¨Aproximación indirecta¨: la idea que unió a los jóvenes Borges, Perón y Bergoglio
Jaime Correas
Ex Director General de Escuelas de Mendoza y miembro de la Coalición por la Educación.


"Hay una brecha entre lo que como sociedad necesitamos y aquello en lo que como sociedad creemos."
Vicente Palermo, La Nación, 9 de mayo de 2017
 
"Aunque ya hay investigación (en educación y en las ciencias sociales) que lo demuestran, todavía no se acepta demasiado en la discusión académica sobre la innovación y el cambio que las interrupciones al status quo son una parte esencial del proceso de cambio. Eso significa que no hay cambio educativo sin turbulencia."
Inés Aguerrondo, "El futuro de la educación: innovación disruptiva en la política pública" (2019)
 
"El analfabetismo es a la educación lo que la inflación a la economía"
Javier Milei, 4 de julio de 2024, desde la casa de Sarmiento en San Juan al lanzar el Plan Nacional de Alfabetización
 
 
El 30 de abril de 1937 un casi desconocido escritor de treinta y siete años escribió en la revista "El Hogar" una reseña sobre un libro de análisis bélico. Las primeras líneas llaman la atención por la diversidad de sus intereses y lecturas: "Revisando mi biblioteca, veo con admiración que las obras que más he releído y abrumado de notas manuscritas son el ‘Diccionario de la filosofía' de Mauthner, ‘El mundo como voluntad y representación' de Schopenhauer, y la ‘Historia de la guerra mundial' de B. H. Liddell Hart. Preveo que frecuentaré con el mismo goce la obra nueva de este último: ‘Europa en armas'". En un precioso y breve artículo el joven Jorge Luis Borges describe algunas de las ideas centrales del capitán inglés Liddell Hart, urdidas en ese período de entreguerras: "La defensa (arguye el autor) es cada día más mecánica y fácil; la ofensiva, casi imposible. Una ametralladora y su hombre pueden aniquilar a cien agresores -a trescientos, a mil- de rifle y bayoneta. Una emisión de gas puede inmovilizar un ataque. De ahí la conveniencia de fuerzas motorizadas, ubicuas. De ahí también la de buscar el favor de la sombra, ya en las apretadas noches sin luna, ya en las neblinas de la naturaleza o del arte". El poeta se mezcla con el interesado en los secretos bélicos y remata citando: "‘Sin dudas hay una ciencia de la guerra', concluye el capitán Liddell Hart. ‘Sólo nos falta descubrirla'". Como siempre sucede con un intelectual profundo, surge la duda, la conjetura, la necesidad de escrutar más y más.
 
Esa preocupación del estratega inglés lo llevó a consolidar sus estudios hasta publicar en 1946 "La estrategia de aproximación indirecta. Las guerras decisivas de la Historia". Escribe en el prólogo: "¿Habrá, pues, algún medio práctico de combinar el progreso hacia el logro de la verdad con el progreso hacia su aceptación? La consideración de los principios estratégicos sugiere una posible solución que apunta a la importancia de mantener siempre presente el objetivo final y a la vez de perseguirlo de un modo adecuado a las circunstancias. La oposición a la verdad resulta inevitable cuando la verdad reviste la forma de una idea nueva, pero puede disminuirse el grado de resistencia pensando no sólo en el objeto a alcanzar sino en el método de aproximación a emplear. Habrá que evitar el ataque frontal contra toda posición establecida de largo tiempo y habrá que tratar en su lugar de envolverla con un movimiento de flanco que deje expuesto un lado más penetrable al choque de la verdad. Pero en tal aproximación indirecta habrá que cuidar de no separarse de dicha verdad, porque no hay cosa más fatal para el verdadero progreso que caer en la mentira".
 
 
Estas ideas fueron muy tenidas en cuenta por un profesor de la Escuela Superior de Guerra de la Nación, quien las absorbió y las difundió. Juan Domingo Perón estaba llamado a ser presidente argentino y se nutrió del pensamiento de Liddell Hart, que también inspiró a conocidos militares nazis como Guderian y Rommel. El autor fue asesor personal de Churchill durante la Segunda Guerra Mundial. Ignacio Zuleta explica en "El Papa peronista" que las teorías del británico calaron hondo en importantes intelectuales del nacionalismo argentino y llegaron vía la máxima dirigencia del grupo peronista Guardia de Hierro a otro joven llamado a jugar en grandes ligas. Jorge Bergoglio, luego Francisco, se nutrió de esas ideas y, sobre todo, de la "aproximación indirecta". Al parecer aún hoy sigue difundiendo el libro citado, al que presta con celo a sus más cercanos asegurándose el retorno para nuevos préstamos.
 
