Berretín alberdiano
Dardo Gasparré
Economista.


La “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los argentinos", más conocida con su apodo de Ley de Bases, siempre fue una construcción bastante ampulosa, que en su propio título contiene la intención de refundar la República, una reedición de las que escribiera Alberdi para fundarla. 
Tenía algo de berretín, esa expresión casi lunfarda argentina que implica la intención, el anhelo, el sueño la pretensión – o quizás la pretención - de lograr lo mismo que la original, idea que tiene algo de razón si se observa en qué se ha transformado el país desde su organización original. 
Y curiosamente puede pasar lo mismo que ocurrió con las Bases de Alberdi. De una concepción liberal se pasó a una mezcolanza de federalismo y unitarismo que, empezando en 1853 llega hasta la Coparticipación de hoy, pasando por la consolidación de las satrapías provinciales. 
No es casual que el gran pensador argentino escribiera su Sistema Rentístico, que no es un intento de complementar o reglamentar la Constitución, sino que simplemente se limita desde el primero al último renglón a expresar que esa Carta Fundamental ya tenía todos los conceptos de una economía liberal, que están implícitos en cada renglón de aquellas Bases, y que fueran desvirtuadas desde la mismísima sanción constitucional hasta el día de hoy, pasando por las reformas de Perón, derogadas por la autodenominada Revolución Libertadora que restauró los principios de 1853, que fueron derogados de oficio todos los días por el accionar de la seudojusticia, los gobiernos y los lobbies hasta culminar en la reforma maléfica de 1994, que la transformó en un engendro que se autoanula en mucho de su articulado y que contiene buena parte de la perorata del Justicialismo más todas las tendencias hacia la patria grande woke, supranacional y sin democracia ni soberanía alguna.
El peronismo franquicia Kirchner está haciendo lo mismo de siempre en este caso. Ya logró, con sus aliados el radicalismo y la izquierda feliz y acomodada, transformar una propuesta que -más allá de su ampulosidad innegable– intentaba recrear algún formato económico viable que pusiera al país en marcha, luego de la caótica y disolvente gestión o cogestión de tantos años.

A toda costa

Ahora se puede analizar el contenido de lo que ha quedado en pie en el proyecto con media sanción, que la oposición se ha juramentado impedir a toda costa, lo que quiere decir a toda costa. 
La primera consideración es que se le otorga al Ejecutivo atribuciones delegadas por un año. Se supone que en ese plazo el Gobierno podrá hacer todos los cambios de fondo para cumplir con sus planes y ejecutar la Ley que supuestamente se aprobará. Ya se ha hablado aquí de las deficiencias que tiene el oficialismo en implementar reformas, entender el funcionamiento de los distintos ministerios, los temas de fondo, las prácticas y trampas de cada repartición, organismo, secretarías, subsecretarías, fideicomisos, acomodos, prebendas, robos, lobbies, trampas y demás delitos. 
También se ha hablado de la impericia y la improvisación de muchos de sus funcionarios más importantes y de la exclusión deliberada de buenos gestionadores que habían demostrado ser más capaces, apartados u omitidos quién sabe por qué razón. Dentro de un año, nuevamente suponiendo que la ley se apruebe y no sea retornada a Diputados con algún cambio, no habrá habido ni siquiera tiempo para reglamentar las disposiciones de la ley, que requieren mucho análisis y conocimiento de cada área, cada actividad, cada presupuesto, algo que no se adquirirá por alguna virtud infusa. 
Todo este proceso estará gestionado por un equipo, para llamarlo de algún modo, que tiene serias objeciones no sólo de idoneidad sino de condiciones éticas y morales, que representan lo peor de la famosa casta, contra la que supuestamente luchaba la Libertad Avanza, lo que no está plasmado en la realidad, al contrario. La columna insiste sobre el accionar de la secretaria general de la Presidencia, que al erigirse como un Catón del equipo de gobierno no asegura la mejor calidad de sus integrantes ni en sus aspectos técnicos ni en sus aspectos morales, penales y éticos. La transformación de muchos de ellos en meros obsecuentes o atemorizados y pobres declarantes no hace más que mostrar esa falla de conducción, o el cinismo de cada uno. 
Recientemente el Financial Times volvió a ser comentado en la plaza local por una nota en la que llama a la hermana del presidente “la generala” (en una pobre traducción) exhibiendo además su currículo previo. La columna tiene el triste mérito de haber dicho lo mismo mucho antes, usando el término más apropiado de “regente”. Como lo muestran esta nota titulada Matar al padre (o al Jefe) publicada en estas páginas hace casi tres meses y otras similares (1). 
La pregunta de fondo es si este equipo, casi una armada Brancaleone con miedo a la censura intestina será capaz de producir algo en tan escaso plazo, si esta ley se aprueba, o si deberá pasar por otro vía crucis deliberadamente demorado y limado por el kirchnerismo para tener más tiempo de ejecución. Escuchar a alguien formado como la canciller hacer las declaraciones sobre la base china pone en duda el sistema de evaluación interna del gobierno, y hace temer la presión e influencia exitosa de los mismos lobbies prebendarios amiguistas y aplaudidores chupamedias de siempre, lo que es evidente que ya ocurre, infiltrados en el Estado. 

