Cae otro banco en Estados Unidos: ¿vendrán más detrás?
Juan Ramón Rallo
Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. 


El First Republic Bank ha caído. Se trata del mayor descalabro de un banco estadounidense desde el Silicon Valley Bank y, de hecho, las causas de su insostenibilidad son similares. A saber, haber invertido poderosamente a largo plazo financiándose a corto plazo. Por muy provechosa que pueda parecer esta estrategia financiera –los tipos a corto son normalmente más bajos que los tipos a largo, de modo que el banco se financia barato e invierte caro–, también comporta muy notables riesgos: si a una entidad financiera se le cierra el grifo de la refinanciación regular a corto plazo, entonces solo poseerá dos alternativas. O buscar fuentes de financiación más caras o liquidar (previsiblemente con pérdidas) sus inversiones a largo plazo. En cualquiera de ambos casos, la muerte resulta harto probable.
El First Republic Bank siguió este mismo camino: en el primer trimestre de 2023 experimentó una salida de depósitos por importe de 100.000 millones de dólares (solo contrarrestado, en parte, por una inyección de 30.000 millones de dólares en depósitos por parte de los principales bancos del país), lo que lo forzó a solicitar financiación a corto plazo a la Reserva Federal a un tipo de interés cercano al 5%. Y como ese sobrecoste de financiación le resultaba inasumible (era muy superior a sus beneficios anuales), ideó el plan de desinvertir 100.000 millones en activos durante los próximos años. Pero en el actual contexto de altos tipos de interés, el valor de mercado de los activos a largo plazo se halla fuertemente depreciado, de modo que liquidarlos solo conllevaría importantes pérdidas que habrían igualmente quebrado al banco. Por eso el First Republic Bank se encontraba, en realidad, dentro de un callejón sin salida: un callejón del que solo ha podido escapar mediante un rescate público-privado orquestado entre JP Morgan y el FDIC.
A decir verdad, la caída de esta entidad era relativamente previsible desde mediados de marzo (muchos advertimos entonces de lo que estaba a punto de suceder). La gran cuestión ahora es si otras serán las que vendrán detrás. Mientras los tipos de interés se mantengan altos (y se mantendrán altos mientras la inflación se mantenga alta), las tensiones financieras continuarán acumulando… y estallando.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 2 de mayo de 2023 y en Cato Institute.
 

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