Cheo Feliciano, obituario y hasta siempre
Carlos Goedder
Carlos Goedder es el seudónimo de un escritor venezolano nacido en Caracas, Venezuela, en 1975. El heterónimo de Carlos Goedder fue alumbrado en 1999 (un juego de palabras con el nombre de pila correspondiente al autor y el apellido de Goethe, a quien leyó con fruición en ese año. La combinación de nombre algo debe también a la del director orquestal Carlos Kleiber).


El 17 de abril de 2014, el mismo día que se marchó Gabriel García Márquez al infinito, nos dejó el gran sonero Cheo Feliciano, a quien es mandatorio no olvidar como otro gran símbolo de América Latina
 
Al gran crítico salsero César Miguel Rondón
 
Preámbulo (descartable por melómanos)
 
En un día terrible, el 17 de abril de 2014, ocurrió el fallecimiento de tres grandes artistas latinoamericanos. El primero fue la actriz venezolana Mayra Alejandra, a quien los medios venezolanos evocan como actriz de telenovelas (el género dramático más relevante al Sur de EEUU) olvidando su participación protagónica en grandes películas del cine latinoamericano hechas por Román Chalbaud, destacando Carmen, la que contaba dieciséis años y Manón, teniendo ambas obras en común la ingeniosa ambientación de óperas veristas en el barrio y la sociedad venezolana.
También falleció ese día el nobel colombiano Gabriel García Márquez, en el mismo año que su notable colega y compatriota, el escritor Álvaro Mutis, con quien compartió el exilio en México y una sólida amistad. ¿Qué se puede agregar sobre García Márquez? Sin dejar de reconocer sus titánicos logros y agradecer los buenos momentos que nos sigue dando como lectores, inevitable es expresar el malestar que produce su amistad, hasta el final, con el tirano Fidel Castro, azote de su país Colombia (y de toda América Latina) mediante las guerrillas que ha impulsado. Sorprende que un autor tan celoso de sus derechos de propiedad como García Márquez apoyase a líderes comunistas como Castro o Chávez, reflejando cuán limitada puede ser la visión sobre los temas políticos y sociales de los escritores, quienes a cuenta de leer unas páginas más que el resto de los mortales y gozar publicidad, se creen facultados a expresar opinión sobre todos los asuntos humanos, incluyendo estas desafortunadas columnas periodísticas tan abundantes en todo el mundo de habla hispana donde los escritores sientan postura sobre asuntos que apenas han investigado o el acontecer de naciones que nunca han pisado y careciendo de formación académica sobre economía, historia o sociología.
La fatal arrogancia de muchas  mujeres y hombres de letras, quienes escriben por encargo o para llenar a las prisas un espacio dominical remunerado, es uno de los grandes daños sobre la opinión pública latinoamericana, simplificándole groseramente su compleja realidad. Lo peor es que por complacer al público de izquierdas o el falso progresismo latinoamericano, muchos escritores se empeñan en respaldar a cuánto régimen totalitarista hay. Un notable escritor colombiano actual, William Ospina, de quien he reseñado su gran trabajo sobre Simón Bolívar, perpetúa el error de García Márquez defendiendo a Nicolás Maduro y el legado chavista, sin conocer el régimen venezolano a fondo y simplemente simpatizando desde la ceguera de quien desea defender la indefendible izquierda latinoamericana, llena de violencia y pasión totalitaria, propias  de las viles oligarquías y dictaduras militares que ha combatido (Ver por ejemplo: http://www.elespectador.com/opinion/venezuela-historia-columna-478089). Los grandes escritores pueden ser muchas veces tan miopes como el ciudadano analfabeto. La inteligencia que escribe narraciones no es la misma que analiza con claridad los fenómenos sociales, económicos e históricos. El ejemplo de Ospina es apenas incorporado por ser él también colombiano y porque tiene una gran pluma, que ya lo convierte en un sucesor literario de Mutis o García Márquez, elogio con el cual se le quiere invitar a ser más responsable con sus opiniones públicas.  Por más que se admire a García Márquez, su postura política de apoyo a Castro, hasta el final, es sencillamente oprobiosa. No se retiró a tiempo de esta posición, como hicieron Cortázar, Saramago y Vargas Llosa. Siendo que comentar esto no pretende desmerecer sus titánicos logros literarios, que compensan sobradamente su afinidad irracional e irresponsable con Fidel Castro, que como venezolano, sufridor del chavismo, me resulta insoportable.
 