Invendibles

Como refrendando este concepto, no sólo se han reducido drásticamente las empresas del Estado a privatizar, sino que se han incluido en ese proceso empresas que deberían desaparecer, como Televisión Argentina o Telam, y lo que es peor, no dejan de ser de propiedad del Estado, sino que se entregará su explotación en concesión. Gravísimo. ¿Quién puede estar interesado en empresas que aun siendo privadas están resultando deficitarias y obsoletas en el mundo? Sólo locos o ladrones públicos. Y lo que es peor, es que para venderlas primero hay que designar funcionarios que las “pongan en valor”, que serán canibalizados por el sistema de cada ente y terminarán eternizándose, y el gasto del estado seguirá por varios años. 
Tómese por caso el ejemplo de Aerolíneas Argentinas, que debe ser analizada y resuelta en unión con Aeropuertos 2000 y el ORSNA, por ser único complejo, más la Aduana, partícipe necesario. Todo indicaba que debía aplicarse primero una política de cielos abiertos para garantizar el servicio y fomentar la competencia, como se empezó a hacer en el gobierno de Juntos por el Cambio. Luego entregar la empresa nacional al sindicato, limitar hasta cero su financiamiento, eliminar su tramado delictivo y dispendioso y si fuera posible hacerla desaparecer. Nada de eso ocurrirá. 
Al crear un sistema de concesiones, se cae en lo que la dormida o vapuleada Causa de los cuadernos mostró: el capitalismo de amigos.  Y como también mostró la operación de aeropuertos, culmina con que el Estado sigue gastando lo mismo o más que antes. Faltaría contratar a José Mujica para que reproduzca el modelo Pluna, que terminó con un desastre financiero para Uruguay y sus operadores concesionarios (argentinos hasta la muerte) presos. (Lástima que El Pepe esté enfermo desde hace un tiempo, aunque lo haya vuelto a declarar la semana pasada en una emotiva ceremonia, si no sería un buen asesor en estos temas)
Aún las pocas seudoprivatizaciones aprobadas son inviables y no ahorrarán nada al país, es decir que en ese plano, el ajuste lo seguirán pagando los jubilados, los trabajadores formales, las pymes y los productores y autónomos. O terminarán en casos como el de YPF, en que la empresa transó con el gobierno kirchnerista para poder sacar su inversión del país vía honorarios desproporcionados e ilegales, a cambio de vender sus acciones a Eskenazi a pagar con utilidades futuras, que terminó con el país gastando miles de millones de dólares que pagó usted, querida lectora.
Y como remate, se debe recordar que las leyes argentinas obligan en los casos de concesiones, como las que ahora se hacen obligatorias, que no puedan participar las empresas extranjeras sin asociarse con una empresa argentina, garantía de que la casta empresaria continuará reproduciendo el caso Odebrecht-Calcaterra hasta el infinito. La corrupción es multipartidaria. 