Es interesante pensar en un autor que con sus ideas traza un improbable eje Borges-Perón-Bergoglio, aunque es sabido que es el actual Papa quien tiene relaciones directas con los otros dos personajes, pública y duramente enfrentados. Salvada esta curiosidad, las circunstancias actuales del país, tras el advenimiento de Javier Milei a la presidencia, llevan a repensar aquella idea nacida en el arte de la guerra. Se puede hacer en el campo educativo, que pasando por alto las pirotecnias verbales, es justo a la economía el terreno donde más se ha avanzado en este corto período de gobierno. El Plan Nacional de Alfabetización, con foco en la educación obligatoria, y el debate surgido alrededor de la universidad, dentro del campo educativo no obligatorio, son muestras elocuentes. El discurso del presidente Milei en Tucumán en la firma del Pacto de Mayo es un buen resumen de los avances conceptuales y augura donde estarán las "batallas" en los próximos tiempos. Sobre todo si se tiene en cuenta que el debate educativo empezó con el tema de los vouchers y la exclusión de la educación de los puntos a pactar y terminó con su inclusión en el texto firmado en Tucumán y con una visión mucho más afinada por parte de Milei. Quizás operaron, luego de la marcha defendiendo a las universidades públicas, llena de malos entendidos pero plena de sentidos profundos de la cultura argentina, aquellos versos del Martín Fierro que siempre hay que tener presentes: "No hay cosa como el peligro/ pa refrescar un mamao/ hasta la vista se aclara/ por mucho que haiga chupao".
 
Vale la pena repasar el extenso párrafo de Milei en la firma del Pacto en Tucumán para sopesar el cambio de posición operado: "Cuarto: Educación. Firmamos aquí el compromiso también con una educación inicial primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar, porque comprendemos que la Argentina atraviesa una innegable crisis educativa desde hace mucho tiempo, e identificamos hoy que el corazón de la crisis está en el fracaso que hemos tenido como país en alfabetizar correctamente a nuestros estudiantes. Hoy la mitad de los alumnos del primario no alcanzan el nivel de lecto-comprensión adecuado para su edad. Para los de sexto grado, ese valor llega al 70%, es decir que hoy 7 de cada 10 chicos argentinos no comprenden los textos que leen. Y todo esto ocurrió bajo las narices de la dirigencia política, mientras intendentes y bloques parlamentarios se tironeaban para definir qué municipio se quedaba con los fondos para construir una universidad nueva. Hemos puesto el foco únicamente en la educación superior por décadas y mientras mirábamos para otro lado, el analfabetismo se coló por la grieta de los primeros niveles educativos. Hay que entender que la correcta alfabetización y garantía de competencias básicas del estudiante del primario es la condición necesaria que hace posible cualquier tipo de aprendizaje posterior.
 
"Si no podemos garantizar eso, todos los esfuerzos posteriores en la trayectoria educativa del estudiante están condicionados desde el vamos. No pueden extrañarnos entonces los niveles récord de deserción que tenemos hoy. Por eso este compromiso es sobre todo uno que debemos asumir juntos el Gobierno Nacional y los gobiernos provinciales, para mirar de frente el problema y elevar la vara; y para recuperar el espíritu de exigencia con los docentes, que es tan necesario. Sepan que contarán con el Estado Nacional y los recursos y soporte del plan de alfabetización que presentamos esta semana para perseguir en conjunto este objetivo. Pero el problema en la educación no termina en la alfabetización, en perfeccionar la educación básica. Tenemos un sistema educativo que está desconectado de las necesidades económicas de nuestra sociedad, porque tenemos carreras universitarias demasiado largas, porque hemos priorizado aumentar la oferta universitaria por sobre la oferta terciaria, porque egresamos una cantidad hipertrofiada de abogados y contadores, que son solo demandados porque en Argentina hay demasiados juicios, demasiados trámites y demasiados impuestos; y porque tenemos harta cantidad de carreras para las cuales el único empleador posible es el Estado, de forma directa o indirecta, ejerciendo funciones que no debería ejercer.
 
