El gran escape del subdesarrollo
Ian Vásquez
Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute, Washington D.C. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


El Perú ha crecido un impresionante 6,3% anual en promedio en la última década. Es parte de la dinámica del progreso humano, que se inició hace aproximadamente dos siglos en un grupo de países que hoy son ricos, y que se ha acelerado con la globalización. A pesar de todos sus problemas, vale la pena poner el progreso del Perú en contexto.

El estancamiento económico y la pobreza extrema fueron la constante en la que la mayoría de la gente del planeta subsistió por miles de años. Eso cambió con la Revolución Industrial, que dio lugar a una explosión de riqueza que desde principios del siglo XIX multiplicó por más de 30 el ingreso per cápita de los países ahora desarrollados.

En las últimas décadas, a medida que se ha extendido el intercambio de bienes, ideas y oportunidades, el resto del mundo ha podido participar de una mayor manera en lo que el profesor Angus Deaton ha llamado el gran escape de la pobreza y la mortalidad temprana. El mundo es ahora extraordinariamente más rico de lo que era. Por ejemplo, el producto bruto mundial en 1820 era menor que el de Corea del Sur hace 10 años.

Casi todos los indicadores de bienestar humano apuntan a avances inéditos en la historia mundial. En 1900, la expectativa de vida en Occidente no llegaba a los 50 años; para principios de este siglo aumentó a 76 años. En el resto del mundo, el incremento en la expectativa de vida fue de 26 a 63 años. Los peruanos ahora viven hasta los 74 años en comparación con los 48 en 1960. La mortalidad infantil mundial ha bajado de 109 muertes por 100.000 nacimientos vivos en 1960 a 28 en el 2011 (en el Perú, la cifra equivalente cayó de 132 a 14).

Debido en gran parte al alto crecimiento de China y la India, que han logrado sacar a cientos de millones de personas de la pobreza en las últimas décadas, la desigualdad mundial ha estado cayendo. El Banco Mundial calcula que el porcentaje de gente viviendo en la pobreza extrema en el mundo en desarrollo se ha reducido del 43% en 1990 al 21% en el 2010. En el Perú, la pobreza, definida de una manera mucho más amplia, ha descendido del 58,7% en el 2004 a 25,8% en el 2010. De igual forma, la desigualdad cayó en un 14% en la escala GINI durante la primera década del siglo.

La brecha entre pobres y ricos del mundo se está cerrando a un ritmo acelerado cuando se trata de indicadores de bienestar humano: alfabetismo, educación femenina, libertades civiles y políticas, acceso a nuevas tecnologías, consumo de comida, electrificación, acceso a agua potable, etc.

Por eso, los ciudadanos de los países en desarrollo cuentan hoy con un estándar de vida más alto de lo que tenían los ciudadanos de los países ricos cuando contaban con el mismo ingreso per cápita. Dado cierto ingreso, los países pobres pueden “adquirir” un estándar de vida mucho más alto que lo que era el caso tan solo 30 años atrás. Los países en desarrollo no solo se están volviendo más prósperos, sino que pueden incrementar su bienestar con menos recursos.

Incluso los países que han reformado y crecido poco han logrado incrementar su bienestar humano. Eso confirma una observación que el premio Nobel Friedrich Hayek hizo hace más de 50 años: “Los beneficios de la libertad […] no se limitan a los libres”.

Todos los países se están beneficiando de las innovaciones, los capitales, el consumo, las tecnologías y las medicinas que son producidos por los países relativamente libres. Es algo por lo que los peruanos y ciudadanos del mundo debemos estar agradecidos, y que nos debe inspirar a seguir aumentando esa fuente de progreso.

Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (EE.UU.) el 29 de marzo de 2014.
 

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