Los intocables

En todo lo que hace al sindicalismo, que nadie podrá negar que es parte de la casta, ninguno de sus privilegios, ventajas, prebendas ni prácticas corruptas fue tocadas, ni lo serán. De modo que seguirán dueños de las obras sociales, de las cuotas cobradas de prepotencia, de impedir la entrada a las fábricas y empresas, de parar las clases y las operaciones. Una idea tan importante y vital como la de la esencialidad, es decir que los servicios vitales para la sociedad no pueden sufrir huelgas sino en condiciones muy extremas, ha sido dejado de lado, probablemente para siempre.  Apenas una modesta reforma en los juicios, que ya estaba en vigencia dentro del sistema judicial, y la eliminación de las multas por contratar en negro, que es vital para estimular a un blanqueo que de otro modo sería inviable y que de todos modos no tendrá adherentes hasta que no cambie el sistema impositivo y la legislación laboral. 
No es fácil encontrar aquí que la casta haya perdido. El contubernio antiempleo sigue en pie en todas las ramas. Judicial, política, empresaria y sindical. Por culpa de quién, será cuestión de que cada uno lo analice y lo determine. El hecho cierto es que hasta aquí no se ve ningún cambio sustancial ni copernicano. 
Tampoco hay demasiadas referencias a ahorros en la administración pública, reducción de personal, de gastos, de ninguna otra cosa. Sí hubo la reposición del impuesto a los ingresos que permitirá que los gobernadores sigan gastando lo que se les dé la gana vía la coparticipación, que les redistribuye impuestos. 
Tampoco se observan normas reduciendo el costo o el gasto de la política, reemplazadas por la catarata de aumento de sueldos para funcionarios y legisladores, que por ahora están en pie y en firme. 
Es posible pensar que se trata de un paso en el sentido correcto al que le seguirán otros. Sobre todo si se cree que éste es el sentido correcto. Pero no deja de ser una manifestación de optimismo, un estado de ánimo difícilmente basado en la realidad. 
La inexplicable exención al impuesto al tabaco a favor de una supuesta pyme que posee el 40% del mercado, ha sido provisoriamente revocada. Un acto de justicia para todas las pymes que pagan sin chistar todos los impuestos que se les antoja aplicar a todas las jurisdicciones. Por una casualidad, ese es uno de los puntos que Senadores considera cambiar para devolver la ley a Diputados y así perder más tiempo, y de paso conseguir que la exención al Señor del tabaco se restaure. La corrupción es multipartidaria. 