Viva Cheo Feliciano
 
Dejando todo esto de lado, entro en el meollo de este trabajo, el cual acompaño con enlaces de internet llenos de buena música. Voy a homenajear al tercer gran latinoamericano fallecido el 17 de abril de 2014: José “Cheo” Feliciano, a quien se debe evitar confundir con el gran cantautor invidente José Feliciano, con quien comparte el origen portorriqueño. Cheo Feliciano, nacido en Ponce el 3 de julio de 1935, falleció en San Juan de Puerto Rico el 17 de abril de 2014, en un accidente automovilístico sobre el cual los medios han guardado prudente silencio.
 
Al improvisar los versos finales en el montuno del tema “El Cantante” (escrito por Rubén Blades), el cantante emblemático de la salsa, Héctor Lavoé rinde tributo a los tres grandes cantantes del Caribe: Celia Cruz, Ismael Rivera y Cheo Feliciano (“Vamos a hacer una descarga, con los cantantes mejores/ Mi saludo a Celia, Rivera, Feliciano, esos son grandes cantores/ ellos cantan de verdad/ siempre, ponen a gozar a la gente/ Escuchen bien su cantar/ Aprendan de los mejores”). Con la muerte de Cheo, se van las tres grandes instituciones de la música antillana que propuso con sobrados motivos y argumentos el gran Héctor Lavoe. Ismael Rivera se nos fue en 1987, Celia Cruz en 2003 y Cheo se nos acaba de marchar a guarachear al Cielo.  Los dos últimos fueron oriundos de Puerto Rico y Celia de Cuba. No obstante, son patrimonio de todo el Caribe Latinoamericano y de todo aquel oyente que ame sus ritmos de guaracha, bomba, plena, son montuno, bolero, merengue y mambo.
 
Cheo Feliciano, al igual que los otros dos nombres propuestos por Lavoe, no se limita a ser patrimonio de la Salsa. Ellos trascienden este movimiento donde los ritmos del Caribe fueron apropiados por el barrio pobre latinoamericano desde Nueva York. Celia, Ismael y Cheo podían fajarse con todos los géneros del Caribe. Quizás en este Olimpo añadiría a la gran Lupe, cubana y con quien Tito Puente grabó discos magníficos entre 1964 y 1971, añadiendo a ellos unos sensacionales boleros del compositor Curet Alonso. No obstante, el reinado de la gran Lupe fue breve, mientras que Cruz, Rivera y Feliciano gobernaron toda la segunda mitad del Siglo XX antillano, reinventándose cuando fue preciso para no sucumbir a las modas efímeras como el boogaloo, el shing-a-ling y al sí perdurable género de Salsa que pareció destinado a gobernar la Tierra Latina durante los años setenta.
 
Cheo Feliciano inició actividad en la Orquesta de Tito Rodríguez, como acompañante en los coros y bailarín. Tito Rodríguez de algún modo es prolongado en Cheo, ya que Cheo fue, al igual que aquel genial portorriqueño, capaz de salir triunfante en números rápidos y lentos. Cheo prolongó la estirpe de gran bolerista de Tito y su versatilidad para incursionar como sonero en los números más cadenciosos y veloces. Una compilación de Tito Rodríguez, hecha por el actual sello Fania (controlado por Código Music) bajo el nombre de “Tito Rodríguez, el inolvidable” incluye un afortunado número, “Descarga Cachao”, donde Tito incorpora como solista a su estrella del bajo, el gran cubano Israel “Cachao” López (refugiado estadounidense, al igual que Celia Cruz, tras huir del totalitarismo de Fidel Castro). En ese número Cheo toma parte en los coros. El número se atribuye al año 1964 en el disco, pero presumiblemente es de la segunda mitad de la década de 1950 y 1964 es el año de alguna reedición o compilado de éxitos empleado como fuente para este gran disco. El tema está disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=dp5tfI-fuLA
 
