para bombear dinero.
 
Diamond y Dybvig han escrito sobre los riesgos de la "transformación de los vencimientos" (el desequilibrio entre los depósitos a la vista que los clientes pueden retirar en el corto plazo y los préstamos a largo plazo otorgados por los bancos). En el contexto de la crisis de principios de los años 30, esta discordancia inherente, entre otros factores, provocó el colapso de muchas instituciones financieras y contribuyó a convertir la crisis en una depresión. Ben Bernanke también se ha centrado en las quiebras bancarias y su impacto en la economía. En su opinión, durante la Gran Depresión las entidades financieras contribuyeron a precipitar el colapso de la oferta monetaria porque, dadas sus expectativas negativas, no prestaron a los solicitantes de créditos que, de otro modo, habrían recibido préstamos. La conclusión es, tal como Bernanke trataría de demostrar en la práctica muchas décadas después, que una gran intervención del banco central (rescates y otras formas de apoyo al sistema financiero) puede evitarlo.
Este punto de vista pone el carro delante de los caballos. Fue la depresión económica la que provocó la quiebra de los bancos y que las entidades financieras sobrevivientes fueran extremadamente prudentes con sus reservas, y no al revés. El crack de 1929 y la posterior depresión fueron consecuencias de los excesos de la década anterior; la profundidad y duración de la depresión, como han argumentado muchas voces autorizadas, tuvo mucho que ver con las políticas intervencionistas de Hoover, llevadas posteriormente a niveles asfixiantes por Franklin D. Roosevelt (véanse, por ejemplo, los trabajos seminales de Lionel RobbinsMurray Rothbard y Robert Higgs). Por eso no funcionó la política de dinero fácil de la Fed, que, en contra de lo que creían muchos de los discípulos y seguidores de Friedman, fue muy real. Si la crisis no se hubiera instalado antes de esas quiebras bancarias y de la retracción de los préstamos en general, las instituciones financieras no habrían tenido ninguna razón para no prestar, el público no habría tenido ninguna razón para abstenerse de pedir préstamos y el sistema no habría fracasado.
Bernanke ha escrito que la decisión de los bancos de dejar de prestar a prestatarios que de otro modo serían merecedores de créditos se derivó de la caída del valor de las garantías (bienes inmuebles, acciones, etc.), como si este factor fuera de naturaleza secundaria respecto a la solvencia de los potenciales solicitantes. No, fue fundamental para la crisis. El desplome económico provocó la caída de los activos que podían darse en garantía y los bancos, que ya tenían problemas, hicieron exactamente lo mismo que ocho décadas después, tras la crisis financiera de 2007, les veríamos hacer de nuevo, es decir, intentar reducir su apalancamiento.
La oferta monetaria bajó de forma natural porque uno de los principales componentes de la oferta monetaria son los depósitos bancarios. Esto ocurrió no porque la Reserva Federal dejara de bombear dinero, sino a pesar de sus importantes esfuerzos de bombeo de dinero. Lo mismo aconteció en el nuevo milenio, cuando la Fed fue incapaz de estimular los préstamos durante muchos años a pesar de varias rondas de flexibilización cuantitativa, hasta que los espíritus animales acabaron por entrar en acción y la inflación actual despegó.
Entre 1929 y 1933, los años críticos, el balance de la Fed aumentó un 8% anual en un intento importante por inyectar dinero en la economía. Pero en el mismo periodo la oferta monetaria disminuyó un 7 por ciento anual, reflejando la prudencia financiera de los bancos y del público al hacer frente a la carga de la deuda que dejaron los "locos años veinte".
Otra forma de verlo es observar lo que ocurrió con las reservas bancarias. Si separamos la parte que el banco central pudo controlar de la parte que se encontraba fuera del control de la Fed, podemos notar la tendencia de los bancos y del público a neutralizar el estímulo del banco central siendo prudentes y morigerando el apalancamiento. Entre 1929 y 1931, las reservas "controladas" se incrementaron a un ritmo anual del 17 por ciento y en los últimos diez meses de 1932, ¡la friolera del 72 por ciento! Teniendo en cuenta el dinero que estaba siendo bombeado, ¿cómo podía disminuir la oferta monetaria? Por una sola razón: Las reservas "no controladas" bajaron (entre 1929 y 1931 a un ritmo anual del 27 por ciento), reflejando el comportamiento del mundo real frente al mundo de fantasía del banco central.
Las depresiones y recesiones son el esfuerzo del mundo real por purgar los excesos de los años anteriores. Tratar de remediar este ajuste con nuevos excesos conduce a nuevas desgracias. Me temo que el premio Nobel concedido a Bernanke hará más difícil ver que el actual periodo inflacionario es, en gran medida, consecuencia de no haber prestado atención a las lecciones de la Gran Depresión. Como hemos aprendido este último año en medio de la peor inflación en décadas -causada por las políticas de dinero fácil de la Reserva Federal tras la crisis financiera de 2007 y más tarde la pandemia de Covid- en el campo de la economía política los mitos tienen consecuencias. Y ellos nunca son meramente académicos.
Traducido por Gabriel Gasave
El original en inglés puede verse aquí.
Álvaro Vargas Llosa es Académico Asociado Senior del Centro Para la Prosperidad Global del Independent Institute. Sus libros del Independent incluyen Global CrossingsLiberty for Latin America y  The Che Guevara Myth.


 

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