Los cambios impositivos

Luego de estos cambios lampedusianos gatopardistas, que en el mejor de los casos rendirán con suerte algún resultado en dos o tres años, si los logra, se aprobaron los cambios impositivos, que luego de la reimplantación del impuesto a los ingresos y el blanqueo, que habrá que recordar que en ningún caso supone la convalidación de prácticas de lavado de activos, que corre por otro carril y no por la AFIP. De modo que las críticas en tal sentido no son válidas, aunque habrá que ver si la UIF toma alguna acción en estos casos. 
Como es sabido, el blanqueo se puede dividir en dos partes. El llamado “blanqueo de dinero en el colchón” que se supone que muchos ciudadanos tienen guardados en efectivo en algún lugar de su casa, que constituyen cifras modestas, y un blanqueo de cifras mayores que se supone que invertirán algo en el país, suponiendo que los dueños de esos bienes estén locos. 
La permanencia de una alícuota delirante en el Impuesto a los Bienes Personales, que Macri bajó sólo al 0.75% y Fernández multiplicó por 3 en algunos casos, hace pensar que no habrá demasiado interés en suicidarse financieramente salvo cuestiones puntuales. La rebaja por anticipar el pago de 5 años del gravamen y la promesa de que el impuesto se reducirá o desaparecerá en ese lapso es una contradicción, que además ha sido incumplida siempre.
No parece factible que por ese camino se logre una inversión importante. Pero se ratifica que Argentina, como país, sigue creyendo que los dólares le pertenecen al Estado. Por eso propone bajar la alícuota si hay 500,000 dólares de repatriación, quien sabe a qué tipo de cambio.
Por culpa del Ejecutivo, del Legislativo, de la Justicia, de los lobbies empresarios y sindicales, del kirchnerismo o de quien fuere, hay dos cosas que no son visibles: que estas medidas generen una confianza y reactivación que haga que crezca el empleo y cese el embate contra el contribuyente y el consumidor, ni que se esté cumpliendo lo que prometió en campaña el Presidente.
Lo que está ocurriendo o puede ocurrir no tiene nada que ver con la economía austríaca, en definitiva el imperio de la acción humana, que se suele abaratar llamándola “el mercado”. Tampoco el de la lucha contra el gasto del estado, que hasta ahora ha sido forzada y. provisoria, como se ve en esta misma semiley, (o seMilei), que por obligación o por falta de teoría ha sido reemplazada por una lucha contra el déficit, que es otra cosa, y que lleva a las idas y vueltas como las que ocurren con los anuncios de aumentos de tarifas que luego se postergan, o las prepagas, que en teoría han sido obligadas a retrotraer sus aumentos, algo que no parece notarse en las facturas del mes de mayo. O en la postergación de pagos, para mostrar resultados positivos, criterios de amas de casas precarias que esconden lo que gastan. Se trata de un típico ajuste del estilo de la burocracia del FMI.
 Hasta ahora, se está en presencia de un plan monetario con anclaje cambiario que necesariamente es de corto plazo, una ataguía para parar la inundación hasta que se hagan los cambios que induzcan al crecimiento. Pero eso no puede tardar demasiado. Y no es con este paquete que se logrará tal cosa. 

Volver a crecer

 En los próximos seis meses a más tardar, será importante comenzar a crecer fuerte y rápidamente. No para ser la potencia que el país fue, sino para comenzar a crear más empleo, para bajar la carga sobre la sociedad, vía una mayor recaudación, para mejorar los sueldos, para recuperarse de la recuperación, que viene a ser esta etapa desde el 10 de diciembre en adelante. 
Eso será sólo posible si se libera el cepo. Esto no quiere decir una dolarización. Esto quiere decir que el tipo de cambio sea uno sólo, sin impuesto país, sin retenciones, y con el Banco Central dejando de participar como única contraparte en el mercado de cambios, transformándose solamente en comprador cuando necesite hacerlo para pagar su deuda o intereses, o con un plan pautado de compra de reservas. Eso es lo que prometió Milei. 
A partir de ese momento el agro y otras actividades comenzará a crecer, si se logra una estabilidad jurídica e institucional que no incluya ni a Lijo, ni a Lorenzetti, ni a Karina Milei, ni a Cúneo Libarona, ni a tantos otros en cargos de cajeros residuales de la casta. Con esas dos premisas el país crecerá instantáneamente. Confianza y libertad. Más allá de las promesas y el fanatismo futbolero, eso no se ve aún, fuera de la timba financiera local e internacional, que simplemente apuesta algunas monedas y busca conseguir alguna ganancia fácil en ese proceso.  
Para resumir, todavía la casta no paga, cobra. Ni compite. Se protege. Y el crecimiento debe empezar ya. De lo contrario se puede estar en la vecindad de un gran desengaño. Pareciera por ahora que, al igual que los chinos, los argentinos siguen siendo todos iguales. Aunque a muchos no les guste pensar así.


 

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