Con recomendación de Tito, Cheo entró en 1957 a formar parte de un maravilloso grupo de la música antillana: Joe Cuba Sextet, dirigido por el gran percusionista  Gilberto Calderón, conocido artísticamente como Joe Cuba. Esta agrupación tuvo algo distintivo en la historia de la música caribeña: sólo tenía instrumentos de percusión, añadidos a la sección rítmica de bajo. Carecía de instrumentos de viento. Se reducía todo a congas, tumbadora, timbales, vibráfono, piano y bajo. Fue una fórmula novedosa, con la cual la agrupación pudo navegar por el mambo y por los nacientes géneros donde se mezclaba la música latina con letras en inglés, buscando la supervivencia ante la invasión del rock.
Sobre el Sexteto de Joe Cuba, que merece rescate contemporáneo, el crítico José Arteaga señala: “En 1954 un percusionista llamado Gilberto Calderón fundó un sexteto que, a la vuelta de seis años, acabaría dividiendo la historia de la música latina en Nueva York. Calderón se hacía llamar Joe Cuba, y como tal nombró a su grupo El Sexteto de Joe Cuba. Lo secundaban el vibrafonista Tommy Berríos, el pianista Jick Giménez, el timbalero Jimmy Sabater, el bajista Jules Cordero y el cantante Cheo Feliciano. La definición de un estilo propio tardó cierto tiempo, hasta la llegada de la pachanga. A finales de la década, El Sexteto de Joe Cuba ya era el grupo más popular del barrio latino con una serie interminable de éxitos como Mambo of the Times, Bailadores y Yo vine pa’ver. El sexteto sonaba como una gran banda y en muchas de sus canciones se hablaba de las difíciles condiciones de vida de los latinos, algo que nadie había expuesto hasta entonces. Por eso fueron también éxitos Picado de vicio, La lapa y El ratón:” (Ver: ARTEAGA, José. La Salsa, un estado de ánimo. Acento Editorial, 2000, p. 35)
 
 
Las voces de Cheo Feliciano y el percusionista Jimmy Sabater tuvieron destaque en este gran grupo. Fue con él que Cheo compuso y grabó su célebre tema “El Ratón”, que luego sería habitual, en versiones más o menos afortunadas, con las Estrellas de Fania, con las cuales trabajó Feliciano a partir de la década de 1970.  Joe Cuba logró grandes éxitos, especialmente un tema bastante sui generis como “El Pito”, lleno de exclamaciones locas que parecen hechas bajo efecto de drogas y donde la mitad del tema va en inglés (“I’ll never go back to Georgia”) y el resto en castellano (“Así se Goza”). La versión original de “El Ratón” se puede oír en este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=Eiy3O_KvqO4    Abordar esta etapa de Cheo ayudaría también a rescatar la figura de Sabater, quien compuso e interpretó un gran tema de la agrupación – aparte de “La Lapa”-, “Mujer Divina”, maravilloso bolero coral y lleno de sabor a barrio. 
 
 
Cheo tuvo su primer show con Joe Cuba en la misma noche de bodas con su esposa, a la que se mantuvo estuvo unido hasta el final: Socorro “Coco” Prieto León. El papel fundamental de esta dama es resaltado por el célebre promotor musical Richie Bonilla  (Ver al respecto: http://www.herencialatina.com/Richy_Bonilla/Richy_Bonilla.htm ). La esposa de Cheo fue determinante para que el cantante pudiese superar la adicción a los estupefacientes, que truncó su carrera en los años  sesenta. Desafortunadamente, cantantes como Ismael Rivera, Héctor Lavoe, Marvin Santiago y por supuesto la propia Lupe carecieron de apoyo de sus cónyuges para superar drogas, compulsiones y otras tragedias personales.  Ismael Rivera purgó condena carcelaria por su adicción a las drogas y logró superarla transitoriamente aferrándose a la fe, de lo cual es testimonio su tema de 1974 “El Nazareno”. Cheo optó por recluirse en los Hogares Crea e incluso formó una orquesta con otros pacientes, “Impacto Crea”, de la cual un tema relevante es “Cobarde” (se puede oír en: http://www.youtube.com/watch?v=8ponpjhyfZ4 )
 
