Error de muchos, ganancia de manipuladores
Marcelo Jaroslavsky


Una vez más algunos “liberales” que caen en el error de discutir en el terreno de los enemigos de la libertad llevan a que el debate sea superficial y no llegue al fondo de la cuestión.
Unos justifican las salvajes golpizas, no son linchamientos, en el derecho a la defensa propia de las víctimas. Los otros condenan la justificación y automáticamente, además de horrorizarse por las pateaduras propinadas a los delincuentes, empiezan a hablar de marginación; exclusión y todos los tópicos típicos de los marxistas ; fascistas y populistas que tienen monopolizado el discurso político.
Los que critican al “ Estado Ausente”, en vez de aprovechar la oportunidad para llevar el debate a la médula de los problemas, aceptan quedarse en el terreno enemigo justificando a una turba que se turna para patearle la cabeza a un delincuente ya reducido a la indefensión más absoluta. 
Esa situación no tiene nada que ver con lo que ocurrió cuando Baby Etchecopar se defendió a los tiros de unos ladrones que habían entrado armados a su casa y mató a uno de ellos resultando él y su hijo gravemente heridos. Ese sí fue un caso de defensa propia en una situación extrema y nadie lo cuestionó. 
Por el contrario hubo una condolencia general con él por la situación sufrida y el dolor que le produjo la determinación a la que se vió obligado. Nunca se sintió un “justiciero” ni reclamó para sí la condición de héroe.
Es un grave error apelar a las ideas de Zaffaroni para justificar la ausencia de una Justicia que cumpla con sus funciones y una Policía puesta a su servicio. Eso, valga la redundancia, es un servicio prestado a la Corporación Política cuya única obsesión es la conquista y el mantenimiento de cuotas de poder y , en muchísimos casos, sus negocios conexos.
En momentos en que superficiales, en general, discusiones sobre garantismo y abolicionismo saturan todos los medios me parece oportuno recordar lo que creían nuestros constitucionalistas fundacionales respecto al delito y las cárceles :
“ Art. 18.- Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice.”
Por lo tanto quienes querramos colaborar en la restauración de la República, basada en el respeto irrestricto a los derechos individuales, deberíamos centrarnos en su defensa y no en justificar turbas que cometen atrocidades. 
Me parece que en eso ni siquiera son coherentes los que defienden la justicia por mano propia. 
Este año ha habido varios casos de vecinos “indignados” que incendiaron y saquearon las casas de violadores y no escuché ningún comentario justificando esas acciones.
Los defensores de la ley no podemos ser quienes justifiquemos cualquier cosa provocada, en última instancia, por el incumplimiento de sus funciones por funcionarios públicos infieles.
Ese incumplimiento se basa en muchos casos por descreimiento en los derechos reconocidos hace 161 años. Especialmente en el de propiedad. Obviamente en de la propiedad ajena. Su patrimonio sí lo protegen hasta corrompiendo a los jueces cuya inacción y prevaricación también los hace, en muchos casos, partícipes necesarios de la anomia en que estamos sumergidos.
La justificación del delito por parte de quienes lo hacen apelando a los desposeídos y excluídos parten de una premisa : Los que tienen algo tienen lo que tienen porque despojaron a los indefensos. 
Hablan de índices de pobreza pero a los pobres los convierten en desposeídos. Es decir aquellos a los que les fué arrebatado lo que tenían.
Hablan de redistribuir la riqueza como si esta estuviera dada y no fuera el resultado de la creatividad y el esfuerzo de sus creadores.
Hablan de cultura del trabajo y fomentan la esclavitud de sus "protegidos" impidiendo a los verdaderos emprendedores desarrollar todo su potencial imponiendo trabas y pesadísimas cargas impositivas que, además, posibilitan la corrupción.
Hablan de corrupción y se resisten a asociarla al poder usurpado por funcionarios que aprovechan sus cargos para enriquecerse actuando como piqueteros de la economía. “Esto no se puede hacer”,pero, “ gentileza mediante ”, las trabas se esfuman. 
Todo esto y mucho más queda escondido detrás de discusiones no inocentemente desviadas de lo que debería ser su foco. 
Por todo lo dicho sugiero a todos los preocupados por el estado de casi disolución de nuestra sociedad que unamos nuestros esfuerzos para recuperarla en vez de defender los síntomas de nuestra, una vez más lo afirmo, anomia.
 

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