El conflicto docente fue tan sólo la punta del iceberg
Edgardo Zablotsky

Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago, 1992. Rector de UCEMA. En Noviembre 2015 fue electo Miembro de la Academia Nacional de Educación. Miembro del Consejo Académico de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Consultor y conferencista en políticas públicas en el área educativa, centra su interés en dos campos de research: filantropía no asistencialista y los problemas asociados a la educación en nuestro país.



El paro docente terminó, los gobernantes respiraron aliviados y en pocos días el tema pareció quedar en el olvido, tal como sucede año tras año. Sin embargo, nada ha cambiado, el resultado de los exámenes PISA 2012 nos impide ilusionarnos. Que los niños vuelvan a las aulas es una condición necesaria para su educación pero, de no contar con docentes calificados, el sólo hecho de concurrir a la escuela ¿de qué sirve?

¿Qué tan calificados están nuestros docentes? Pregunta políticamente incorrecta, sin duda. Resulta menos ofensivo describir los requerimientos para ejercer la profesión en otras sociedades y dejarle al lector preguntarse a sí mismo si la mayoría de nuestros docentes cuentan con calificaciones similares.

Tomemos el caso de Finlandia, líder mundial en educación, donde es necesario sortear un exigente proceso de selección para acceder a estudios universitarios que conduzcan al ejercicio de la docencia. Así lo describe Javier Melgarejo, en Pedagogía, quien ha realizado diversos estudios sobre el sistema educativo finlandés, en el cual sólo los mejores alumnos del colegio secundario tienen la posibilidad de ingresar a la carrera, pues se requiere superar los nueve puntos de promedio.

De satisfacer esta condición, el interesado debe participar de un examen a nivel nacional donde, en palabras de Luisa Gutiérrez, responsable de comunicación del Instituto Iberoamericano de Finlandia: “Suelen escoger al 10% de los candidatos. Son los mejores, con aptitudes de sobresaliente, que han superado en el examen nacional a otros alumnos también muy buenos”.

Finalmente, señala Melgarejo, los aspirantes pasan a una segunda fase selectiva en la que cada universidad realiza las pruebas que estima oportunas: “El resumen de una lectura de un libro, una explicación de un tema ante una pequeña clase, una prueba de matemáticas y otra sobre tecnologías de la información. Uno de los aspectos esenciales de dicha fase es la entrevista, donde se comprueba si el aspirante tiene las propiedades necesarias: capacidad de comunicación, actitud social y empatía. Si no las tiene o no las puede incorporar, se prescinde de él y no accede a la formación”.

La carrera docente dura cinco años, las prácticas se realizan desde un principio y al finalizarla el estudiante debe elaborar una tesis.

De graduarse, el nuevo docente entra en el mercado de trabajo y podrá ser seleccionado por el director del colegio que lo considere de utilidad para su proyecto educativo.

En Finlandia, el exigente proceso de selección y de formación constituyen los pilares del éxito de su sistema educativo. Los maestros están bien pagados, pero también altamente calificados.

¿Nuestros docentes cuentan con salarios y calificaciones similares? Es claro que no. Por supuesto que no es su culpa, pero sí lo es de los sindicatos que no defienden los intereses de los buenos docentes y mucho menos de los alumnos, y de los gobernantes que no desean enfrentarlos en un tema mucho más conflictivo que la negociación salarial.
 

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