En los años sesenta Cheo tuvo participaciones notables fuera del Sexteto de Joe Cuba. La primera y más conocida fue su colaboración con la agrupación “La Perfecta” de Eddie Palmieri, en la cual Cheo registró un gran tema, “Busca lo Tuyo”, acompañado del genial sonido de Palmieri, donde los trombones liderados por Barry Rogers y la sabrosa base pianística de Eddie ya presentaban a un Cheo listo para liderar el sonido salsero que imperaría en los años setenta. Eddie sentía gran estima por la voz de Cheo y junto a su otro gran cantante emblemático, Ismael Quintana, grabaría nuevamente un disco en 1980, el cual se ha dado por conocer como “El Álbum Blanco de Palmieri”. En él Cheo se aventuró en una versión tropical del gran bolero de Gardel y Le Pera “El día que me quieras”, que sólo resulta creíble desde una gran voz como la de Cheo que en la primera parte respeta el tango con voz aterciopelada y luego se lanza en un original montuno. En la reunión de las Estrellas de Fania en Puerto Rico, durante 1994, Eddie Palmieri por vez primera tocó en vivo el tema “Busca lo Tuyo” con Cheo Feliciano, siendo por demás la primera oportunidad en que Eddie compartía escenario con esta agrupación.  El vídeo de esta interpretación, incluyendo discusiones y reconciliación de back-stage con el copropietario de Fania, Jerry Masucci, se puede ver en: http://www.youtube.com/watch?v=erddzOK3Eys
 
El hermano de Eddie Palmieri fue otro gran pianista, si bien menos revolucionario para lograr amoldarse a la salsa. Se trata de Charlie Palmieri. Muchos consideran a la Fania All Stars como el mejor conjunto de estrellas y líderes de bandas en el Caribe. En mi opinión, la agrupación que sí merece ese tratamiento es la Alegre All-Stars, constituida bajo el liderazgo del productor Al Santiago y con Charlie como Director Musical. Santiago se inspiró en el disco “Cuban Jam Sessions” de Julio Gutiérrez para el sello Panart (con el cual luego grabaría Cachao un disco emblemático de Descargas), donde los músicos incorporaban el concepto jazzístico de improvisación y diálogo en el estudio. La Alegre All-Stars tuvo en sus filas al mencionado Barry Rogers, el mejor trombón de la salsa (por más que admiremos al gran Willie Colón), el percusionista Kako (con el cual grabaría Ismael Rivera uno de sus mejores discos), el dominicano Johnny Pacheco, quien luego dejó el grupo y se fue a fundar el sello Fania con Masucci, Bobby Rodríguez en el bajo, el corista Yayo El Indio de la Sonora Matancera y luego se añadieron otros músicos en los siguientes volúmenes. El nombre de la banda provenía del sello que grabó el disco, Alegre Records, fundado por Santiago y que no tendría el éxito comercial de Fania, el cual lo acabó absorbiendo. La Alegre All-Stars incorporó en grabaciones a Cheo Feliciano y Jimmy Sabater. En un momento la banda cambió de nombre ante los problemas financieros del sello Alegre y grabó bajo el nombre Cesta All-Stars, donde Cheo consignó una gran versión del bolero “Delirio” de César Portillo de la Cruz (del cual ha legado una gran versión en vivo la venezolana Soledad Bravo). La primera parte del tema se hizo en inglés, a la usanza de los experimentos bilingües de aquella década. La segunda parte, respetando la letra original en castellano, la cantó Cheo Feliciano y es la versión contra la cual se debe medir cualquier otro intérprete, ineludiblemente.  Nuevamente, YouTube tiene el tema para los melómanos del Caribe: http://www.youtube.com/watch?v=erddzOK3Eys
 
