El fracaso del control de precios en Hungría
Juan Ramón Rallo
Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. 


Apesar de que la inflación está disminuyendo en Europa, la de los alimentos sigue siendo elevada. En febrero alcanzó el 17,7%, lo que representa el registro más alto durante este período de aumento de precios. En España, el aumento de los precios de los alimentos es un poco menor que el promedio europeo (16,7%), aunque algunos acusan a los supermercados españoles de obtener ganancias indecentes. Incluso hay formaciones políticas, como Sumar o Podemos, que proponen establecer límites de precios en algunos alimentos básicos.
Sorprendentemente, esta medida ya está en vigor desde principios de 2022 en Hungría, un país que, en principio, no debería estar ideológicamente emparentado ni con Podemos ni con Sumar. Desde febrero de 2022, el Gobierno húngaro ha congelado el precio de seis alimentos básicos: azúcar granulado, aceite de girasol, harina de trigo, pechuga de pollo, muslo de cerdo y leche (a los niveles de octubre de 2021). Luego, en noviembre de ese mismo año, extendió la medida a otros dos productos: patatas y huevos (cuyos precios quedaron fijados al nivel registrado en septiembre).
¿Cuáles son las consecuencias de esta medida propuesta por Podemos o Sumar? En primer lugar, ha habido problemas de suministro en los productos con precios regulados, ya que se obliga a los productores o distribuidores a venderlos por debajo del costo. Los principales supermercados han tenido que limitar el número de unidades que los consumidores pueden comprar (por ejemplo, Aldi ha limitado las compras a un kilo de patatas y un litro de leche por persona). Además, ha habido un aumento en la inflación de otros alimentos, ya que los consumidores han incrementado su demanda por otros productos sustitutivos que no tienen precios regulados (por ejemplo, azúcar en polvo en lugar de azúcar granulado, lomo de cerdo en lugar de muslo o mulo de pollo en lugar de pechuga). Esto ha contribuido a aumentar el precio de estos productos (junto con el hecho de que los supermercados han aprovechado para recuperar las pérdidas sufridas por la venta de los productos regulados). Como resultado, el azúcar granulado ha aumentado un 222%, los muslos de pollo un 167% y el lomo de cerdo un 152%. Hoy, Hungría sufre la mayor inflación de alimentos en Europa, con un 47% en el último año. No los imitemos.

Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 4 de abril de 2023 y en Cato Institute.

 

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