Ideas para el control de nuestro Mar
Ricardo Runza

Ingeniero Aeronáutico y Magíster en Defensa Nacional.



En Argentina, la seguridad nacional presenta varios desafíos. El control del Mar es uno de los más desafiantes y de mayor prioridad. Significa gasto público. Para justificarlo tiene que existir un interés. Este debe ser intenso para que no se tema enfrentar otros intereses que se le oponen.
El Mar Argentino tiene petróleo, gas, minerales y pesca. Este último, es el recurso más vulnerable. Tiene dos dimensiones: la interior, dentro del Mar Argentino; y la externa, en aguas internacionales, en donde existe un gran caladero que concentra una pesca depredatoria de tal magnitud, que el filántropo Enrique Piñeyro, la ha mostrado como una ciudad de barcos. No es todo el océano contiguo. Es un área concentrada.
El control del Mar representa un acto soberano del país para resguardar su lecho marítimo, donde tiene plena potestad extractiva conforme al Derecho Internacional, y para proyectar su presencia en el Atlántico Sur, tal como lo hacemos en la Antártida. La depredación pesquera no es un delito como el narcotráfico. Es sólo una infracción administrativa. Cuando un buque infractor se resiste a la autoridad, interviene uno de los juzgados federales del litoral costero.
Sobre el Mar jurisdiccional, las acciones a realizar necesitan: voluntad, organización eficiente y dinero para las operaciones. Sobre las dos áreas externas se necesita además, una estrategia multidimensional (diplomática, geopolítica y psico-social) para obtener una legislación internacional que permita la protección.
Significa ir contra China. Por ende, es necesario consolidar alianzas que inclinen el poder a nuestro favor. No tenemos que actuar solos. Hay que generar una conciencia global. Una opinión pública imposible de oponerse. Incentivar a cineastas, como Juan José Campanella, y las principales productoras del mundo para que realicen películas animadas, filmes y documentales sobre este tema, es fundamental. Nuestros artistas más renombrados y estrellas del fútbol podrían colaborar. Hay buenas razones. En Sudamérica, esta depredación se da en las Islas Galápagos y aquí.
Hoy en día, el control del Mar y la pesca ilegal es ejercido por la Autoridad Marítima que es la Prefectura Naval Argentina en actuación con el Estado Mayor Conjunto del Ministerio de Defensa y con el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, con el apoyo de organismos del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Intervienen naves, aviones, helicópteros, satélites y centros de comando y control, entre otros recursos.
La Prefectura informa que realiza el monitoreo y seguimiento en tiempo real de más de 350 buques pesqueros activos, que lleva capturados unos 80 buques extranjeros ilegales y que registra la infracción anual de cientos de buques. Defensa informó que durante 2022, a lo largo de 105 días de navegación, cubrió una superficie de medio millón de millas náuticas cuadradas, sin detectar ingresos de buques ilegales. Navegaron solo el 28,8% del año.
Cuando Piñeyro sobrevolaba la milla 200 a 5.000 metros de altura informó que podía ver buques intrusos. En ese momento, Defensa, tenía de las cuatro patrullas OPV, una sola navegando y tres en puerto. De las 5 patrullas Matilla de la Prefectura, una sola también se encontraba navegando por falta de días asignados para la navegación. La Prefectura tiene corrompida su misión para cumplir funciones policiales en tierra.
Es decir, que esa noche, la capacidad disponible era muy menor al total de nueve patrullas que tiene el país más las dos corbetas de la Armada convertidas a patrulleras. Así, nadie puede controlar la pesca ilegal y -menos aún - si de noche se apagan los equipos localizadores de los buques para que no los detecten. Desde la costa más cercana, una patrulla llega a la zona crítica tras un día de navegación.
La solución a este problema pasa por dos cuestiones: 1) asignar más dinero a las operaciones y; 2) poseer una estrategia de permanencia. Esto último se logra si se obtienen tres plataformas petroleras de segunda mano adaptándolas como tres islas artificiales que hagan de apostadero de helicópteros y patrullas, artilladas para su protección, con radares marítimos -de ser posible- para tener capacidad de detectar buques y formar una posta operativa y logística ubicada en tres puntos a determinar, a tres millas antes de la milla 200, para desalentar que sean embestidas.
Esta estrategia fortalecería operaciones navales y aéreas de control. Podrían ser posta de misiones científicas de control de pesca y cambiaria por completo el concepto de las operaciones. Esto permitirá proyectar el control fuera de la milla 200 si tuviera éxito una regulación internacional que le asignara un rol a la Argentina sobre las áreas críticas de depredación.
Bajo estas circunstancias, adquirir submarinos no tiene ninguna prioridad. Ésta es la prioridad. Hasta ahora, la política argentina no tiene ninguna iniciativa sobre este tema. Cuentan aquí con unas ideas.

Publicado en Clarín.
 

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