Tras dejar Hogares Crea, Cheo Feliciano lanzó su carrera solista. El sello Fania lo incorporó a sus filas. En 1971 Cheo grabó uno de sus mejores discos, que opino entraría en el “top five” de los grandes discos de la música antillana. Se trató del disco “Jose «Cheo» Feliciano”, donde la Fania imitó el sonido de Joe Cuba (todo el acompañamiento es percusión y piano, dando protagonismo al vibráfono), pero en clave frontalmente salsera, sin letras en inglés y contando con el apoyo del compositor portorriqueño Catalino “Tite” Curet Alonso (1926-2003), quien aportó, entre otros, el emblemático tema “Anacaona”, sobre la india oprimida por la conquista española. Este fue el tema con que Cheo debutó con la Fania All Stars en 1971, cuya interpretación se recogió en el documental “Our Latin Thing”: http://www.youtube.com/watch?v=zjtnBCnHC5Q
 
Este gran disco de Cheo Feliciano incorporaba su faceta de bolerista. Tite Curet le escribió uno de los mejores boleros de la historia, también apto para un “top five” del género. Se trata de “Mi Triste Problema”, la historia de un hombre frustrado con una relación amorosa pero incapaz de abandonar a su pareja de cara a la sociedad, optando por la rutina y el escape del pensamiento, sin expresar públicamente su pesaroso hartazgo. Si se ha de elegir el mejor bolero de Cheo, este posiblemente sea la mejor opción. Acompañado del tres de Charlie Rodríguez que emula una guitarra, es un tema que ningún bolerista cantará mejor que Cheo y me atrevería a decir que ningún valiente se fajaría con tan complicado tema, donde el fraseo, respiración y expresión tienen que estar en magnífica forma.  Nuevamente, se puede oír sin coste en: http://www.youtube.com/watch?v=Og2wKYwnosI
 
Este disco de Cheo –el segundo solista, ya que hizo uno menos afortunado también con el sello Vaya, propiedad de Fania- es seguramente el mejor de su carrera. En él aportó dos composiciones propias: “Pienso en ti” y “Si por mi llueve”. Tite Curet le escribió otros temas llenos de sabor y energía, que Cheo se apropió perfectamente: “Pa’ que afinquen”, “Esto es el guaguancó” y “Mano Caliente”, además de otro bolero emblemático para Cheo: “Franqueza Cruel”. Los músicos que acompañaron el disco fueron del mayor nivel: Johnny Pacheco en la conga, Larry Harlow en el piano, Bobby Valentín en el bajo, Louie Ramirez en el vibráfono, Orestes Vilato en los timbales, Johnny Rodríguez en el bongó, el mencionado Charlie Rodríguez en el tres y Vinnie Bell aportando notas de guitarra eléctrica para sumar algo nuevo al sonido de Joe Cuba. Fania apostó fuerte en el proyecto y legó uno  de los mejores discos de su catálogo.
 
Cheo publicaría otros grandes discos inmediatamente a continuación de este trabajo. Destaca “With a little help from my friend”, usando el nombre del tema Beatle para compartir portada con Tite Curet Alonso. Un disco navideño incluyó el célebre tema “Felicidades” ( http://www.youtube.com/watch?v=SITnjxkFs-Y ). Esta etapa dorada, a mi juicio la mejor de Cheo, se compila en el disco de 1976 “Cheo’s Rainbow”.   Allí figura otro tema en línea con “Anacaona” pero alusivo a la esclava africana, “Naborí” y uno de mis temas favoritos de Cheo, “Salomé” (http://www.youtube.com/watch?v=bJrkMZuB_qk ), ambos compuestos por Tite Curet Alonso, figura clave como compositor para el éxito de Cheo.
 
