La ineptitud propia y el hartazgo social acorralan al gobierno
Sergio Crivelli


A cuatro meses de las PASO el peronismo carece de candidato. Si se tiene presente que es el partido que gobernó 28 de los últimos 40 años, es decir un pasaporte poco menos que seguro al poder, el hecho ilustra a la perfección la debacle del gobierno armado por Cristina Kirchner con Alberto Fernández a la cabeza.
El oficialismo parece encaminarse a una derrota irreversible. Por eso Cristina Kirchner se declaró proscripta. Percibe que el empobrecimiento generalizado le augura una derrota no sólo entre la clase media con ingresos cada día más deteriorados, sino también entre los pobres, cuyo voto había controlado con una política de dádivas ya insostenible por la pulverización de la moneda.
Para ratificar el acertado criterio abstencionista de la vice en los últimos días se acumularon más hechos que le aconsejan mantenerse lejos de las urnas. Son hechos vinculados con la inepcia casi sobrehumana de su consejero áulico, Axel Kicillof.
En primer lugar se repitieron los fallos judiciales contra el país. Esta vez por la manipulación de la estatización de YPF y de las estadísticas del Indec. Según Alfonso Prat Gay, si se agregan a estos desaciertos del tándem Cristina Kirchner/Axel Kicillof otros como la negociación con el Club de París el “muerto” que dejan suma unos 35 mil millones de dólares. Poco menos que la deuda con el FMI con la que el kirchnerismo fustiga a Mauricio Macri.
Pero el puñetazo que recibió de lleno el oficialismo la semana pasada no estuvo vinculado a la economía, sino a la inseguridad, segundo motivo de preocupación de los votantes. La golpiza que recibió Sergio Berni a manos de los colegas de un colectivero asesinado en La Matanza puso en imágenes el estado del ánimo social que detectan desde hace rato las encuestas cualitativas y que la vice también ha captado perfectamente.
En La Matanza Alberto Fernández y Axel Kicillof ganaron en 2019 con el 64% de los votos. En 2021 bajaron al 47%. Si bien en la elección de medio término el Frente de Todos perdió la provincia, se impuso en 24 de los 40 distritos del conurbano. En la Matanza había sido asesinado antes de la votación de 2021 un kioskero, además de otros hechos de inseguridad, pero el peronismo ganó igual.
Esa fidelidad, sin embargo, ahora está en duda. En particular porque Kicillof desalentó cualquier expectativa de resolver el problema al atribuir la agresión a Berni a una conspiración opositora. Para él no fue un caso más de inseguridad, sino una insidiosa maniobra opositora. Sin embargo, 24 horas más tarde dispuso controles de seguridad sobre el pasaje de los colectivos: su desorientación impide no solo frenar la violencia delictiva, sino siquiera atenuarla.
 De todas maneras las incongruencias del “relato” con lo que termina haciendo no son el principal problema gobierno, sino la falta de criterio. Se puede hacer campaña mintiendo, lo que no se puede es hacer campaña admitiendo tácitamente que no se tiene ni la intención ni la capacidad de responder a los reclamos de los votantes. El negacionismo clausura el futuro.
En este marco prácticamente todos los expertos en opinión pública auguran un fuerte crecimiento de Javier Milei en las PASO, no sólo en la provincia de Buenos Aires, sino en el interior del país, donde carece por completo de estructura política.
Dentro de Juntos por el Cambio crece asimismo la chance de Patricia Bullrich, con antecedentes de inclinarse a favor de las fuerzas de seguridad en lugar de a favor de los delincuentes. Horacio Rodríguez Larreta, representante por excelencia de la clase política, se encuentra con una ola de opinión adversa y dispone de poco tiempo para cambiar el discurso de consenso entre dirigentes, mientras por televisión vuelan las trompadas.
En rigor, el gobierno no deja de ser coherente: lo que no hace en materia de seguridad, tampoco lo hace en materia de economía, aunque la gestión se haya desdoblado y Sergio Massa intente dar una imagen de mayor eficacia. Sigue la devaluación en cuotas con una nueva versión del dólar soja y el plan “aguantar” hasta el 10 de diciembre en medio de la imparable pérdida de reservas.
Para evitar una devaluación tradicional Massa se comprometió a pagar $300 por dólar al agro que después tendrá que vender a precio oficial a los importadores con una pérdida de unos $80 por dólar. No hace falta explicar el efecto monetario de esa jugada del ministro que en verdad no tenía muchas más a su disposición. (Ver https://www.laprensa.com.ar/528037-Una-bomba-de-emision.note.aspx )
Se espera que los productores liquiden parte de la cosecha pasada y de la nueva, lo que transferirá la penuria por la falta de divisas al tercer trimestre. Massa intenta parar a cualquier precio la sangría de dólares que el miércoles pasado alcanzó las 22 ruedas consecutivas. La peor desde 2003.

Publicado en La Prensa.


 

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