"Y lo más complicado de todo, porque el status quo en las instituciones de formación docente y profesorados es impugnar los preceptos básicos del sistema de cooperación social en el que vivimos, que es el capitalismo y la democracia liberal. Esto último es simplemente un suicidio colectivo. ¿Cómo va a ser la norma de los secundarios y universidades del país inculcar que el capitalismo es malo? El fin primero del sistema educativo tiene que ser integrar a los estudiantes a la sociedad conforme a sus normas. Con el analfabetismo nos hicimos los despistados durante décadas y aquí estamos hoy en una situación incompatible con la tradición educativa de nuestro país, que fue el primero en terminar con el analfabetismo en el mundo. Con los demás problemas del sistema educativo no nos podemos hacer los despistados. Los tenemos que abordar antes de que sea demasiado tarde. Por eso les hablo hoy aquí de virar a una educación útil y moderna. Útil para los jóvenes, para que cuenten con las herramientas para insertarse y desarrollarse en el mercado laboral y en la sociedad en general. Y por eso insisto a la dirigencia política y a la sociedad civil a concentrarnos en reconstruir la base del edificio educativo y de la formación humana de los argentinos, que es la escuela. Porque no hay edificio que perdure si sus cimientos están vencidos."
 
Nada mal para quien venía de debates educativos raquíticos, con ideas pobres y alejadas de los temas esenciales de la educación, entre lo que no está si financiar la demanda o la oferta. En las palabras del presidente Milei hay un programa educativo, esbozado apenas en sus líneas generales, pero claro y contundente. Por sólo citar algunos aspectos: retomar el gobierno escolar por parte del estado nacional con participación de las provincias que son quienes gestionan el sistema ("Sepan que contarán con el Estado Nacional y los recursos y soporte del plan de alfabetización que presentamos esta semana para perseguir en conjunto este objetivo."); poner foco en la educación obligatoria con criterios de excelencia y repensar la superior, que no es obligatoria y que en muchos aspectos ha perdido sentido y rumbo, al tiempo que la obligatoria perdía calidad; empezar por lo básico, alfabetizar, sin olvidar el resto del sistema ("Pero el problema en la educación no termina en la alfabetización, en perfeccionar la educación básica. Tenemos un sistema educativo que está desconectado de las necesidades económicas de nuestra sociedad...") y así se podría seguir. Ahora hay que encarar los cambios, gestionarlos. Porque no basta con el buen diagnóstico. Como bien indica el arte de la guerra, una vez detectado el objetivo, hay que instrumentar lo que se tiene a disposición para lograrlo. De Borges y Perón a Bergoglio han observado con atención la "aproximación indirecta", quizás habrá que pensar cómo complementarla. Porque tal como indica la inolvidable Inés Aguerrondo, maestra en temas educativos y filosóficos, "no hay cambio educativo sin turbulencia".
 
Puede ser inspirador repasar un pensamiento de Vicente Palermo: "Pero muchos de esos países entraban luego en una fase de declinación. ¿A qué se debía? A veces, a un abrupto cambio de circunstancias internacionales. Pero las más de las veces, los motivos eran endógenos. Grupos de interés minoritarios pero intensos adquirían una influencia superior a la de grupos sociales muy mayoritarios por un problema de acción colectiva: los pequeños grupos se movilizaban porque tenían mucho que ganar, mientras que los grandes grupos no encontraban impulso para hacerlo porque sus componentes tenían -individualmente- muy poco que perder, aunque en términos agregados perdieran mucho. Así, las minorías de preferencias intensas lograban privilegios que torcían los incentivos correctos, lo que tenía un efecto acumulativo contra el crecimiento (y una sana distribución del ingreso)." ¿Alcanza en la Argentina populista, estructurada sobre los intereses corporativos de minorías intensas, con la "aproximación indirecta"? Parecería que no. Surge entonces un gran compromiso para todos quienes tengan algo que decir en este tema. El debate educativo está abierto y la situación de partida es grave.


Publicado en Mendoza Post.




 

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