En 1976 Cheo publicó el disco “The Singer”, con arreglo de Luis “Perico” Ortiz para el bolero de Rafael Hernández “Canta”.  Es un magnífico y grandilocuente arreglo, lleno de ambiciosa orquestación de big band que hace sonar a Cheo como un crooner.  Se puede oír en: http://www.youtube.com/watch?v=ounkFNCDvdk
 
Este disco, junto al de 1977, “Mi Tierra y yo”, son gemas del catálogo de Feliciano que están sin reeditar, ni siquiera en formato de descarga digital legal MP3. Ojalá el fallecimiento de Cheo motive a Fania a colocarlos de nuevo en el mercado.  El disco “Estampas” de 1979 sí se consigue en formato MP3, tanto en Amazon como iTunes. Allí figura un tema de Tite Curet que pegó bastante por su sensibilidad, “Los Entierros”, con su coro célebre: “En los entierros de mi pobre gente pobre, cuando se llora es que se siente de verdad.”   En ese momento estaba de moda la “Salsa Conciencia” impulsada por Rubén Blades bajo la protección musical y arreglos de Willie Colón.  De este modo, el tema social, lamentablemente demagógico varias veces – especialmente en voz de Blades, que se postularía luego como candidato político-, imperaría en el siguiente trabajo de Cheo, que sí está reeditado en disco compacto. Se trata de “Sentimiento Tú”, de 1980, el último disco con el sello Fania. Al igual que en los tres trabajos anteriores, Cheo produjo el disco.
Este fantástico trabajo merece mención aparte. Contó en el piano y dirección musical con el genial Pappo Lucca, quien podría disputarse el puesto del más virtuoso pianista de la salsa desde su orquesta, La Sonora Ponceña.  Roberto Roena, líder del grupo Apollo Sound y compañero de Ismael Rivera en la agrupación “Cortijo y su Combo” participó en la percusión. Otro sonero notable, Pete “Conde” Rodríguez apoyó en maracas y coros.
Cheo retomó en el tema “Juan Albañil” el enfoque de “Salsa Conciencia”. Compuesto por Tite Curet, menciona el caso de un albañil que tras participar en la construcción de un edificio tiene vetado el acceso tanto para él como para su hijo pequeño, quien interroga sobre la situación. Es una feliz dramatización de la exclusión social tan dolorosa en Latinoamérica, donde se construyen oasis privados en clubes a expensas del espacio público descuidado por Gobierno y los propios ciudadanos. Muchos periodistas de Latinoamérica reseñan las peripecias del chavismo venezolano como un asunto distante, olvidando que en sus propios países tienen el caldo de cultivo para un experimento semejante, nacido del rencor en poblaciones excluidas por décadas de ausencia de política social (y que lo siguen estando todavía en Venezuela, pero con las recompensas de algunas dádivas y la supuesta revancha hacia los otrora ricos).
 
Otro tema del disco vuelve a la temática del entierro, lo cual sorprende por haber sido ya abordada en el trabajo previo. Nuevamente Curet Alonso lo aporta. Se trata de “Sobre una tumba humilde.” Este hermoso trabajo, a mi juicio mejor que “Los Entierros”, incluye una feliz mención a los entonces recién fallecidos miembros del Grupo Madera, quienes venían haciendo un gran trabajo desde el folclor venezolano y con resonancia en la Salsa. Esta agrupación experimentó una catástrofe durante una gira en la Guayana Venezolana, donde el grueso de miembros falleció ahogado en un lamentable accidente en el Río Orinoco (15 de agosto de 1980). Sobrevive hoy día una agrupación con este nombre, pero es una sombra lastimera de lo que había en 1980, financiada por el chavismo para fines proselitistas.
 
En el mismo disco figura uno de los mejores boleros de Cheo, si bien tiene unos desafortunados coros femeninos que le restan fuerza, intentando un arreglo “a la Phil Spector” que no cuaja. Dejando eso de lado, el bolero es sensacional: “Amada Mía”, tema emblemático de Feliciano, compuesto por José Rafael Nogueras. El tema se puede escuchar en http://www.youtube.com/watch?v=2tnpzh4oB-M    El gran Tite Curet aportaría otros buenos números en este disco: “Salí porque Salí”, “Lamentación Campesina” y “Cuento Número Uno.”
 
A partir de ese disco, coincidiendo con el declive de la salsa en los años ochenta frente al merengue, Cheo seguiría sacando discos donde su caballo de batalla fue precisamente el bolero, incluyendo uno con la Rondalla Venezolana. Incorporaría sus presentaciones en vivo, apariciones con los demás compañeros de Fania All-Stars, colaboraciones con otros cantantes – por ejemplo Willie Colón, con quien hizo un excelente dueto en el tema “Idilio” o también con el venezolano Franco de Vita- siendo la más reciente (y final) el disco de 2013 “Eba Say Ajá”, donde Rubén Blades grabó temas del repertorio de Cheo Feliciano y Cheo interpretó temas que Rubén hizo populares. Ciertamente, y esto se aprecia en el disco “Barreto” de Ray Barreto, en sus primeras grabaciones Rubén Blades intentaba sonar como Cheo Feliciano, así que fue un disco de mutuo reconocimiento.
 
El crítico de salsa y locutor César Miguel Rondón, en su célebre “Libro de la Salsa”, obra definitiva sobre el género reeditada por Ediciones B, considera que en la carrera de Cheo hubo dos problemas. El primero, que no formó una banda permanente. Ismael Rivera tuvo a sus “Cachimbos” y la incomparable Celia siempre pudo apoyarse en la agrupación dirigida por su propio esposo, Pedro Knight, cuando no contaba con las bandas que tenía a disposición en el estudio (las de: Johnny Pacheco, Willie Colón, Pappo Lucca, el Rey Tito Puente, Ray Barreto o la propia Fania All-Stars). Cheo no formó una agrupación estable, lo cual pasó factura en sus interpretaciones en vivo. El segundo problema tiene que ver con ellos, los números en vivo. Cheo perdía su maravillosa voz en muchas presentaciones. En Venezuela lo vimos en alguna de estas situaciones por televisión. Un ejemplo recogido en disco y video fue su interpretación de “Sobre una tumba humilde” en el reencuentro de las Estrellas Fania en Cali, capital salsera de Colombia, durante 1995:  http://www.youtube.com/watch?v=Eu2wwsrKKxU   La voz humana es un instrumento sumamente difícil. Los problemas que Cheo tuvo en estas situaciones no parecen ser fruto de excesos. Habría que conocer en alguna biografía, que debe estar por publicarse, si se trataba de una dolencia física o problema emocional escénico intermitente.  En cualquier caso, incluso en momentos menos felices como este número caleño, Cheo con voz debilitada suena mejor que cualquier salsero contemporáneo en noche de voz plena.
 
La trilogía que propuso Héctor Lavoe se cierra dolorosamente con la partida de Cheo y sólo resta adivinar quiénes podrán tomar el testigo de esa “Divina Trinidad” vocal antillana de Celia, Rivera y Feliciano. Celia, en especial, conjugaba los tres atributos que hacen una leyenda del canto: carisma, talento y disciplina. Rivera pudo fajarse con bombas, plenas, sones, guarachas y también podía abordar competentemente algún bolero que grabó. Cheo se mantuvo vigente desde Tito Rodríguez, compartiendo con Rivera su capacidad para componer temas, rodearse de excelentes compositores y músicos, actuar como productor de sus discos y enloquecer al público. Esta partida da una terrible nota de nostalgia para el canto antillano y llena de incertidumbre. En cualquier caso, la música permanece aunque partan sus máximos exponentes, es antifrágil y siempre desafía ese terrible sentimiento de que “cualquier tiempo pasado fue mejor.”   La obra de Cheo, que necesita urgente reedición de algunos trabajos por el sello Código Music, siempre será inspiración para los cantantes por venir y quienes celebren la vida cantando o bailando. 
 

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